Capítulo 2

1505 Words
–¡Pierce! –James –murmuró con fastidio Elizabeth. –¿Cómo está la pequeña Megan? –Muy bien. Elizabeth señalo al frente porque el profesor estaba a punto de llamarlos para entregar la información, llamaba a cada uno de los estudiantes, justo como lo sabía James se irá con su padre a la firma Wilson, como todo un fanfarrón se levantó como pavorreal para tomar su carpeta agradeciendo al profesor por todo y le guiño el ojo a Elizabeth al tomar su lugar, no se podía esperar menos de un niño presumido. –¡Elizabeth Pierce! – Ella se levantó al escuchar su nombre, camino hacia el profesor y al entregarle la carpeta pronunció el nombre de la firma. – Anderson. Sintió como una oleada en todo el cuerpo que se tensó de inmediato al escuchar ese apellido, tomó la carpeta y al abrirla tenía el sello de la firma. –Yo preferí otro lugar –se quejó. –Lo sé –contestó el profesor –. De hecho ellos ni siquiera piden un candidato de aquí porque solo aceptan de las universidad más reconocidas, pero habrá una vacante y tu eres la más calificada para ir, también pensé en James, pero él tiene su lugar asegurado en la firma Wilson. –Pero yo no pedí esté lugar –reclamó desesperada. –Es una de las mejores firmas de toda la ciudad y no quieres ir. –Yo pedí ir a O´Connors. –Pero aquí tendrás mejores oportunidades y hasta puedes quedarte a trabajar. Elizabeth quería ahorcar a su profesor, no tenía ningún derecho a cambiarle de esa forma el lugar a dónde iría sin preguntarle, al menos hubiera considerado a alguien más, incluso estaba segura que él había intervenido para que la recibieran en ese lugar. –Mira si no lo quieres se lo doy a otro, pero el proceso es largo y no te aseguro que te reciban este año –continuó. –¿Cómo que no me van a recibir? ¡Este fue su error! –Te elegí a ti porque eres la mejor estudiante y es una excelente oportunidad, pero si decides cambiar tendremos que cancelar está solicitud, enviarás una carta con el motivo por el que no puedes ir y haremos el trámite para la otra firma el otro año. –¡El otro año! –El otro año, Elizabeth. –El profesor estaba a punto de quitarle la carpeta cuando ella lo detuvo. –Está bien –se rindió –. Iré aquí, gracias. Se dio la vuelta para tomar sus cosas porque ya era la hora de irse, no deseaba ir ahí, pero retrasar un año de su educación no era una opción, quería su título, ya había planeado todo, incluso renunció de su trabajo de bienes raíces para poder dedicarse a esto y tener tiempo para Megan. Tenía otro plan en mente, su principal objetivo sería no llamar la atención, no era la única pasante que iría a ese lugar y le daría la oportunidad a los demás. –Así que Anderson, eh. –Escuchó la voz de James detrás de ella –. Sabes que mi padre odia esa firma. –Me da igual –escupió. Estaba demasiado molesta por lo que acababa de pasar, no le podía gritar a su profesor y solo quería salir de la universidad para poder pensar mejor las cosas. –Vamos Pierce –continuó el chico –. Hoy si me aceptas ese trago. –No. –Podemos darle una lección a tu novio, si puede salir en los medios con una chica, tú también puedes salir con alguien más. Elizabeth pensó en Robert, ese hombre era realmente insoportable, pero James aparte de insoportable era un niño consentido acostumbrado a obtener siempre lo que quería, ella no caería como lo había hecho en el pasado, pues aquel hombre al que le había entregado su corazón se encargó de destrozarlo. –¡Jamás saldría contigo! –gruñó cerrando la puerta del auto. Pasó por Megan que venía con una gran sonrisa al entrar al auto. –¿Y eso que vienes tan feliz? –¿Puedo ir a una fiesta? Elizabeth sintió una presión en su pecho al escuchar la pregunta de la pequeña. –¿Qué? –Será el cumpleaños de Matías y sus papás lo dejaron hacer una fiesta en su casa hoy por la noche, me invitó y quiero ir. –Abrió sus ojos verdes como su señal de súplica. –Por supuesto que no. –Por favor mamá, me dijo que quería que estuviera ahí. –Es mayor que tú –aclaró –. Sus padres pueden dejarlo hacer lo que quieran, pero tú aún eres una niña y no te voy a dejar ir a ningún lado especialmente por la noche. Ese castaño tiene cuatro años más que Megan, lo conoció a sus ocho años, pensó que no lo volvería a ver cuando la cambió de escuela hasta que entró al equipo de baloncesto, Elizabeth tenía miedo porque a pesar de haber hablado con Megan sobre los chicos, sentía que ella nunca le daba la atención necesaria a sus palabras. –Y si se lo pido a mi hermana mayor –sonrió. –No usarás el truco de hermana mayor –debatió Elizabeth –. No vas a ningún lado, ese chico ni siquiera me saluda cuando vengo a buscarte. –Es porque siempre tienes cara de enojada. –¡No es cierto! –¡Si lo es! –¡Suficiente! –exclamó Elizabeth –. En el auto no se discute y no vas a ningún lado. Megan estaba realmente molesta, no entendía la razón por la cual su madre se negaba a que tuviera esa amistad con Matias, no lo iba a negar, ciertas emociones comenzaban a aflorar en su interior hacía el castaño, pero todos estos años siempre han sido buenos amigos, al llegar a casa corrió a su habitación y cerró la puerta con fuerza tomando su teléfono. Elizabeth estaba asombrada porque no creía que la adolescencia llegaría tan rápido, que esa niña astuta, tierna y dulce se convertiría en un dolor de cabeza los próximos años, siempre admiro a Megan por su inteligencia, pero nunca pensó en que desaparecerían por un chico. Elizabeth se preocupó cuando al oscurecer Megan no salía de su habitación, estaba a punto de ir a buscarla cuando el sonido de la puerta se escuchó, se sorprendió al encontrarse con los ojos grises de Alex, traía unas pizzas en una mano y algunas bolsas en la otra. –Hola –saludó. –Hola… lo siento –murmuró Elizabeth al dejarlo pasar –. No creí que vinieras hoy. –Bueno, es que Megan me escribió. Elizabeth estaba a punto de hablar cuando Megan apareció para lanzarse a los brazos de Alex. –¡Alex! Te extrañe mucho. –Hola estrellita –respondió a su abrazo –. Yo también te extrañe, pero dime cómo te ha ido en los entrenamientos. –Soy la mejor –sonrió con orgullo. –Como siempre –contestó Alex –. Traje pizza y algunos regalos, espero que esté bien. Alex vio a Elizabeth y ella aceptó con una sonrisa, tomaron lugar en la mesa del comedor a degustar la pizza mientras Megan y Alex hablaban de baloncesto, ellos eran expertos en el tema, todo estaba de maravilla hasta que Megan indicó su mayor molestía al recibir un mensaje en su teléfono. –Es Matías, hoy es su cumpleaños –declaró –. Me invitó a su fiesta, pero mamá no me deja ir. –¿Por qué? –dudó el moreno. –Tiene once años, Alex. –Once grandes años –indicó –. Sería su primera fiesta donde irán sus amigos y la podemos ir a dejar y traer. –No me van a convencer. –Por favor, Eli. Alex y Megan movieron sus pestañas haciendo un puchero, Elizabeth sonrió ante la actitud infantil de ambos, ellos sabían cuál era su debilidad, no podía creer que su mejor amigo ahora estaba en su contra. –Es muy tarde para ir. –Pero la fiesta empieza a las nueve –chilló Megan. –Y podemos ir a recogerla a las doce –propuso Alex –. Serán solo un par de horas que estará en una casa de la que no saldrá ni beberá nada extraño –le advirtió viendo a Megan, ella asintió con una sonrisa –. Y luego la traemos a casa, segura y sana. –Poderes de hermana mayor –exclamó Megan. –No uses el chantaje, bubú –la regañó –. Pero está bien, lleva tu teléfono y si te llamo ¡Contestas! Megan brincó hasta su habitación, a traer su teléfono y salió muy entusiasmada, Elizabeth le dio una mirada de reproche a Alex antes de salir de la casa e ir en su auto porque se vería muy bien si Megan llegaba a la fiesta en un auto deportivo.
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