Kaelin
El Dr. Stan exhaló un suspiro de alivio mientras se apartaba. Sus manos estaban resbaladizas con la sangre de Alaric, y una de ellas sostenía una aguja y los restos del hilo usado para coser la herida de Alaric. Pasé mi mano por el cabello de mi pareja, húmedo por el sudor. Parecía mucho, mucho más calmado ahora. No se había movido ni una vez mientras el Dr. Stan lo cosía; de hecho, parecía estar durmiendo.
—¿Estará bien, Doc? —preguntó Dom.
—Sì —el doctor se secó la frente sudorosa con una camiseta que no estaba manchada de sangre—, ahora que esto está fuera de él. —Se limpió las manos con la misma camiseta y luego sostuvo algo en su mano. Me puse de pie para ver qué era. Una bala ensangrentada, con la punta doblada hacia adentro, descansaba en su palma.
Dom tomó una respiració
