Kaelin
Alaric se movió y salió corriendo para ver en qué podía ayudar en la pelea, y yo volví la vista al caos a mi alrededor. Lobos cargaban a sus heridos en la espalda y en camillas improvisadas, luciendo completamente perdidos. Los que yacían en el suelo permanecían inmóviles y sin atención. Las mujeres se quedaban cerca de los bordes del lugar, sin saber cómo ayudar.
Miré hacia abajo. Todavía llevaba puesto aquel hermoso vestido. Esa no era la vestimenta de una Alfa que era necesaria por su gente.
—¡Hey! —llamé. No tenía del todo la fuerza de la voz de Alfa de mi lado, pero soné lo bastante autoritaria para captar la atención de quienes aún podían moverse—. Dejen a los heridos aquí para tratarlos. Es demasiado arriesgado intentar llevarlos a la enfermería en la esquina este.
Mientr
