Los días han pasado rápido, ya he podido ordenar algunas cosas, solo espero completar el papeleo de los niños ya que fueron rechazados y toco someterlos nuevamente, los míos ya están listos pero me temo que tendré que adelantarme al viaje e irme sola hasta que termine el proceso, lo cual me tiene muy angustiada y preocupada, nunca he estado lejos de ellos y menos a esa distancia y tiempo, el solo pensar que tendré que dejarlos me duele el alma, ellos son todo para mi, no consigo vivir si no están conmigo, han sido y serán mi mayor sostén y mi vida entera.
Lo más doloroso es no saber qué tiempo tendré que esperarlos y poder estar juntos de nuevo, mientras tanto los días pasan y ya casi tengo que viajar, al menos trataré de establecerme y organizarme para cuando nos reencontremos poder darle una buena calidad vida.
El día del viaje llegó, y no puedo apartarme de ellos, los tres lloramos como si no nos volveríamos a ver, nunca los dejaría de no ser porque quiero darle un futuro mejor, un último beso, un último té amo antes de dejarlos atrás con un dolor en el alma que me parte por la mitad, pero con la esperanza de nos veremos pronto y solo seremos nosotros contra el mundo.
En el avión me hundo en mis pensamientos, en cómo pude ser capaz de dejarlos, aunque están con mi madre que daría lo que sea por ellos, no puedo dejar de pensar en sus caritas tristes diciéndome adiós llorando como bebés desconsolados, juro que casi me arrepiento y mando todo a la m******a.
Después de un viaje largo y agotador por fin llegamos a tierra, ahí me recogería Mike el nieto de doña Maguie, cuando salgo voy todo el pasillo hecha un mar de lágrimas pensando en todo lo que dejo atrás, cuando escucho que dicen mi nombre, esto me hace reaccionar, veo un hombre un poco más joven que yo, de piel clara, muy alto y fuerte mover las manos en señal de que es quien me espera, me acerco y su ojos llaman mi atención, son de un color miel mezclado con azul mar, y su pelo un poco canoso encajan perfectamente con su cara de niño.