Kaelín
—De todos modos, feliz cumpleaños, Rhea —dijo Dom, alcanzándonos al trote.
—Muchas gracias —ella le sonrió, y el rubor que le había visto ya había desaparecido—. Pienso celebrarlo comiendo cantidades absurdas de pastel de carne.
—¿En serio? —Dom me miró—. ¿No crees que debería hacer algo más elaborado, Kaelin?
Reí y rodeé la cintura de Rhea con el brazo.
—¡Para nada! No se me ocurre mejor forma de celebrar.
—¿Verdad que sí? La buena comida es lo único que importa.
Dom soltó un largo y exagerado suspiro.
—Ustedes dos son tal para cual, ¿eh?
—¡Por supuesto! Estábamos destinadas a encontrarnos.
Mi pecho se calentó con las palabras de Rhea. Los tres seguimos conversando mientras caminábamos, y me sorprendió lo normal y correcto que se sentía todo. Era tan gratificante reír y b
