Traci lo miró intentando interpretar sus intenciones. No era propio de Terry invitarlo personalmente a su casa.
Terry vio su mirada y asintió. —Para relajarme. Yo también necesito un poco de relajación.— Se giró y miró por la ventana. —La casa a veces se siente sola y creo que necesita tres niñas y su madre para que haya ruido. Dormiremos hasta tarde, nadaremos, haremos una barbacoa, iremos a Brenham a tomar helado. Montaremos a caballo. Conduciremos mi tractor. Serás mi primera invitada. Sigo la sugerencia de Cathy de dejar a Mary. Estoy harto de estar triste.
Traci asintió. —Me alegro por ti, Terry. Me encantaría ser tu invitada. A las niñas les encantaría la piscina, los caballos y el helado. Gracias.
—No... Gracias, Traci—, respondió con sinceridad. Se volvió hacia su guapa y brillante empleada. —Estás ayudando a tu jefe a seguir adelante. A reiniciar, por así decirlo. Me ayudarás a romper esta barrera protectora que me he puesto durante tres años. Ahora, cuéntame cómo te ha ido con Lynn y luego vamos a comer. Trae a Lynn y a Carrie con nosotros.
{]{]{]{]{]{]{]
—Tío Terry, ella es Maggie. ¡Tienes una piscina nueva!—, gritó.
—Sí, lo hago. Con agua y todo—, respondió Terry, riendo entre dientes desde el porche cubierto de su casa. Cerveza en mano, con vistas a la piscina y a su rancho.
—Mamá me dijo que tienes uno. Dice que es enorme. ¿Necesitas que tu sobrina lo pruebe?—, rió Maggie.
—Depende. ¿Qué tal la escuela? —respondió con tono sarcástico.
—Otra vez la lista de honores —respondió, alargando la última palabra—. ¡Caray, tío Terry! Una chica necesita divertirse un poco de vez en cuando. Además, sabes que me estoy dejando la piel en contabilidad y finanzas para poder ir a trabajar contigo. Así que... ¿Puedo ir a verte? ¿Traer a algunas de mis amigas?
—Claro... ¿Cuándo? ¿Sin novios?
—No, chicos... Que encuentren su propia piscina. Claire, Emily y Amy. Mis amigas de la SMU. ¿Este fin de semana, quizás? Tenemos un fin de semana de tres días antes de los exámenes finales. Estudiaremos mientras estemos allí. Hay mucha tranquilidad en tu casa.
—Vengan todos entonces... Nos vemos el viernes. Ya saben dónde está la llave si no estoy.
—¡Gracias, tío Terry! ¡Nos vemos el viernes!
{]{]{]{]{]{]{]
—¿Tu tío? ¿El rico?
—Sí... Hizo instalar una piscina. Mamá dice que es genial —respondió Maggie, sin levantar la vista de su libro de contabilidad y sus notas.
—¿El tío zorro plateado?—, reflexionó Amy, arqueando una ceja y con un tono seductor.
—Rayos, Amy. Mira, te conozco —respondió Maggie con tono de advertencia, mientras se giraba en su silla y miraba a su compañera de piso—. No te metas en problemas este fin de semana o... o si no. El tío Terry probablemente... Bueno, no lo sé, pero dudo que esté interesado en ti. Ni en nadie más. Mamá dice que todavía está lidiando con la muerte de la tía Mary. Así que no causes problemas, ¿vale? Vamos a estudiar allí y no tener distracciones. Relájate en su piscina. ¡Qué pesada eres a veces! —Maggie negó con la cabeza con disgusto.
—¿Sin distracciones? ¿En serio? Que tu tío esté ahí será una distracción—, rió Amy. —A pesar de las canas, sigue siendo atractivo.
—Creo que entonces deberías quedarte aquí en Dallas. Si haces alguna travesura, el tío Terry no nos dejará volver. Me llevaré, a ver... a Audrey, en tu lugar. Sé que no tendré problemas con ella.
—Vale, vale—, respondió Amy, con las manos en alto en señal de defensa. —Sin dramas. A ver. Mmm, quizá tenga que ir a comprarme un... bikini nuevo— continuó con un tono pícaro y seductor, pasándose un dedo por la barbilla para darle más efecto.
—¡Eso es! ¡Llamaré a Audrey!
{]{]{]{]{]{]{]
—Buenos días, señor Woods.
—Buenos días, Denise. ¿Café? ¿Huevos con tocino? —respondió Terry, indicándole que se sentara con él en el porche.
—¡Claro! Gracias—, respondió con un tono de sorpresa. ¿Por qué?
Uno... El señor Woods normalmente no desayuna en el porche.
Dos... Normalmente no invita a Denise a desayunar con él, ni a ninguna otra comida.
Denise trabaja para Terry administrando las 400 hectáreas, sus caballos y su ganado. Vive en la casa de dos habitaciones de la propiedad que Terry compró hace 25 años. Con veinte años, mide 2.5 cm más que su empleador (1.83 m). Aunque es delgada, tiene suficiente carne para darle curvas. La contrató al terminar la secundaria por recomendación de un empleado de la sede corporativa en Brenham. El rancho, los caballos y el ganado han estado bien administrados y Terry está satisfecho con su trabajo.
—Me encanta cuando la niebla es espesa entre los árboles, como esta mañana. Un poco brumoso—, suspiró, después de tomar un sorbo de café. —Un manto de niebla justo sobre la hierba a lo lejos. Qué paz.
—Sí—, respondió Denise, tras mirar por encima del hombro hacia la niebla. —Los huevos con tocino están buenísimos. El café también.
—Gracias... Maggie estará aquí este fin de semana con algunos amigos. ¿Podrías ayudarlos si deciden montar a caballo?
—Claro... ¿Cuánto tiempo estarán aquí? —Denise se metió un tenedor lleno de huevos en la boca.
—Desde el viernes por la tarde hasta el lunes al mediodía. Vienen a disfrutar de la piscina y a estudiar para los exámenes finales.
—No hay problema. Voy a Brenham el sábado por la noche para el baile. Quizás me quede con mamá y papá y luego regrese a media mañana el domingo después de la iglesia. ¿Te parece bien?
—Claro... ¿Un baile? —respondió arqueando una ceja.
—Sí, señor. Hay una banda tocando en la antigua armería. Barbacoa a las 5:30 p.m.... La música empieza a las 7:00 p.m. $30 por persona, $55 por pareja.
Denise podía ver los pensamientos dando vueltas en su cabeza.
—Antiguo edificio de armería, ¿eh...? Hmm.
{]{]{]{]{]{]{]
—¡Rayos, tío Terry! No esperábamos un banquete cuando llegamos. Espaguetis, ensalada, pan y vino. ¿Intentas que nos quedemos hasta los exámenes finales?
—Siéntense y disfruten. Dejen de quejarse—, dijo riendo entre dientes mientras colocaba el plato de espaguetis en la mesa. —Vayan al botellero y escojan un vino para nosotros, por favor.
Maggie y Emily fueron al botellero de vinos, y cuando regresaron, Maggie quitó el corcho y comenzó a servirles una copa a todos.
Cuando todos se sentaron, Terry recorrió la mesa con la mirada para apreciar la presencia de sus invitados y asintió. Hacía tiempo que no tenía visitas en casa. Primero, invitó a Traci y a sus hijas. Las niñas se divirtieron en la piscina, los caballos y les encantó el helado de la heladería local. Y ahora... la sobrina de su esposa y sus amigas. Sonrió.
Cuando Maggie y sus amigas llegaron, todas le dieron las gracias por dejarlas estudiar en su casa. Las cuatro mujeres eran muy guapas.
Y, Amy... Ufff, pensó.
La más bajita de las cuatro, destacaba entre las demás. Cabello oscuro, ojos castaño oscuro y un bronceado intenso. Más que guapa. Guapísima, pensó Terry. Sospechaba que a menudo llamaba la atención. Se fijó en que estaba sentada a su izquierda y sonrió al sentarse.
—Gracias, chicas—, suspiró. —Hace tiempo que esta casa no ve caras nuevas. Es reconfortante volver a tener visitas. Ahora bien, mientras sigan estudiando, me dejarán mimarlas este fin de semana, ¿de acuerdo?
—Vale—, dijo Amy con voz alegre, mientras se giraba para mirar a Maggie, a la derecha de Terry. Le guiñó un ojo.
Maggie entrecerró los ojos en respuesta. Un entrecerrar de ojos de advertencia.
Terry mantuvo la conversación activa preguntando sobre la escuela y sus familias. Al terminar la cena...
—Hay un baile en Brenham mañana por la noche—, ofreció Terry. —Barbacoa y luego baile. Tenemos pensado ir con una banda en vivo. Si te interesa, podemos ir juntos. Suele haber jóvenes allí para bailar.
—Quiero ir—, dijo Emily alegremente.
—Yo también—, ofreció Claire.
—Claro, me gustaría ir, —dijo Maggie.
—¿Podemos bailar también con los mayores?—, preguntó Amy, levantando una ceja.
Maggie se inclinó hacia Amy y articuló sus palabras: —No con mi tío.
{]{]{]{]{]{]{]{]
Después del desayuno, Terry se encontraba de pie en el porche, tomando café y mirando hacia la piscina a través del patio. Hacía tiempo que no veía a mujeres jóvenes en bikini.
Le trajo recuerdos fuertes y emotivos cuando conoció a su esposa, Mary, y a su hermana gemela, Cathy. Él y su compañero de piso acababan de mudarse a un apartamento durante la universidad y dos días después las encontró en la piscina. Eran huéspedes del novio de Cathy, que también vivía en el complejo de apartamentos.
Al ver a las hermanas idénticas sentadas en tumbonas, dedujo rápidamente que la gemela de su izquierda estaba comprometida, considerando que el joven sentado a su lado le cogía la mano. Pero la de su derecha... quizá no. Se arriesgaría.
Pasó junto a ambas hermanas y saludó suavemente a la gemela disponible y dijo hola.
Ella le sonrió tras sus gafas de sol. Su compañero de piso comentó, sentados a pocos metros de distancia, que la gemela disponible lo observó con atención hasta que se sentó. Con ese comentario, ajustó su sillón para ver bien a la guapa hermana con un bikini azul muy sexy. Ese día estaba espectacular. Cuando le sonrió, ella le devolvió la sonrisa. Se rió para sí mismo al ver a la otra gemela girando la cabeza entre su hermana y él.
Llevaba gafas de sol, así que no pudo evitar mirar a la linda y pequeña gemela desde detrás del cristal polarizado. Después de veinte minutos de que la linda chica lo mirara, no pudo soportarlo más. Tenía que conocerla.
Se levantó de la silla y se acercó a los tres. Dirigiéndose directamente a la gemela disponible, les preguntó si querían una cerveza... Que iba a su apartamento a llevar algunas a la piscina. Los tres aceptaron su oferta, pero lo que lo sorprendió fue...
La linda gemela se levantó de la silla y se ofreció a ayudarlo a traerlos de vuelta. Mientras caminaban hacia su apartamento, él se presentó diciendo que era un nuevo residente del complejo.
Y cuando dijo su nombre... Mary... quedó cautivado. Fue la forma en que lo dijo. El tono y la inflexión. Era agradable escuchar su sonido. Nunca había olvidado ese momento memorable y aún podía oír su voz.
Ese día pasó una hora con Mary junto a la piscina. La conoció haciéndole preguntas. Era estudiante, como él, de Texas Tech. Estudiaba marketing. Él, finanzas y contabilidad. Le sorprendió no haberla visto antes, considerando que estudiaban en la misma facultad de negocios del campus. Entonces, descubrió que ella cursaba segundo año. Él, tercero. Ella era de Dallas. Él, de Brenham.
Cuando llegó la hora de que las gemelas se fueran, él no dudó en preguntarle si podía llamarla. Y ella no dudó en darle su número.
—¡Dios mío! —susurró, sacudiendo la cabeza para volver al presente—. Mary, eras una chica guapísima. Hasta que enfermaste. Te extraño muchísimo. —Se le llenaron los ojos de lágrimas y tuvo que enjugárselas con la mano. Unos sorbos de café y unos minutos después...
—Me encanta su piscina, señor Woods.