Ella se quedó arrullándose durante minutos mientras Michael le hacía girar la lengua y le chupaba el clítoris. De vez en cuando, rompía el contacto y deslizaba los labios y la lengua desde arriba de su hendidura hasta abajo, para luego volver a su perla ansiosa. Le manoseaba las tetas. «Tetas deliciosas, firmes y suaves», pensó. Tiró y pellizcó los erguidos nudos. Ella gritó cuando él le retorció uno suavemente.
Luego, insertó un dedo en su resbaladizo túnel... sus labios en contacto con su perla necesitada.
"Otro más, por favor", gimió ella, mientras estiraba el cuello para verlo comerle el coño.
Él metió otro dedo. «Oh, sí, me encanta», susurró ella. «Muévelos. Muévelos dentro de mí. No dejes de chupar».
Michael tenía su excitación en toda la cara. El aroma... Lo estaba volviendo loc
