+++ Cuando intento recomponerme de la vergüenza. Esta vez no era el destino jugándonos sucio, era la ama de llaves. La mujer asoma la cabeza con esa cara de “perdonen que interrumpa el pecado” y dice con toda la tranquilidad del mundo: —Señor, la señora y el señor Volkov están esperando su permiso para entrar. El joven Camilo está con ellos. Me congelé. No puede ser, las personas que están aquí son las mismas de... Es que esto es increíble. —¿¡Qué!? —exclamé con los ojos como dos faros. Siento que estoy en una película donde hay más drama que sexo. —¿Qué hacen aquí? ¿Y por qué ahora? ¿¡Y Camilo por qué no me avisó!? —mi cerebro explotaba en silencio al escuchar la voz de Damián—. ¡Maldición! —murmura Damián al ver su celular sobre el comedor—. Es cierto. Mi corazón comenzó a latir

