Vaya, amigos, el eco de la despedida resonó fuerte en la relación de Alexandra y Daniel, marcando un punto crítico donde las decisiones difíciles eran inevitables. La pantalla, que ha sido como nuestra película favorita, ahora nos muestra imágenes de una pareja enfrentando la realidad de que el final podría estar más cerca de lo que pensábamos. Las videollamadas se convirtieron en una especie de danza lenta de silencios incómodos. La pantalla nos tira imágenes de dos corazones que, aunque comparten el mismo espacio virtual, parecen alejarse cada vez más con cada llamada. —No puedo seguir así. —admite Alexandra, su voz temblando con resignación. Daniel, mirándola a través de la pantalla con ojos cansados, responde: —Creo que llegamos a un punto donde las palabras ya no son suficientes.

