Crecer bajo de la sombra de mi hermano había sido muy duro. Todos esperaban que por llevar el apellido Cooper fuese arriesgada, decidida y sobretodo peligrosa. Neil había llenado a esta ciudad con tantas historias, que todos lo consideraban una puta leyenda y a mí solo su hermanita.
Leah llorona Cooper
Leah la del hermano sexy
Leah la nerd
Leah la chica tan rara que nadie puede ser amigo de ella.
Nadie.
Parte de mi niñez había sido la más feliz de mi vida. Tenía una familia estupenda, padres amorosos y un hermano protector-No todo el tiempo mi hermano era tan imbécil.-Mis memorias sobre él eran exquisitas y llena de veranos en la piscina y pasteles por las tardes, mientras escuchábamos Bohemia Rapsody o Dancing on your Grave. Papá nos había heredado su gusto por el Metal y por desgracia la incapacidad de ser racionales. Quizás por eso mi mamá se alejó de nosotros. No pudo soportar nuestra forma de ser, la rebeldía de Neil, las noches donde llegaba bebido mi papá y también a mí.
Ver a mi madre marchar fue lo más duro que había podido afrontar. Tan solo tenía 8 años. Era pequeña y todos insistían en tratarme como tonta, como una muñeca frágil de porcelana. Vi mi a mi padre ocuparse de mi de día y llorar la ausencia de mamá por las noches. El y nadie había visto venir que ella se alejara y con él se llevara a su mejor amigo. Para todos fue una sorpresa…o quizás no. Ahora que soy mayor puedo darme cuenta de porque lo había hecho. No podía solo vivir esa vida que papá le estaba dando.
Siempre venia golpeado, borracho y sin nada de dinero. Todo lo gastaba apostando en las peleas o en el bar y nuestra abundancia se volvió la más gris austeridad. Neil no tenía zapatos para ir a la escuela. Mi pequeña yo no tenía un cuaderno para escribir en la escuela y el sueldo de mesera de mamá no daba abasto para alimentar tantas bocas. Por eso sé fue. Ella se rindió y termino de quebrar a esta familia. Claro que yo la perdoné. Aprendí a vivir sin ella, sin depender de su amor, de sus consejos y solo me volví más necesitada de Neil y papá. Ambos me sobreprotegían aunque no se los pidiera. Siempre estaban para mí a pesar de que me atosigaran. Yo los amaba, pero muchas veces no soportaba su manera de actuar, de pensar. Crecí en una pequeña burbuja de cristal que poco a poco se fue endureciendo para así volverse mi prisión. Aquellas cuatro paredes se habían vuelto tan pequeñas que solo me sentía asfixiada, me agotaba siempre lo mismo, siempre ser Leah Coorper la chica buena, Leah Cooper la que saca solo A, Leah Cooper la única que si se comportaba.
Ya no quería ser más ella. Ahora solo quería ser yo misma. No, algo mejor. Ser una Leah renovada, ser alguien que se pueda divertir, tener amigos, conocer el amor. Nunca antes había dado un primer beso. La castidad de mi cuerpo se lo debía al insoportable de mi hermano y su exceso de protección. Todos conocían quien era Neil, no era solo el chico ligón que quitaba novias y las regresaba usadas, tampoco el chico que hacia perforaciones o el baterista de una banda con una fama decente. Neil era algo peor, era el infierno, sus puños un par de demonios furiosos que acaban con todo a su paso, incluso a él mismo. Y aunque ahora se había calmado, su fama lo seguía precediendo y todos preferían evitarme excepto ellas…Las gemelas.
Ambas tenían mi edad, pero eran mucho más maduras que yo. Su forma de ver la vida me había cautivado desde el primer día de clases cuando estaba perdida en los pasillos de la universidad y una hermosa chica de piel tostada se me apareció sentada en uno de los banquillos fumando a escondida.
Al principio la observé con un poco de miedo. Cuando conozco por primera vez a alguien no puedo evitar temblar mientras pienso si sería mi amiga o enemiga. La chica alzó su ceja cuando se dio cuenta de que me miraba y fijamente hacia ella. Su aro metálico en la ceja brillo con violencia retrocedí.
-¿Qué quieres?-preguntó y dio una larga calada.
-Busco el salón 314-intento no temblar. Me había decidido que aquí no huiría como una cobarde, aunque mis pies me traicionaron y dieron un paso atrás.
-Aquí estas-una voz me reprocho a mi espalda. Me doy vuelta fácilmente y la veo. Era su copia, una hermosa copia sin aros en el rostro y con un vestido floreado que estaba pegado a su cuerpo y camino hacia su hermana.
-¿podrías de dejar de fumar? Tenemos clases-luego se percató de mi presencia y solo sonrió-hola-camino hacia mí con una extraña alegría y después volteo a ver a su hermana-me alegra de que hagas una amiga, Sana.
-No tengo ni puta idea de quien es-la otra soltó y lanzó el cigarrillo al pasillo sin apagarlo.
-Solo busco el salón 314-intento explicarme.
-oh, yo sé dónde está-resulta que mi hermana y yo vamos allá en este momento ¿nos acompañas?-preguntó con una voz tan melosa e infantil que me parecía extraña-Mucho gusto, soy Katty y ella es mi hermana ¿sabes que somos gemelas?
Entrecierro mis ojos. Intento descubrir si era ironía o la mas pura de las afirmaciones pero Sana solo la hace gruñir.
-No seas estúpida-su hermana le riñó.
-no tienes que ser tan dura-ella chilla-mi hermana siempre tiene mal humor, espero la disculpes.
-y la mía es muy tonta, espero que la entiendas-al fina hablo Sana.
Aunque parezca raro aquel había sido nuestro primer encuentro y en poco tiempo se habían convertido en las hermanas que nunca tuve. Después de ahí mis ratos de soledad fueron reemplazados por momentos de diversión en mi casa o fiestas con chicos de mi edad, no de nerd, no de tontos que temían a mi familia. Las gemelas eran chicas populares, todos la querían. Siempre deseaban estar con ellas, pero ellas preferían estar conmigo aunque fuera diferente, aunque mis gustos ñoños le confundieran y sobretodo no les importaba quien era mi hermano.
Al principio cuando inicié la universidad estaba asustada. Temía de nuevo a estar sola pero ya no lo estaba, ahora tenia amigas y clases estupendas. Me gustaba la ingeniería y mis dones ocultos de nerd al fin servían para algo que no fuera para leer historietas o hablar de videojuegos.
Camino hacia el comedor en busca de las gemelas. Puedo notar un pequeño tumulto de chicas que se encuentran mirando entretenidas a una misma dirección. Todas susurran llenas de emoción y dejándome llevar por mi curiosidad me acerco. Huele como a pasto recién cortado y tierra mojada. El sonido de la máquina de podar se detiene y ahí me encuentro un torso firme y brillante por el sudor. Sus pequeños músculos estaban revestidos por líneas negras y firmes que daban forma a tres aves y otras a un enorme dragón gris que rodeaba su brazo. Unos ojos oscuros se posaron en mi. No puedo evitar sonrojarme cuando descubrí de quien era aquel cuerpo.
Alex corre hacia mí con su tranquila despreocupación. De todos los amigos de mi hermano, él era quien mas se parecía a Neil, siempre con esa sonrisa arrogante y su insana obsesión por la música y las mujeres.
-Vemos a la pequeña Leah Cooper-dice observándome de pies a cabeza-¿no deberías estar en la escuela?-su voz ronca me desconcentra un poco pero no tanto como tenerlo tan cerca y casi semi desnudo.
-Estoy en la universidad, idiota-le reclamo tratando de recomponerme.
Estaba acostumbrada a todos los amigos de mi hermano, aunque ellos fueran sexys e imbéciles pero por alguna razón Alex solo hacía que no pudiera pensar con claridad. Incluso una vez sentí un flechazo fugaz por ese idiota pero a medida que iba creciendo lo fui superando.
-¿pero la admisión no es por orden de tamaño?-soltó una ligera carcajada de pronto.
-vete al carajo-suelto sin más.
-Lenguaje-me repite como todas los demas.
Mi sangre está apunto de hervir. Odiaba que me corrigieran mi vocabulario, detestaba que se burlaran de mi escaso tamaño así que como respuesta solo saco mi dedo medio.
Ya no era una niña. La frágil Leah Cooper se había ido.
-oh-suelta sorprendido-Eso no es correcto en una damita.
-¿Qué vas a saber tú de eso?-miro a ambos lados. Todos nos estaban observando- ¿y no te han dicho que no puedes estar así? Esto es un recinto universitario, debes tener más pudor.
-al diablo las reglas-sus manos reposan en su cintura-aquí hace un jodido calor, además veo que el público femenino no se queja-su cabeza saluda a unas direcciones, su mano va a otras. Todas las chicas parecen enloquecer, se derriten por un poco de su atención y me da asco.
-pero creo que al rector no le gustara.
-me importa un comino lo que piense ese cretino. Aquí hace como 40 grados y necesitaba limpiar este jardín ¿Cómo quedó?
Aprieto mis labios y observo. De verdad había hecho un gran trabajo, no solo la grama estaba perfectamente pareja, los arbustos tenían una forma geométrica muy paralela y bonita. Miro a Alex de reojo, el ahora toma una foto de su obra de arte, parece orgulloso de su logro.
-Creo que es la primera vez que te veo feliz por un trabajo-deje salir sin pensarlo y sus ojos aterrizaron a los míos.
-al fin eres la primera persona en notarlo-toma la botella y la destapa para beber de ella con desesperación-sabes, eso mismo pensé yo. Casi todos mis trabajos eran una porquería, pero este no. Me gusta, por primera vez no tengo un jefe imbécil, Henry me está enseñando muchas cosas como reparar un puto aire acondicionado o las calderas de los dormitorios y no está todo el tiempo encima de mi. Me da espacio y me deja elegir mis tareas, es un tipo genial.
-Eso es bueno-Mi teléfono no deja de sonar. Lo tomo y veo el mensaje de Katty-Tengo que irme, Alex-digo despidiéndome.
El chico agita su mano y solo me doy prisa para verme con las gemelas.
El comedor era absolutamente enorme y las voces podían enloquecerme de vez en cuanto. Todos hablaban alto y a la vez, muchas veces arrojaban cosas por lo que debía estar atenta. Por eso nosotras nos sentamos al rincón. Ahí se veía todo el lugar completo y nuestras espaldas estaban a salvo por una pared.
Mis pasos son rápidos y agiles para esquivar a las personas. Ya tengo mi bandeja a mano, hoy me decidí por la pizza, algo de fruta y una soda de cola que era mi favorita. Para cuando llego Katty me sonríe mientras que Sana está sumergida en su teléfono.
-te tardaste-fue la después de ella sin atreverse a mirarme.
-Me encontré con un viejo amigo y no quedamos hablando.
-¿y era lindo?-pregunto Katty mientras masticaba su fruta en trozos.
-no lo sé-me encogí de hombros sin poder explicar la sonrisa encantadora y cínica de Alex-supongo que lo es. Muchas chicas están locas por él.
-oh, yo quiero conocerlo-mi amiga grito con entusiasmo.
-katty deja de ser una zorra, es amigo de Leah y por lo que intuyo creo que le gusta-Sana dejo el teléfono a un lado y empezó a comer con su pudin-debe gustarte para llegar tarde al almuerzo.
Creo que me sonroje un poco porque Sana sonrío y poca veces lo hace.
-Eso me dice que si-asegura robándome entonces un pedazo de queso de mi pizza.
-Alex no me gusta. Y no es del todo mi amigo, es amigo de mi hermano y tocan en su banda-intento explicarle, pero me guardo la parte humillante, él y el resto de ellos me veían como una niña tonta, como la llorona hermana de Neil que corría en busca de su protección cuando era golpeada
-lo que sea-ella concluye-Esta noche Daniel Harrison nos invitó a una fiesta en su casa. Tenemos que ir-y ambas me miran-no puedes decir que no esta vez Leah. Debes dejar el miedo, nadie te hará nada. Deja atrás esos recuerdos del colegio, esta es la maldita universidad. Aquí no existen esos pendejos que chupaban tu psiquis para hacer de sus vidas menos miserable ¿me entiendes?
-nunca te entiendo-confesé y Katty soltó una carcajada.
-Ahora entiendo porque te molestaban-Sana soltó sus amargas palabras-eres una miedosa, tienes que enfrentarte al mundo tienes que…
-¿si acepto ir dejarías el discurso?-pensé un poco abrumada.
-hecho.
Y así concluyó esa conversación sobre la fiesta.