2 | Gabriel

848 Words
Gabriel Simplemente no puedo sacar a la chica de mi cabeza. Miró a la mujer desnuda sobre mi escritorio, mientras ella me complacía no podía dejar de pensar en la pequeña Holly gimiendo por mi, llamándome papi. La mujer se levanta para luego acercarse a mí de manera seductora. – Gab – Ahora no, retírate. – la interrumpí antes de que pudiera decir algo. Ni siquiera presto atención cuando ella se va, no me interesa para nada ahora, sé que esa pequeña niña me tiene totalmente mal. Me siento en mi escritorio y me la imagino entrando con un vestido rosa, luego se sienta en mi regazo y pide que juegue con ella. Me imagino que me pregunta sobre el bulto en mis pastalones, para luego complacerla mientras me llama papi. Rápidamente salgo de mi ensoñación cuando mi hijo Duncan entra a mi oficina. – No pensé que estuvieras solo en este momento. – me mira con curiosidad. – Bueno, simplemente le dije a Cindy que se fuera. – su ceño se frunce. – ¿No era Cherry? – me encojo de hombros ante su pregunta. – Ya no me interesa. Su sonrisa crece y sus ojos muestran pura felicidad. – Espero que sea por la pequeña Holly. – No sé qué decirte – Quiero que seas feliz papá – dice cómo si fuera la cosa más fácil del mundo – Además Ani adora a la pequeña Holly – sonríe – Quiero que tengas lo que yo papá. – Yo también lo quiero Duncan. *** Miró fijamente como Holly está horneando un pequeño pastel de chocolate. Tararea una pequeña canción moviéndose a su ritmo mientras termina de cocinar. Está pequeña chica ha cambiado todo de mi desde el momento en que la vi. Al notar mi presencia me sonríe. Es muy hermosa. Sus mejillas se sonrojan al notar que no despegó mi mirada de ella. Eso me hace pensar que tanto se sonrojaría mientras esté gimiendo mi nombre o llamándome papi. Me acerco a ella despacio sin apartar mi mirada de ella. – ¿Cómo te encuentras dulce niña? – Yo – tartamudea con sus hermosas mejillas sonrojada a más no poder, toma una profunda respiración antes de hablar – Nunca me cansaré de agradecerte por lo que hiciste por mí muchas gracias. – Siempre estaré hay para ti de ahora en adelante. Demasiado dulce para diabéticos – Papi más rápido por favor. – dice mientras gime. – Tu gatito se siente tan apretado dulce niña. – Es solo para ti papi. – Buena niña, tu coño es solo mío. – gruñí mientras aumentaba mis embestidas. – Papi que es esta presión que siento en mi estómago – dice mientras gime mucho más alto. – Estas a punto de correrte, cariño. – toco su pequeño botón de placer. – Papi – gime. – Tienes que tener al hijo de papi – gruñó – te follare tanto dulce niña que no podrás caminar y de seguro tendrás a mi bebé. – gruñó mientras aumento mis embestidas. Me corro dentro de ella dejando toda mi semilla en su joven útero. Me encargaré de mantenerla bien cuidada y la malcriare como mi pequeña niña. Veo hacia su pequeño gatito lleno de mi semen saliendo de su interior. Es la mejor vista que he tenido. Meto dos de mis dedos en su coño volviendo a meter mi semilla dentro. Esto apenas está empezando. – Date la vuelta y muéstrame tu culo, pequeña niña. – Sí, papi. – Buena chica, Holly. Voltea poniendo su culo al aire. Rápidamente me acomodo entre sus piernas y entró de nuevo en su pequeño coño, no me detendré esta noche ni nunca. *** Me despierto sobresaltado por el sueño que acabo de tener. He estado trabajando estas últimas horas, pero mi mente siempre va a Holly, mi pequeña, pronto te tendré a mi lado y nunca te dejaré ir. Escucho un fuerte golpe y luego un sollozo proveniente de la cocina. Me levanto rápidamente y me dirijo hacia la fuente del ruido. Cuando llego veo a Holly hecha un ovillo y llorando. Me acerco a ella muy despacio. – Dulce niña, no llores. – ella me mira con sus ojos azules totalmente rojos – Dime quien te hizo llorar Holly. – sorbe su nariz. – Una mujer llamada Cherry me dijo que era una pequeña puta por tratar de quitarle a su hombre – dice mientras se levanta del suelo y se limpia sus hermosos ojos – dijo que tú le pertenecías. – me mira fijamente. Simplemente niego con mi cabeza. – Yo solo le pertenezco a alguien Holly y te aseguro que no es a esa mujer. – ¿A tu esposa? – frunce el ceño haciéndola ver adorable. – No tengo esposa, pequeña – suspiro – te pertenezco a ti. Sus pequeñas mejillas se sonrojan. – Ahora ven a los brazos de papi para que pueda consolarte. Su mirada se vuelve oscura y su rostro mucho más rojo. – Sí – la miró fijamente – papi. . . . . . . . Parte Corregida
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD