+BIANCA+
Me levanté de la silla con una decisión que ni yo misma sabía de dónde salía. Sentía el corazón acelerado, como si no pudiera respirar bien, como si una presión invisible se posara justo entre mis costillas.
Caminé hacia Efraín, que estaba observándolo todo con esa calma estratégica de quien siempre quiere controlar el tablero.
—Efraín —le dije en voz suave, pero firme—, una disculpa… pero te voy a pedir algo. ¿Podrías dejarnos a Alessandro y a mí hablar con los invitados? A solas. Hay un par de cosas que necesitamos resolver… en privado.
Efraín me miró unos segundos, con esa expresión calculadora que siempre tenía cuando algo lo sorprendía.
—Sí —respondió al fin, haciendo un gesto con la cabeza—. Tenés razón. Vamos, los demás, a nuestras habitaciones. Si necesitan algo, nos
