Capitulo 16

2007 Words
-Intento abusar de mí. «Maldición». Sus palabras me derriban y me arrastra hace mucho tiempo atrás. Ocho años. Solo tenía putos ochos años cuando lo vi el miedo por primera vez. «Los ojos de mi madre estaban llorosos, su cuerpo temblaba mientras que un rastro de sangre corría por sus piernas. Corro hacia ella con un pañuelo. Intento limpiar la sangre de sus brazos, de su rostro mientras me trago mis ganas de llorar.» «Te voy a curar, mami. Ya verás. Todo saldrá bien-intento convencerla mientras hago que el agua y sus lágrimas desaparezcan un poco los rastros rojos. Aquellos ojos llenos de terror, esas enormes ganas de gritar retenidas que mamá solía tener, ahora estaban siendo reflejadas en Leah». «Maldito idiota.» Si tan solo hubiese contestado, ¿quizás la historia fuera diferente? Leah se había ido y ni siquiera fui capaz de correr detrás de ella. Solo no lo sentía correcto. No tenía derecho de gritarle que se quedara, aunque eso era lo más deseaba en este momento, pero darme cuenta de que ella me necesitaba y no estuve a su lado me detenía. No fue de buena ayuda para ella. No la alivie con mis palabras, ni siquiera tuve un gran gesto, porque siempre estaba en mi mente aquella foto. Yo creí en lo que veía. En sus labios siendo tocados con los de Silver, en sus manos acariciando su cuerpo. Así que, si. Lo confieso, me deje de llevar como un perfecto imbécil por culpa de los celos. Durante el resto de la tarde todo fue callado, salvo los susurros sobre aquella pelea. Se supone que estaba prohibido pelear en el campus, pero las autoridades se hicieron los ciegos y los sordos. Nadie tendría consecuencias por sus actos, salvo Leah. Ella seguía siendo la burla de toda la universidad con los miles de imágenes que hacían burla de su dolor. -Grandote-escuche decir. Tessa me atrapo en la salida. Ella iba en un lindo convertible gris con música alegre de fondo. Debo confesar que, para haber estado en una pelea, ella lucia casi poderosa. Su sonrisa seguía siendo seductora al igual que aquellos labios. - ¿No vienes conmigo? Tendré la casa sola para mi esta noche. Soy consciente de que todos nos observan. Todos pasan por nuestro lado y no dejan de mirarnos como si fuésemos la nueva noticia. - ¿Y tu novio? -tuve que preguntar- ¿No se molestaría porque recoges a un simple conserje? -tengo la vista perfecta de sus pechos mientras me inclino para estar un poco más a su altura. La sonrisa de Tessa desapareció. -Yo no tengo novio-sus palabras secas me congelaron. Confieso que en algún momento aquello me hubiera alegrado, pero justo ahora solo pensaba en Leah. - ¿No has visto lo que paso? Le patee el trasero de la pequeña Leah Cooper-suelta con evidente odio-Se acostó con mi novio. Resulta que las más santas se vuelven zorras al final. «No digas eso de ella». Tessa apenas tenías unos cuantos arañazos que eran más como manchas difusas a diferencia de Leah. - ¿Por qué el silencio? ¿no me digas que no me crees? -ella me alcanza su teléfono brillante y lo coloca en mi mano-Mira ahí. Me lo mandaron anoche. Leah esperó a que todos se distrajeran y llevo al tonto de Silver al baño. Por lo que se ve en esta foto no solo fue un beso inocente. La foto. Su confesión. Todo estaba en contra de Leah. Era difícil no creerle. -Es por eso que ayer…-ahora recuerdo la insistencia de Tessa-Fui tu venganza. - ¿No estarás ofendido? ¿O, ¿sí? -de nuevo vuelve a sonreír. Niego con la cabeza. -Tengo que irme-me incorporo de nuevo. - ¿Cómo? -sus rostros se vuelve rojo de ira- ¿No vendrás conmigo? -Tengo cosas más importantes-sueno distraído. Me aporto de su lindo convertible en busca del bus. Justo a tiempo. Corro hacia la parada llena y en medio de empujones logro treparme a él. El transporte público era realmente horroroso. Ya no veía la hora de poder comprar mi propio auto. Estaba reuniendo para eso. Así no tendría que empujarme contra los cuerpos sudorosos o esperar el aventón de alguien. Llego al fin a mi destino. En silencio camino apenas unas tres cuadras hacia aquella casa. me detengo al ver la puerta cerrada y sus ventanas cerradas. Me pregunto si esto era un error o era lo correcto. No tenía certeza de nada, solo de que quería ver a Leah. Necesitaba saber su historia. Tenía que apoyarla. Doy pasos lentos y cortos hacia la puerta. A juzgar por el silencio no dejo de preguntarme si ella estaba en casa. Toco. Solo me recibe el silencio. Espero un momento más. Toco de nuevo. Ninguna respuesta. Respiro profundo, la paciencia estaba agotándose. Lo intento de nuevo, otra vez y una vez más. ¿Qué hacía aquí? Este no debía ser mi problema. Pero aquí estaba, enfrente de la puerta de Leah esperando a que decidiera abrirme. -Leah-dejo salir y toco más fuerte, esta vez un poco más desesperado-Sé que estás ahí. No me voy a ir hasta que me abras la maldita puerta-vociferé al mismo tiempo que me sentaba en el suelo tibio. Una señora que caminaba con un par de niños se me queda viendo. Nervioso por su mirada juzgadora decido agitar mi mano. -Hola-dice el niño más grande. No debe pasar de los ochos años. -Brian-la mujer pronuncia su nombre a la vez que lo toma de la muñeca—no saludes a extraños-susurra lo suficientemente alto para que lo escuche. No la juzgo. Quizás si viera que uno de mis hermanos se acercara a un tipo como yo haría lo mismo. Después de todo no era lo que se consideraba socialmente correcto para los demás. Mis ropas rasgadas, aquellos tatuajes y perforaciones no me hacían un tipo muy confiable. Observo un momento el cielo. En tampoco tiempo ya había oscurecido. Poco a poco todas las luces se fueron encendiendo excepto las de esta casa. -Vamos, no me iré de aquí-sentencio por segunda vez. Tomo mis audífonos y coloco algo de música. Quería algo fuerte, necesitaba que el sonido retumbara en mis tímpanos para ver si así deja de pensar tanto en lo que había sucedido el día de hoy. Ya para la tercera canción mis ojos empiezan a cerrarse. Me fundo en un pequeño sueño, en uno raro. Siento la música en mi cabeza, así que de cierta forma creo estar consiente, pero tengo dudas cuando me veo de pie en un sueldo de baldosas verdes que era muy conocido para mí. En el medio de la habitación estaba un sofá brillante y en el había dos cuerpos. El de arriba no deja de moverse sobre la mujer. Me concentro en ella, en esa mirada perdida, en la forma como su brazo cae y sus dedos rozan el suelo frio. - ¿mamá? - ¿Por qué mi voz esta cambiada? Observo mis manos, son pequeñas, en mi muñeca tengo un cursi brazalete de amistad. -Muévete, perra-pronuncia el extraño. Corro hacia ella, pero por alguna razón mi camino se vuelve infinito, como si la meta tuviese vida propia. -Alex-le escucho pronuncia mi nombre- -Mamá-no dejo de llorar-voy por ti-grito sin importar que el miedo me esté cortando. Yo salvaría a mi madre, tengo que hacerlo. -Alex-una mano sacude mi hombro. Mi primera reacción es tomar su muñeca y apretarla. Cuando abro mis ojos soy consciente de que había sido un sueño y ahora estaba frente a mí con el rostro pálido Leah, - ¿Qué rayos te pasa? -su pregunta es hostil. Como puede se deshace de mi agarre-No puedes quedarte dormido en mi puerta y luego agarrarme como si quisieras pegarme ¿Es lo que vas hacer? -dice a la defensiva. Me pongo de pie inmediato-Jamás lo haría-el dolor en mi garganta casi me asfixia. Yo no era mi padre. No podía solo lastimar a una mujer. Yo me prometí que no sería como él. -No me interesa, será mejor que te largues-sus dedos rascan su cabeza un instante, luego abre la puerta y antes de que la cierra me escabullo dentro de su casa. - ¿Qué estás haciendo? ¡Largo! -me señala la salida con su dedo. -Tenemos que hablar, Leah-no aceptaría un no por respuesta. Me dijo hacia el sofá y me pongo cómodo. -Creo que ya hablamos suficiente esta tarde-aun así, cierra la puerta detrás de sí. Camina hacia la cocina sin mirarme. No había notado que tenía bolsas en sus manos. -Déjame ayudarte-voy hacia ella con rapidez. El despojo de las bolas y coloco la comida sobre el mesón-Eres fuerte a pesar de tu tamaño-me quejo por lo que pesaba. -No es tu problema, Alex ¿Por qué no te vas? Neil o papá podrían venir en cualquier momento. Hoy he tenido un día de mierda y no quiero explicarles por qué estás aquí. - ¿Entonces sabes porque estoy aquí? -sonrió tranquilamente. Ya no tenía el suéter lleno de sangre. Su camiseta era algo floja y con mangas largas para cubrir sus heridas. -La verdad no me interesa saber por qué-pasa de largo y solo saca los víveres mientras me da la espalda. -Pues déjame refutar eso. Creo que, si te interesa, o sino como explicas que me hayas dejado pasar a tu casa. -Tú te metiste sin mi permiso-me recuerda-y estoy cansada de las peleas. Ya tuve muchas por el día de hoy. Caminando hacia la nevera deja la leche, los vegetales y otras cosas sin seguir algún orden o algo parecido. Solo pone todo donde haya espacio. -Deja que te ayuda-le arrebato la mayonesa y procedo hacer un intento de ordenar aquella nevera casi vacía. Siento su mirada desconfiada sobre mi nuca. Intento no pensar en ella y poco a poco coloco todo haciéndole un lugar en total silencio. Tenía que pensar en algo rápido o esto sería algo mucho peor que incómodo. Para cuando termino ella está en el banquillo de madera con los brazos cruzados. Puedo ver que quiere una respuesta y una nueva. Esto no era fácil. Había una parte de mí que aun creía lo de la fotografía, pero cuando recuerdo aquella voz que se rompía al confesarme su secreto hizo que se removieran muchos recuerdos. -Te creo-dejo salir, pero ella no se mueve-Lo siento-continuo y aun así no parpadea. La verdad no sabía lo que estaba buscando con esto. Me armo de valor y me acerco lo más que me permito. Mi lado más idiota deja que se escape una sonrisa para cuando me doy cuenta que Leah sentada en ese largo banquillo lucia mucho más alta, pero no igualaba mi tamaño. Apenas si llegaba a mi barbilla. -No entiendo que es lo que da tanta risa-contesta intentado bajarse. -Tu-me incorporo rápidamente para evitar que levante. -No seas ridículo y aléjate de mí-me advierte, pero no se mueve. No tiene la mínima intención de apartarme, solo se detiene a ver cuál es mi siguiente movimiento. -algo me dice que no quieres que lo haga-mi mano acaricia aquel cabello rebelde y lo coloca detrás de su pequeña y adorable oreja-Leah, de verdad lamento no creerte. Me siento un imbécil por eso, no voy a perdonarme por no contestar esa llamada. Por qué sé que todo esto sería diferente y la única persona con heridas sería realmente aquel mal nacido y no tu-tomo su mano helada. Siempre le sudaban cuando estaba nerviosa y aquel era una buena señal. Leah seguía nerviosa por mi ceraunia. Me inclino un poco más hacia ella. Sus ojos son como un par de bolas brillantes, me gustaba que fueran grandes y sus mejillas pecosas eran mi maldita debilidad. Me acerco a sus labios. Quiero besarla, me urge hacerlo, pero me detengo. Las dudas en mi mente de si esto estaría bien o no me asalta. -Alex-ella susurra. Ahora sus manos están sobre mi rostro y sin esperar a que haga algún movimiento solo me besa.
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