Ibrahim rechaza a Sharis

1431 Words
Sharis, dejó de llorar y quiso recostar su cabeza en el hombro de su amigo Ibrahim, su ángel salvador, pero él se apartó disimuladamente para no hacerla sentir mal, el contacto de una mujer no sería bueno para el seminarista, es una de las cosas que debe evitar, se trata del claustro, sin contacto físico de ninguna manera, debe estar pulcro por dentro y por fuera, sus sentimientos deben ser solo para Dios. Sharis se dio cuenta pero prefirió no decir nada. Sus pensamientos estaban ocupados por aquellas palabras dichas por su padre, retumbando en su cabeza. — Debo irme, solo avísame cuando desees ir a ver a tu padre… No pienses nada, solo hagamos esto por ti y por tu hermano, ustedes merecen lo que él está disfrutando junto a su nueva familia… No se trata de ser avaro, es su derecho como hijos legítimos. — Es razonable, ¿puedo hacerte una pregunta? — Puedes hacerla, dime… si puedo contesto. — Ehh… ¿Te gustan las chicas? —Sharis se tapó el rostro con las manos, sintiendo algo de vergüenza. — ¡No son para mí! Debo irme, ya fue suficiente por hoy, nos vemos cuando decidas ir a visitar a tu padre —Ibrahim contestó de una manera definitiva. — Siempre evades ese tipo de preguntas… ¿Por qué? — Por lo que ya te he dicho, no tengo tiempo para esas cosas. — Entiendo aún eres muy joven, yo igual, pero a esta edad, se puede tener un romance. — Se puede, pero yo no debo… ¡Vamos, acompáñame! — Bien vamos, simplemente me dejas mucho que pensar de ti. — El pensamiento es libre, puedes pensar cualquier cosa de mí, eso es normal, pero no solo debes ver, sino sentir dentro de ti lo positivo que ves o conoces de otras personas. — No sé por qué hablas tan bonito, cada palabra te sale del alma, eso hace algo especial en ti, tal vez esa sea tu forma de enamorar a las chicas —sonrió Sharis con gestos picarones. Ibrahim para evitar que Sharis continuara con el tema de tener romances o pareja, decidió continuar su camino en soledad, solo con la compañía de Dios. — Ya hasta aquí está bien, gracias por la compañía seguiré solo, adiós y saludos a tu familia. — Adiós, nos veremos pronto. Adiós. —Repitió e hizo un gesto con la mano. ¿Hasta donde pensará Ibrahim, ocultarle la verdad a Sharis? La chica está más y más embrollada por su actitud, ella es como una niña entiende algunas cosas, pero otras la dejan tan confusa e intenta dejar el tema y no insistir. Ibrahim está cada vez más metido en el corazón de la muchacha, sin darse cuenta la está llevando a sus brazos, la manera de Sharis ver las actitudes de Ibra, la está envolviendo en sus redes, llegará el momento del cual no podrá zafarse fácilmente. El seminarista, no desea perderla quiere ayudarla y lo está logrando, pero ¿cuál será el precio que tendrá Ibrahim que pagar por ayudarla? Él no le miente, busca la manera simplemente de hacerle ver las cosas de otra manera, no le demuestra pasión, cariño, amor. Él la está ayudando a organizar su vida, no ha de olvidar cuando la vio tendida esa noche, muy cerca de los brazos de la muerte… Se lo propuso y seguirá hasta lograrlo. Los padres se comunicaban con su hijo en las noches, es mucha la diferencia de horas pero él duerme muy tarde, hace todo en la casa, además de cocinar, limpia, ordena, hace las oraciones antes de salir y después de llegar. Pasaron cuatro días desde la última vez que se vieron Sharis e Ibrahim, estaba llegando la fecha del cumpleaños de ella, él estaba pendiente no se le fuese a olvidar. La noche del jueves, Sharis Briche lo esperaba por donde siempre pasaba, a la misma hora, necesitaba contarle la decisión tomada, quería ser acompañada por él al día siguiente, pero no pudo verlo. Se sintió desanimada, un poco triste tenía la ilusión de verlo, hablar un poco. A ella le agradaba la compañía del muchacho, las palabras bonitas… Sharis se estaba enamorando del seminarista. Lo peor era que él lo sabía, tal vez decidió alejarse un poco y cambiar su ruta para tratar de evitarla lo más posible. Ese fin de semana, él no apareció por la casa de la familia Briche, ella estaba muy extrañada, pensaba que pudo haberle pasado algo, pero sacudió su cabeza para sacar esos malos pensamientos. Por un momento la chica se acercó donde Ibrahim estudia, vio a un señor de lejos, parecía el portero o cuidador del colegio. — ¡Oiga!, ¡Disculpe! ¿Podría decirme si aquí se encuentra el profesor Ibrahim Lincolai? —preguntó la muchacha interesada y esperanzada en obtener noticias de su amigo. — ¡Disculpe, señorita! No puedo darle ese tipo de información. —Respondió el celador. — ¡Oiga!, Pero solo quiero saber si está aquí. — ¡Lo siento, señorita! Ya le dije que no puedo darle ese tipo de información y lo mejor es que usted, no se acerque aquí. Le informó amablemente el señor, cerrando la ventanilla del portón del colegio. Ella triste se va sin obtener respuesta. Siguieron pasando los días, la chica no sabía nada del joven, la abuela angustiada viendo su tristeza reflejada en los ojos, trató de consolarla. —Sharis, ¿Por qué esa tristeza en tu rostro?, cuéntale a la abuela que pasa. — Tengo muchos días que no veo a Ibra y eso me tiene muy preocupada, no sé si le pasó algo o solo se olvidó de mí. Prometió ayudarme. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. A su abuela se le partía el corazón viéndola de esa manera, nunca antes la había visto así tan desconsolada. — Mija, seguramente está ocupado. No lo han dejado salir de donde estudia, puede que esté en oración o enclaustrados, yo que sé, pero deja de sentirte así, dime mi amor, ¿tú estás sintiendo algo por ese joven? — ¿Para qué negarlo, abuela? Creo que sí… Me agrada como me trata, es tan dulce en sus palabras, las cosas que dice son como canciones, es algo que nunca antes había sentido en mi pecho. — Mira Sharis, debes entender algo mija, el amor tienen que ser sentido entre dos personas y pues él no lo hará, ni contigo ni con otra mujer. Es la voluntad de Dios, debes dejarlo ir… Sácalo de tu corazón, de lo contrario, sufrirás mucho por ello, por ese amor imposible. — No entiendo, abuela ¿Por qué me dice usted eso? ¿Cómo es que no puede entregar su amor a nadie? — Espera, Sharis ¿Él no te lo ha dicho? — ¿Decirme qué? En ese momento la abuela recordó lo que él le había comentado, no deseaba que lo supiera por la razón de ella, ya que no le gusta nada de iglesias, santos, curas y porque podría perder la ayuda brindada por Ibrahim. — Que él está muy comprometido con sus estados, trabajo y otros menesteres, yo ya no sé más… Estos jóvenes… Pero ya, ven, quédate tranquila, ya aparecerá. — ¿Lo crees abuela? Quedamos en ver a mi padre, él me acompañaría, pero no volvió a aparecer. — Bueno mi niña tranquila. Oye, mañana es tu cumpleaños, ¡Cómo ha pasado el tiempo! Recuerdo aquella tarde cuando tu madre llegó a mi casa, a esta casa, la recibí con alegría. Ustedes estaban muy pequeños y hasta la luz de hoy me he visto envejecer y verlos crecer. — ¡Mañana! A decir verdad, no lo recordaba, es cierto, pero abuela será como todos los años ya no tengo ánimos de nada, mejor me iré a mi cuarto, si viene Nadia, dígale alguna cosa, no me moleste por nada ni por nadie. La señora Abigaíl hizo caso a su nieta, no dejó que nadie la molestara, ella sabía cómo se sentía, mientras que la pobre de Sharis, se sentía morir, el amor tocó el corazón de Sharis y ella lo dejó entrar, ahora sufre por la ausencia de ese sentimiento tan profundo. Se quedó dormida pensando en lo que su corazón le gritaba, no quiso levantarse de la cama. Su madre había traído algo para cenar, le pagaron el salario y compró pollo para agradarla, pues venía su cumpleaños. A la mañana siguiente, ella despierta estirando los brazos, aún se sentía abatida, triste, pero necesitaba reconfortarse, era el día de su cumpleaños.
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