+ROSALIA+ Ambos salimos de la habitación. Sentía el cuerpo todavía caliente, pero no por el deseo, eso ya lo habíamos consumido todo, sino por la vergüenza que todavía se me colaba por la piel. Dios mío… qué vergüenza. Aunque no del todo, porque, para ser honestos, al menos llegamos a tiempo para el almuerzo. Caminamos en silencio hasta el comedor, sin mirarnos demasiado. Cada quien parecía enfocado en no parecer culpable de nada. Nos sentamos. Todos estaban ahí, riendo, conversando. Y cuando nos saludaron, fue como si nada hubiera pasado. Nada. Ni una mención. Ni una indirecta. Ni un gesto raro. Cosa que agradecí, profundamente. Tal vez todos estaban más enfocados en Valentina y su esposo. Y eso estaba bien. No sé si fue porque ella aún no digería lo que vio anoche… o porque todos

