El mundo podría necesitar un poco de descanso, yo solo quiero que me lleves lejos.

1158 Words
Cuando recorrió la casa, se encontró maravillada por todo lo que esta ofrecía, dejo que su esposo hiciera todo el negocio sobre la compra, ella quería seguir admirando la belleza del sitio, la luz que entraba era increíble, podía sentir paz en el lugar, algo que necesitaba demasiado, el canto de las aves la hizo sonreír, era mucho mejor que el constante ruido de los autos de la ciudad, nunca le gusto la ciudad, creció en las afueras en la finca de sus padres así que eso tenía mucho que ver en que no le gustara el estrés que solo la gran ciudad podía ofrecer, al contrario de su hermana quien siempre se quejo por vivir en la finca. — ­¿te gusta el lugar? — la voz de Nathan la sacó de sus pensamientos. — Si, me gusta bastante, aunque no debe ser un lugar barato. — De eso no tienes que preocuparte, solo quiero que te guste, solo así la comprare. Un minuto de silencio invadió a la pareja, volvió a darse la vuelta para admirar la sala principal donde se encontraban ambos, apretó un poco los labios, pero finalmente movió la cabeza afirmando con lo que su esposo le pedía. — Me gusta mucho — respondió finalmente, él le sonrió. — Entonces es oficial, este será nuestro hogar. “hogar” la palabra hizo eco en su cabeza, volvió a quedarse en silencio mientras Nathan hacia el negocio con el agente inmobiliario, camino despacio hasta una de las habitaciones de la planta baja, tenía enormes ventanales, se acerco a una admirando el jardín exterior, había hermosas flores decorándolo, por una extraña razón comenzó a sentirse entristecida, incluso bajo la mirada un momento cuando la sensación de lágrimas acumulándose en sus ojos la asalto. — ¿Estas bien? — su esposo se acerco al notarla entristecida, se coloco tras ella posando sus manos en los hombros de su mujer. — Si, es solo que…no lo sé, me siento extrañamente en paz — confeso girándose a él —, por un momento olvidé que estamos unidos solo por un contrato, por un segundo lo sentí todo tan…real… — Puede ser real, Fleur, se que no he sido el mejor, pero de verdad quisiera que me creyeras. — Hay cosas que son difíciles de olvidar, aunque no quiere decir que sea imposible — apoyo su mano en la mejilla del mayor—. La mudanza fue rápida, en menos de una semana se encontraban habitando su nuevo hogar, Fleur estuvo a cargo de la decoración, era una forma de entretenerse cuando Nathan se marchaba al trabajo por las mañanas, sonreía al terminar una habitación, ese día finalmente había terminado con la principal, la que debían compartir como matrimonio, aunque su esposo no la presionaba aun con compartir la cama y en esos días ella había usado la habitación contigua, esa mañana se encontró lista para poder entrar en su cama, el comportamiento de Nathan en los últimos días la lleno de esperanzas, era amable, la escuchaba, compartían algunas bromas, incluso le obsequio un estudio donde pudiera bailar cuando lo quisiera, aunque no era exactamente eso lo que la había esperanzado, si no ver a su esposo instalando el mismo unos grandes espejos para que pudiera verse bailar, ese simple detalle fue suficiente para que su corazón se llenara de una calidez que sentía muerta, se recordó porque se había enamorado de él la primera vez. — Esto debe ser el destino — se decía a si misma mientras se miraba en el espejo—, por favor, Dios te ruego que así sea, me siento llena de fe y de esperanza, permíteme cumplir mi deseo a su lado — unió sus manos mientras rezaba—, lo ruego. — Fleur, llegue a casa — la voz de su esposo la aparto de sus rezos. Se dio una ultima mirada al espejo y salió en reunión con Nathan, llevaba una bata de seda que cubría las prendas de encaje que llevaba debajo, quería y necesitaba sentir el toque de su esposo, en un par de meses cumplirían su primer año casados, finalmente se sentía lista, así que cuando se encontró con él en la planta baja le sonrió ampliamente, Nathan por su parte no oculto la sorpresa de mirarla tan arreglada, se pregunto si acaso celebraban algo ese día y más aún si lo había olvidado, algo que su esposa jamás le perdonaría, pero por mas que pensaba no encontraba algún evento especifico para celebrar esa fecha. — Te ves hermosa — confeso admirándola por completo—, por favor dime que no olvide algo hoy. — No, aunque después de este día si pudiera convertirse en una fecha especial — contesto riendo ligeramente—, yo… bueno si soy sincera, me he sentido feliz en estos últimos días, lo que has hecho por mi no puedo explicarlo con palabras correctamente, no hemos peleado más y eso me hace feliz, además no me has presionado a nada… — Dije que no lo haría — Lo se y mantuviste tu palabra — jugo con sus dedos nerviosa sobre el nudo de su bata—, pero…pero quiero que eso termine, yo quiero…yo quiero estar en la misma cama contigo…—finalmente deshizo el nudo de la bata que se resbalo por sus hombros dejando ver a su esposo el conjunto de encajes rosas que usaba, era ligeramente transparente y él podía obtener una perfecta vista de su cuerpo—, quiero volver a ser tu mujer… Ella no tuvo que decir nada más, Nathan dejo todo tirado en el suelo antes de lanzarse sobre ella, sus labios se unieron en un beso apasionado, necesitado, hambriento, las palabras sobraban en ese momento, las caricias, la ropa masculina que fue arrancada hablaba por ellos, no se molestaron en si quiera llegar a su habitación, sus torpes pasos los hizo caer en uno de los sofás, los labios de él dejaban marcas por la piel de su esposa que deleitaba sus oídos con los sonidos que su boca dejaba salir, las varoniles manos la recorrían de una forma que derretía su ser, nunca nadie la haría sentir del modo en que él la hacía sentir. Pasaron toda la noche entregándose a la pasión que llevaban mucho tiempo negando, ella lo recibió incontables veces, sintiéndose plena, completa; cuando no pudieron mas se abrazaron en la penumbra de su habitación, ella descansado sobre su pecho y él acariciando dulcemente su espalda desnuda, ambos sonreían, no necesitaron hablar, solo volvieron a besarse, esta vez más despacio, con más ternura. — No te apartes de mí nunca más — pidió Nathan en medio del beso. — No me dejes ir otra vez — pidió ella ahora. Intercambiaron una mirada cómplice, entrelazaron sus manos, prometiéndose no volver a alejarse y ella se aferraba a la idea de que sería diferente, su corazón le decía que así seria.
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