5. Quizas tenia mil defectos

506 Words
Los siguientes días, el profesor se ausentó varias veces, eso significaba dos horas de Elia para mi grupo y como se imaginarán, yo era la persona mas feliz en ese pequeño lapso de tiempo. Durante esa semana, mi residente me había dejado conocerla un poquito mas a fondo, lo suficiente para saber que era una persona hermosa y divertida, pero tenia sus ratos donde su ego le ganaba y se volvía bastante molesta. El lunes la clase la dio uno de mis compañeros y Elia hizo lo posible por hacernos llorar con lo difíciles que eran sus preguntas, pero al final de la clase nos explicó todo tan lindo que me dio una razón mas para sentir que perdía mi cordura por esa chica. El martes, no tuvimos clase, en su lugar, nos llevó a ver a uno de sus pacientes, un niño de 11 años, al que trató como a mi me hubiera gustado que me tratara, lo saludó con un sonoro y largo beso en la mejilla, intercambiaron un par de bromas y hablaron de como se sentía y lo que estaba pasando con respecto a su enfermedad y tratamiento, nos hizo algunas preguntas acerca de cosas que según ella "debíamos saber" y se molesto un tanto cuando no le contestamos, nos sacó de la habitación, nos regañó por no haber estudiado lo suficiente y nos dejó revisar a su paciente, ella se fue a algún lugar del hospital y no la vimos en el resto de la hora. El miércoles nos vimos en la sala, mis compañeros decidieron faltar a clase, pero los muy estúpidos olvidaron avisarme, así que si, fui la única tonta  que llego a clase, Elia estaba en serio molesta, pero terminó por relajarse y contarme cosas que había vivido en el hospital y experiencias mientras era interna, algunas eran cosas divertidas, algunas tristes y me contó de otras donde murió de miedo a media noche durante sus guardias. Después de las dos horas de la clase, salimos de la sala, y se convirtió en una Elia distinta, levantó la barbilla y no miró a nadie a la cara, ni siquiera a mi y se puso algo distraída de nuestra conversación. El jueves, Elia llegó unos minutos tarde, regañó durante quince minutos a mis compañeros por haber faltado el día anterior y después nos dedicamos solo a escuchar la clase de una de mis compañeras, no hizo preguntas ni aclaraciones y nos retiramos del salón; antes de perderla, la alcancé y le pregunté si estaba bien, me dijo que solo había tenido un día pesado y le regalé un chocolate, yo amaba los chocolates, y siempre traía al menos uno en la mochila, Elia valía lo suficiente como para  quedarme sin mi chocolate ese día. El viernes no fue Elia, solo el profesor, fue la clase mas aburrida de la semana, extrañaba a mi residente y ahora estuve segura de que efectivamente, comenzaba a perder la cabeza por ella. Quizás tenia mil defectos, pero tenía otras mil cualidades que la hacían tan especial como solo ella podía serlo.
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