Capítulo XXIII

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Capítulo XXIII Esta vez Vito Valloni no llevaba su ridícula peluca y mostraba la misma calvicie que Marradi. —¿Audaz, verdad, señor Velli, presentarme en casa de Mark y en la entrega de premios, justo delante de usted que me conocía personalmente? Me mostré inmediatamente benévolo, e incluso servil, en realidad sin ninguna esperanza real de conseguir nada. —Un camuflaje perfecto, señor ministro. —Eh —se complació el tipo—, un buen cirujano, nariz, orejas, labios y huellas digitales nuevos, operación en las cuerdas vocales para cambiar la entonación —la voz profunda que todos conocían se había convertido en chillona—, luego la barba y como toque final la peluca y aquí tenemos a ¡Mister Valloni! —Señor ministro, perdóneme —probé—, usted recuerda que le salvé la vida, ¿no? —«¡Te habría

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