Tres meses habían transcurrido y Olivia se sentía vivir en un sueño, Esteban era de lo más complaciente en todo lo que ella necesitaba o quería. Alonso y Bernardo la habían llevado al departamento para recoger sus cosas, se había sorprendido cuando habían tropezado con Gael en el ascensor, el solo había dicho; —Buenos días— después de perder todo el color del rostro, imagino que se sentía intimidado con la presencia de aquellos dos hombres. —Buen día, Gael, que bueno verte— le dijo tímida. —Si. . . lo mismo digo— en ese momento su mirada se topó con Alonso quién le sonrió, Gael agradeció haber llegado al segundo piso y sin despedirse se bajó. Todo había sido muy extraño. La vida junto a Esteban resultaba agradable y satisfactoria. Si había algo que no le agradaba era la presencia

