—Mamá, deseo hablar contigo… Es un asunto bastante fuerte para ti, pero para mí es productivo, necesito hacerte un par de preguntas.
—Hija, deja que termine de llegar, apenas estoy respirando, tranquila, ya te atenderé, vamos a ver cuál es tu urgencia. Espero no sea una de tus tonterías, pues a veces pareces una chiquilla en plena adolescencia.
Sharis respiró profundo, estaba buscando las palabras adecuadas para hablar con respecto a su padre… Esperaba ver a su madre relajada, y hacer todas esas preguntas, Ibrahim despertó en Sharis algo que ella tenía dormido en el olvido. Deseará correr con suerte, pues su madre detesta hablar del tema con relación a ese hombre, el cual ella abandonó por maltrato, tanto físico como verbal.
— ¿Madre, podemos hablar? Deseo saber algunas cosas con respecto a mi papá… Sé que no te agrada la conversación, pero es importante para mí.
— Sharis, cansada estoy de decirte siempre lo mismo, no deseo saber de ese hombre, ¿cómo he de explicártelo?
— Mamá, pero entiende, no deseo eso, solo quiero escuchar su opinión con respecto a una pregunta, o dos más bien… ¿por qué no entiendes? Se trata de mi padre, tengo ese derecho.
— Está bien, hija… Tienes razón, ¡Debo afrontar esto de una vez por todas!
— Mamá, ¿dime las posibilidades que tengo para encontrar a mi padre…? Deseo ubicarlo ¿Tú sabes dónde? No puedes negarlo, estoy en mi derecho… Además llevo su apellido, sin mucha honra, pero lo llevo, dime madre… Habla.
— Sharis, te diré lo siguiente… Tu papá fue malo, y eso no cambiará en él, si no los buscó en tanto tiempo y ya sabes por qué, nosotros no lo necesitamos, hemos salido adelante sin él no sé para que lo quieres ahora en nuestras vidas.
— ¡Quiero! Necesito saber muchas cosas, tú lo puedes desaparecer de tu mente, pero tengo un apellido y eso vale mucho, tengo la edad suficiente para decidir qué hacer con mi vida madre, usted debe ayudarme, ¿Dónde puedo encontrarlo? Usted dice ver unos comerciales, donde aparece nombrando su red de tiendas.
— ¿Quién te ha metido esas cosas en la cabeza, Sharis? Seguro es el curita, ¡Metiéndote ideas en la cabeza!
— ¿De qué hablas? No metas al párroco de la iglesia, sabes que no visito esos lugares, dime ¿Dónde puedo encontrar al señor papá, puedes decirme de una buena vez y por todas? — Sharis estaba enfurecida.
— Presta atención, tu padre si quisiera los buscaría, vas a su encuentro después… ¿Después cuándo? Él no desea saber de ti, de mí, ni de nadie en relación a esta familia… Entiende de una vez por todas Sharis.
— ¡Está bien! Lo haré por mi cuenta, ¡Ya sabía eso! Contar con usted no fue buena idea, siento haberla molestado, madre. Ya puede estar tranquila no seguiré preguntando, usted desconoce todas mis necesidades… ¡Vaya pues! —expresó Sharis muy molesta.
— No te molestes hija, pero ven aquí te diré algo… Ese señor tiene otra familia con hijos, son medio hermanos, hasta donde sé son dos chicos, eres la única niña y la que más se parece a él, la esposa es de piel más clara y se ve buena persona.
— ¡Entonces, tengo hermanos…! Increíble, pero no contestas mi pregunta, ¿Dónde puedo encontrarlo?
— Toma esta tarjeta, te dirá dónde puedes encontrar a tu padre, espero corras con mucha suerte hija, también espero que él haya cambiado por completo.
— ¡Gracias madre, lo sabía…! Usted no podía dejarme mal y no fue ningún cura, fue mi amigo Ibrahim, él me dijo que tengo apellido y al tenerlo, tengo derechos… —Sharis abrazó a su madre emocionada.
— Espero hija de tu parte, tener discreción con respecto a este tema, no hables de nuestra situación a tu padre, eso si puedes hablar con él, no te excedas… Las cosas no te resultaran tan fáciles, te lo digo yo… Conozco a ese señor, si te rechaza, promete no volver a saber de ese patán.
— Sabe madre, no tendré dinero… Pero inteligente si soy, sé exactamente lo que debo hacer, lucharé por ese beneficio el cual nos corresponde por derecho a mi hermano y a mí, no dejaré nada fuera de las posibilidades… ¡Mi lucha comienza ahora!
La madre, terminó aclarándole a su hija Sharis, todo lo relacionado con el asunto de su padre… Ya no podía seguir ocultándole nada, ella es una mujer adulta y averiguará por todos los medios, todo lo que pueda y para ello le pedirá a Ibrahim su ayuda, él la motivó para el reto y tendrá que ayudarla en lo más o en lo menos, no se quedará con los brazos cruzados, ella también tiene sueños y su padre ayudará a realizarlos. Cueste lo que le cueste. Sharis Briche, conocerá a su padre.
Si tiene que pasar por miles de cosas lo hará, ella está dispuesta a luchar y nadie la detendrá, su padre tiene que pagarle lo que le quitó todos estos años.
Contará con Ibrahim para realizar todo lo que se ha propuesto, él la llevó a entender una realidad que estaba dormida en lo más profundo de su alma.
El seminarista, Ibrahim Lincolai, no pensó en ningún momento que Sharis fuese tan violenta en ese sentido, solo le dio la posibilidad y que la ayudaría, pero como que no la necesita, se ve su fuerza interior cuando se enoja o desea obtener un propósito.
En el seminario, Ibrahim, tienes varios amigos, desde que llegó hizo relaciones de amistad muy pronto, su carisma y simpatía lo ayudan mucho en esta carrera.
El sacerdocio, es el poder de Dios, alegando su poder en los varones dignos siendo miembros de la iglesia católica, en su nombre le permite al sacerdocio la salvación de la familia humana, es la salvación en nombre de Dios aquí en la tierra.
Ibrahim, tiene una fe infinita, desea ser un buen sacerdote, su vida la tiene encaminada hacia la iglesia. La mezcla de estudio, oración y comunidad, en la disciplina y el entendimiento de la voluntad de Dios.
La ayuda por las demás personas, la posee desde su niñez, los compañeritos de clase lo llamaban el niño bondadoso, daba a los demás alumnos todo lo que poseía de su almuerzo, el pobre muchachito se quedaba sin comer nada, mientras Ibrahim, hacía ese tipo de gestos con los niños…
Otros le daban parte de su almuerzo para no dejarlo sin comer nada. Ibrahim siguió su corazón, creció con esa visión de ser sacerdote ya Dios lo había elegido cuando se le reveló ese sueño, él se impactó. No hallaba como descifrarlo, pero sintió esa sensación de querer, ser sacerdote.
Dentro del colegio para seminarista, hacen diversas disciplinas, se levantan muy temprano, realizan sus oraciones, desayunan, ven clases, hacen deporte, es un ambiente muy sano, los niños son obedientes y aprenden muy rápido los idiomas.
Los días pasaron, todo marchaba muy bien, Sharis seguía en la averiguación con respecto a su padre… necesitaba hablar con Ibrahim, ya tenía algunos datos encontrados por internet, eso le serviría para comenzar.
—Hola Sharis ¿Qué estás haciendo por aquí? ¿Estabas esperándome?
—Siii… Estaba pendiente que pasaras cerca de aquí, ¿Cómo te fue con la entrega de los alimentos en el Bronx?
—Excelente, las personas se portaron bien mientras retiraban los alimentos… No te niego un par de problemitas, pero nada que lamentar.
—¡Vaya! la civilización está llegando a estos barrios de negros, ¡Se les había perdido!
—¿Que averiguaste con respecto a tu padre? ¿Pudiste hablar con él?
—No, no pude hacerlo, no he visitado su oficina aún, necesitaba pedirte de favor que puedas acompañarme a realizar un encuentro para no llegar de manera improvisada.
—¿Deseas que hable con él primero? Antes de ir y presentarte frente a él deberías tener las palabras adecuadas, tratar de no ponerte nerviosa y no salir corriendo de su oficina… ¿Eso es lo que quieres?
—Exactamente, no quiero aparecer así de esa manera, no lo conozco y su reacción puede ser muy dura o tal vez no haga caso de mi presencia.
—No asumas cosas que no son Sharis, podría ser diferente, quién sabe quizás estaba esperando ese momento y te abrace y te diga que te extrañaba.
Los gestos en la cara de Sharis entristecieron de momento, deseaba abrazar a Ibra, pero temía ser rechazada, las ganas estaban invadiendo su mente, pero ella sabía el trato de él, era esquivo, no suele decir palabras de cariño, de amor, eso la confundía mucho.