CAPÍTULO 2 - MALDITA PROPIEDAD
George, el propietario, resultó ser muy agradable y generoso. Me contó que le había gustado ese lugar para construirla y que la usaba como hábitat de fin de semana.
Para llegar al territorio, disfrutabas de un entorno natural de privilegio. A diferencia de otras ciudades del noreste de E.E.U.U, los precios en cuánto a viviendas y costo de vida eran asequibles. Nada me importaba más que cerrar la operación y poner manos a la obra. Por fin un espacio para pasar el tiempo siendo reina y princesa. Cumplir con mandatos sociales aprendidos. Casarme, tener hijos, una profesión, el nido vacío y como sobreponerme, y con el tiempo, partir.
Todo era maravilloso en mi vida. Recuerdo que cantaba la Vie en Rose por entonces, con el poco conocimiento de idiomas que siempre me animó ¡jajajaja! Se puede ser feliz. ¡Me sentía tan afortunada! La Charlotte de s*x and the City…
Después de haber tomado el guante de conseguir el feudo, haber ido y venido por casi diez a quince casas, sola, firme, deseaba concreciones.
En el ínterin tuvimos nuestro primer encuentro s****l. El beso primero fue grandioso, sí. Me tocabas, yo respiraba sexo, tu piel y la mía, encontrándose sin casualidad cada día. Pura pasión y deseo. Y fui sumando. Cuando conociste la casa, hicimos el amor en el parque, entre las malezas, apoyados sobre un rododendro florecido, en fin, en cada lugar bendito de nuestra propiedad. Aquí ya era Samantha Jones.
La noche que salimos hacia el Festival de lthaca, fue gloriosa.
Un encuentro que reúne a las familias, y donde se pueden degustar comidas, admirar artesanías y oír música en vivo. Clubes, con el objetivo de mantener vivas sus tradiciones, su lengua, y costumbres típicas, sobre todo la gastronomía, la música y las danzas folklóricas
Se lleva a cabo los primeros días de junio. Se olía el verano.
Queríamos probar todo, me gustaba cuando me dabas de comer en la boca. ¡Decías tantas tonterías!
Durante aquella primera salida, y mirando la actuación de no recuerdo quién, me tomaste de sorpresa con tu abrazo. Me mareabas por entonces.
Abrazaste mi cintura desde atrás, de un modo corriente y agradable. Un gesto común a cualquier pareja, pero yo no tenía el hábito y me fascinó. Te sentí cerca y vos a mí, tuya.
Y contrariamente me sentí libre, muy libre. Reía, con ganas, de verdad. Era yo en mi máxima expresión. Luego, con el tiempo, me fui perdiendo.
Al salir de esa feria inolvidable, paseamos por la orilla del Lake, y nos metimos al bosque. En ese paseo donde crecen árboles muy longevos, me apoyaste sobre uno, y me rendí a un beso, y otro. Feroz, monumental, intenso. Nos volvimos locos, perturbados, amándonos sin fin. O sí. Ya habías logrado el clímax, cuando una linterna nos alumbró sin pudor.
Eran tiempos de risa, de travesuras, nada grave. Teníamos la ropa puesta. No levantaron cargos. Depravados y zona pública sonaron repetidamente. Claro que no lo olvido, no podría, Está ligado a un pasado rico en experiencias. A un pasado que perdí durante mi vida con vos. Olvidado. Ni la narrativa de amigos que fui recuperando con los años, me hicieron recobrar a aquella Emma que fui, y que nunca volví a ser.
La casa estaba en un lugar de ensueño. Mucho verde, que no se perdía ni con el invierno. Llegar a Ithaca es atravesar una ruta con una paleta colorida de vegetación única, que con la llegada de la primavera te invita a seguir el perfume de los tilos, los robles rojos, los tuliperos. Las enormes propiedades rebosantes de rojo. Paisajistas y arquitectos han influido en el armado de éstas magníficas vistas.
Por aquí los inviernos son crueles. Pero de a dos es diferente. Uno desea que llegue la primavera y se lleve la humedad y el frío. Es una estación que se caracteriza por días más cortos, noches más largas y temperaturas muy bajas. Y varones que se van y te dejan sola. Pero eso es otro contar…
En definitiva, ya tenía una casa para jugar y viajé casi un año en mi coche, llevando herramientas de jardín y excepcionalmente a alguna amiga que se encogía, pero no se amilanaba, para entrar en el poco espacio restante. Venían a cebar mates y contar planes o proyectos. Cuando uno se embarca en uno, va contagiando al otro. Lo estimula. ¿Soy clara?
Pero Dorothy no, Dorothy venía a ayudar. Con ella pusimos, luego de miles de pruebas, una especie de agrostis rastrera ideal para sombra o media sombra. Pero primero hubo que sacar de raíz el diente de león, y sin sabiduría, tirarlo, sin consumo. En Francia hubiéramos hecho enorme diferencia económica, pero aclaré que fuimos ignorantes, hasta no hace mucho. Dorothy, por entonces era muy esotérica. Percibía la energía de los ambientes ¡Ja! me aseguró que mi casa estaba limpia. No indagué demasiado.
El diente en cuestión, mejora el rendimiento hepático. Y tiramos toneladas ja ja
Una amiga que es vegetariana, que anduvo mucho por Europa, solía hacer unas ensaladas gloriosas con todo: hojas, raíces, y con las flores, adornar el plato como el mejor cocinero de Le Cordon Bleu. ¡Una paquetería! Me gustaba dejar que jugara en mi cocina y así pensar en otros temas. Olvidar el dolor.
Pude notar que habían pasado tres veces un par de mujeres caminando. Miraban mucho para adentro. Claro, ya no estaba el cartel de venta.