28. ARRIBO DE LA LOCURA

2015 Words
Ragnar El tiempo sigue su curso y el otoño hace su entrada para estos primeros días de octubre, estoy bastante harta de llevar las cosas en este lugar y no cumplo ni dos meses. Aun cuando he colocado avisos para contratar asistentes todos los candidatos terminan saliendo de aquí en plena entrevista al ver al grupo de idiotas con los que deben trabajar, a veces me pregunto cómo puede soportar esto Robert, incluso Liam actúa como un adolescente. De nuevo quiero escapar y lo habría conseguido de no ser porque Liam apareció con una mujer frente a mi oficina arruinando mi huida. Se ve muy joven, quizás de la edad de él, su cabello es castaño oscuro pero lo lleva tinturado de rubio, rasgos muy delicados, pupilas dilatadas con un hermoso tono azul verdoso y unos labios rosados que incitan al pecado. Se ve muy angelical, pero es un ángel caído, uno con mucha maldad y locura. —Buenos días, mi nombre es Verónica Snow y me gustaría trabajar como asistente si me lo permite, este es mi currículum. Recibo su carpeta fijándome en su atuendo, es bastante sencillo para una entrevista y nada adecuado para ella. —La señorita Snow dice tener experiencia como asistente y recién acaba de llegar a la ciudad, también le di una hojeada a su currículum y se ve muy bien, tal vez podríamos darle una oportunidad. Habla Liam con ese maldito tono que consigue que le quiera romper la cara en este momento. Es mi hermano y lo adoro, incluso me gusta cuando se pone en modo seductor como ahora, pero con el estrés en el que me ha tenido mi instinto asesino crece contra él. —Desaparece de mi vista Liam o te haré desaparecer. Sígueme Verónica. Pasamos a la oficina y le sirvo un poco de agua, la forma en cómo reacciona sutilmente ante ciertas cosas alerta mis sentidos… me huele a escape en este lugar, reconocería esa cara donde fuese. —Puede llamar a todas mis referencias con confianza, también sé que no tengo mucho tiempo de experiencia, pero soy buena siguiendo órdenes, trabajo bajo presión sin problema y me gusta ser organizada con las cosas. —Solo me interesa saber una cosa Verónica Snow, ¿cuánto tiempo llevas huyendo del hospital psiquiátrico? —No sé de qué habla —mucha seguridad en su respuesta, pero a mí no engaña. —¿Realmente quieres que te diga cómo me di cuenta o prefieres responder? Al ver que me mantengo firme y que al igual que ella conozco la verdad, da un profundo respiro regalándome la mirada que deseaba, la suya propia, la verdadera. —Desde hace seis meses del hospital psiquiátrico de Seattle. —Largo viaje ¿Y dónde te estás quedando? —En el Bronx y la ubicación no importa ya que vivo con adictos, suponiendo que pueda conseguir dinero para pagar un puesto. —¿Consumes sustancias ilegales? —No, de ningún tipo —tomé un papel anotando algunas cosas mientras ella me ve curiosa y a la vez resignada. —En fin, gracias por recibirme, que tenga buena día señorita Wintar —extiendo el papel y ella lo recibe sin comprender la situación. —En la dirección de arriba encontrarás un edificio, llega hoy a las ocho en punto y toca el timbre de ese apartamento, allí encontrarás hospedaje, uno más respetable y cercano a este lugar. El teléfono es mi número privado, cualquier cosa que necesites llama tranquila a la hora que sea. Solo te advierto algo Verónica Snow, si robas; te asesino, si lastimas a las personas de afuera sin mi consentimiento; te asesino, si llegas a atentar contra tu vida; te asesinaré para que sea seguro, considéralo la obra del día ¿Alguna pregunta? Me mira con suma curiosidad y siento un calor dentro de mí que hace años no sentía. —¿Por qué quiere contratarme aun cuando sabe de dónde vengo? Solo tiene que hacer una llamada y me encerrarían de nuevo. —Porque creo que huyes más de ti misma que de tu pasado y conmigo podrías encontrar un camino diferente, además, si estás dispuesta a tanto es porque quieres algo específico en tu vida y tú y yo sabemos bien qué es. —Gracias. —Nunca dije que sería gratis Verónica, la única obra de caridad que haré por ti será matarte si lo deseas. Escuchamos un estruendo afuera y salimos para ver lo ocurrido, encontrando a un par de estos idiotas peleando y arrojando cosas haciendo que mi nula paciencia acabe con mi cordura. —Bueno Verónica ya sabes, ocho en punto, ni un minuto más, buena suerte en la guardería y recuerda que no puedes matar a nadie así que busca otra forma de sometimiento, Liam se encargará de cerrar el lugar y podrás irte a las seis, me largo de este basurero. (…) Verónica De esa forma la veo irse dejándome en medio de ese campo de batalla, así que decido poner manos a la obra y encargarme de la guardería como dijo ella. Me pregunto cómo lo habrá descubierto, ni siquiera vio el currículum, me aseguré de practicar mi expresión corporal y verbal, hasta cubrí bien mi cuerpo con este vestido. Me retiré del taller a las seis y fui a buscar la dirección, caminar era lo único que podía hacer si quería tomar al menos un café en la mañana, solo tenía un par de prendas en mi bolso y unas pocas cosas de uso personal, no tenía identificación ni hogar, no era nada ni nadie en este mundo. Faltaban quince para las ocho, ella dijo que no llegara un minuto más, pero no dijo nada de llegar antes, así que toqué el timbre y abrieron la puerta desde arriba, era un edificio de siete pisos, tomé el ascensor para llegar al último encontrando solo un departamento, entonces toqué la puerta la cual no tardaron en abrir. —Dije ocho en punto, así que deberá lavar los platos señorita Snow —esto debía ser una broma. —No lo entiendo. —No hay nada que entender, su castigo será lavar los platos ¿Pasará o prefiere retirarse? porque de ser así no se moleste en volver a tocar esta puerta. Ingresé al lugar, era hermoso, sencillo y acogedor, la cena estaba puesta para dos personas, ensalada y pasta a la boloñesa con limonada. —Puede dejar sus cosas en la habitación de la izquierda donde encontrará también el baño, la esperaré para cenar. Entré a la habitación, no tenía mucho, un escritorio con una lámpara, una cama sencilla junto a una mesa flotante, closet y un perchero en la pared. Ingresé al baño y lavé mis manos arreglándome un poco antes de salir. Al volver al comedor ella estaba tras una silla invitándome a sentar, no sé qué pretendía, pero seguí su juego, al menos si sería mi última noche con vida no estaría con el estómago vacío. Tras una silenciosa cena lavé los platos y nos sentamos en la sala, era tan acogedora que se podría dormir cómodamente en ese sofá azul índigo. —¿Por qué hace todo esto señorita Wintar? —Porque puedo, por ahora te quedarás aquí el tiempo que necesites. —Lo siento, pero nadie hace tanto a cambio de nada. —Y por eso espero que tengas buen temple para lo que viene, por ahora usa la habitación que te dije, en el armario encontrarás ropa, creo que te quedará bien con unos días de buena alimentación, puedes tomar lo que quieras de la cocina, en el baño encontrarás toallas y demás utensilios personales, todo nuevo y sellado, por ahora solo descansa Verónica Snow. Se retiró a su cuarto dejándome sola y yo continué al que me indicó, en efecto tenía todo lo necesario así que cepillé mis dientes y me di una ducha como hace mucho tiempo no lo hacía, busqué en el armario una camiseta y un short, hacía un poco de calor así que sería perfecto, al retirar la toalla pude apreciar las cicatrices en mi cuerpo frente al espejo, hace mucho tiempo no las veía. A la mañana siguiente desperté, me arreglé colocándome una camiseta y un jean que traía en mi bolso, al salir me percaté que su puerta estaba abierta, pero no la encontré por ningún lado, la llamé y no hubo respuesta, así que fui a la cocina y preparé el desayuno para las dos. Hice limonada, preparé huevos con tocino y unos pancakes, no sabía hacer mucho, pero sería suficiente. Corté un poco de fruta como toque extra y serví todo en la mesa cuando escucho la puerta principal abrirse siendo ella quien ingresa. —Para la próxima no olvides el café, escoge, hay capuccino de vainilla y latte. Escogí vainilla y nos sentamos a desayunar en silencio, no era incómodo, de hecho, creo que era lo más acogedor en lo que había estado desde hace años o quizá siempre, tras recoger todo y terminarnos de arreglar salimos del edificio y ella me entregó un casco. —Es bueno que escogieras el jean para hoy, abrocha bien el casco y agárrate fuerte. Debí sostenerme bien de ella ya que iba bastante rápido, nunca subí a una moto antes, la sensación de libertad que genera es increíble, me perdí por un momento de todo hasta que ella se detiene y me fijo que llegamos a una tienda de ropa, recogimos algunas cosas y fuimos al taller. Al entrar, todos se pusieron demasiado tensos, no sabía si era por ella o por mí, no creo que me pasara ayer con lo que hice. Seguimos a su oficina, dejamos las bolsas y ella me entregó el contrato para firmarlo. —Muy bien, ve a tu puesto y empieza por la lista que está en la carpeta negra, si tienes preguntas solo marca el cero o ingresa a la oficina. —Señorita Wintar, quiero que me explique lo que quiere de todo esto. —Trabajarás para mí y en lo que te puedes solventar vivirás conmigo una temporada y en un par de días llegarán tus documentos legales para que no tengas inconvenientes de ningún tipo, mientras tanto, evita meterte en problemas con la policía y si resulta inevitable solo llámame —se levanta buscando unas carpetas y luego se acerca entregándomelas. —Cuando termines con la carpeta negra ve con estas. —Jamás recibí una ayuda como esta en toda mi vida… —murmuré conflictuada. —Conmigo estarás a salvo Verónica, pero lo demás depende de ti. En ese momento tocan la puerta a lo que ella da el pase y entra un pequeño de quizás doce años. —Enano deberías estar en la escuela. —No llegó el profesor y salí a visitarte —se acerca un poco más quedando frente a mí. —Hola mucho gusto, soy Max —estira su mano y la acepto con una sonrisa cordial. —Mucho gusto, Verónica Snow. —Rag me habló de ti, espero que puedas quedarte así podrías ayudarme a pasar tiempo con ella, si necesitas ayuda no dudes en preguntarme —me dice con tal cortesía que no parece propia de su edad. —Sí, sí, mucho cuento enano, deja tus conquistas y siéntate que la que te espera será larga. Por favor retírate Verónica y cierra la puerta. —De acuerdo, un placer conocerte Vero. Me dice el pequeño con una hermosa sonrisa que sé, atraerá muchas chicas cuando crezca. —Lo mismo Max, con permiso. Me retiro y procedo a leer la carpeta negra dándome cuenta de que son instrucciones muy claras de todo, uso de la computadora, archivos, carpetas, entre otros, no sé en qué momento hizo todo esto, es impresionante. Procedo a leer las instrucciones y empezar con mi trabajo cuando noto las miradas de todos sobre mí, levanto mi rostro con una mirada fría provocando el terror en ellos quienes intentan hacerse los desentendidos, verlos con ese miedo en sus rostros es algo que me encanta, quizás las cosas puedan ser interesantes aquí.
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