Tormenta de Fuego

4

—Te aguantas—gruñe el rey para su hijo.

—No necesito niñeras para salir del palacio—comenta o más bien quejándose de lo que se les ocurrió a sus padres.

—Es sólo por precaución—le dice su madre de manera dulce.

Tocan la puerta del estudio y el rey da la autorización para que pase, el capitán entra con la guardia que quieren que cuide del príncipe. Los ojos de la joven ven quienes hay en la habitación y quisiera desaparecer en ese momento.

—Nova, será quien te acompañe fuera del palacio—dice la reina contenta.

—Ni de chiste… conozco la capacidad de sus poderes—una enorme flama se crea en la mano de Kristhian—. Conozco los míos, y con eso es suficiente.

—No está a discusión—gruñe su padre.

Es cuando no le queda de otra al joven príncipe, sabe que haga lo que haga sus padres no le quitaran a la guardia de encima.

Nova se lamenta, porque sus responsabilidades crecieron, y sus ganas de irse del palacio desaparecieron. Kristhian la mira de arriba abajo y suspira, no tiene de otra, sí se niega su madre lo mata y sí acepta será tortura para él.

Pero no quiere hacer enojar a su madre, no todavía.

—Bien, pero no la quiero vestida de guardia cada vez que salga—ellos asienten.

—Puede retirarse, señorita Rogers—le dice el rey.

Ella asiente y sale del estudio, Cassian la sigue de manera discreta con la vista, suspira, sus sentimientos por ella siguen ahí, pero para ella él ya no existe en una posible relación. Cassian se queda con los reyes y con su mejor amigo, pasan una larga conversación hasta que ambos salen por petición de los reyes.

—¿Qué tanto poder tiene?—suspira y le dice la verdad.

—Es muy débil—el príncipe se detiene en seco.

—¿Es en serio?

—Nova es excelente en arquería—la defiende.

—Sí nos atacan yo la voy a tener que defender a ella—Cassian asiente de manera discreta.

En parte es cierto lo que Kristhian dijo de lo que pasará si sufren algo así, Nova no podrá defenderlo y lo hará con ella.

—Puedo cambiarte de guardia, aunque sería en contra de tus padres—Kristhian asiente.

—Déjala, a la primera que falle me cambias de guardia y a ella la despides.

Cassian, muy a su pesar, asiente.

La tendrá que despedir quiera o no.

Kristhian sale del palacio con su guardia siguiéndolo, o mejor dicho a su lado, ambos van en silencio, pero van tranquilos, Nova va distraída en las cosas que ven al caminar por las calles de la ciudad, y a pesar de que su trabajo aumento en gran tamaño, y su nivel de poder no la defenderá de nadie, y tampoco al príncipe que camina a su lado… Tiene la esperanza de que nada malo suceda.

Pasan por una tienda de pan y ella huele el rico olor a pastel recién horneado, recuerda los que su madre le solía preparar en su cumpleaños, o los que hacía para vender por rebanada, sí Nova tenía suerte le tocaban tres rebanadas al día de distintos sabores de pastel, o incluso medio pastel.

Kristhian se gira para verla, pero ya no está a su lado, la excusa que necesita para…

Rueda los ojos al verla caminar con un paquete redondo en sus manos, se pone a su lado y el aroma a pastel llena las fosas nasales del príncipe. No la regaña como quería, pero siguen su camino, Nova va tranquila con la caja en sus manos.

“—Tal vez fue una exageración comprarlo—piensa ella.

Un enorme pastel de moras es lo que ella lleva dentro de la caja.

Kristhian y ella doblan en una esquina para toparse con una carroza que va al palacio, es de víveres y esas cosas. Nova conoce a quien lleva la carroza, así que la detiene y les da el pastel, les dice que le dejen un pedazo y que pueden tomar de lo que reste del pastel.

Se aleja para retomar su camino con Kristhian, entran en una tienda de finos trajes y vestidos que Nova en su vida podrá portar uno de esos.

—Hola Kristhian, ¿Qué deseas en esta ocasión?—le pregunta el sastre que hace sus trajes de cualquier evento.

—Un nuevo traje de entrenamiento—el sastre arquea una ceja y Kristhian sonríe al ser descubierto—, tú ganas, también quiero un par de trajes de gala para que mi madre me deje de molestar por no tener uno nuevo con visitas en el palacio—el sastre asiente, es una de las excusas más obvias de Kristhian para ir, ve a Nova sentarse en una de las sillas color rojo que posee la tienda.

—¿Seguro que no es un vestido lo que busca?—Kristhian sigue la atención de Nova y es un vestido de novia lo que ella ve.

Está por negar cuando entiende el porqué de esa mirada triste en ella, y luego el espectro de su mejor amigo al caminar cerca de su guardia personal.

Es ella.

Algo igual a lastima aparece en él.

No, él intentó hacer que no fuera tan duro el golpe para ella.

—No, Arnold.

Por alguna razón que ni él comprende le duele ver a su escolta triste.

Se viste trajes de entrenamiento, todos más adaptados a sus temperaturas y a su cuerpo, Nova sólo se distrae con los vestidos, y cosas que ella pudiera usar en bailes a los que nunca irá, pero uno llama su atención, es blanco y hermoso, pero rápido aparta la vista, no es de novia, pero el color se lo recuerda.

Ve al príncipe con un traje de entrenamiento y sonríe de manera dulce al verlo parado frente al espejo, ella tiene en sus ojos lágrimas que no quieren salir. Kristhian se va cambiar y regresa con un traje de gala n***o.

—Se le vería bien para un evento de máxima importancia—le dice el sastre.

—Tristemente, coincido contigo—dice Kristhian.

—Algo le falta—dice el sastre—, tal vez un cinturón de piel.

Nova niega pero deja que el sastre vaya a buscar lo que cree que le falta al bonito traje que Kristhian viste. El joven la ve reírse a través del espejo, y eso levanta su curiosidad.

—¿Qué le parece tan gracioso, centinela Rogers?

—No es un cinturón lo que le falta—dice ella después de recuperar la seriedad.

—¿Entonces, qué es?—ella se levanta de la silla en la que tiene sentada casi toda la tarde.

Busca entre las corbatas que tiene el sastre, toma un moño blanco y uno n***o, luego uno rojo, se regresa con el príncipe que espera impaciente a que Nova regrese, ella le pasa por enfrente los tres hasta que se decide por el blanco.

Pasa la tela de seda por el cuello de Kristhian, luego acomoda para hacer el moño que coronara todo el trabajo del sastre. El joven sólo la observa hacer el moño en su cuello, por primera vez en su vida se siente tranquilo con alguien que amarre el moño de su vestimenta.

—Listo—dice ella contenta por el resultado del moño.

Levanta sus ojos y estos se topan con los del príncipe, las llamas de los ojos del joven jamás se vieron más tranquilas y relajadas. Los ojos de ella disminuyen en tonalidad, adquieren un gris que el príncipe nota pues no deja de ver los ojos de la chica.

Kristhian baja los ojos un poco más y se topa con los labios de Nova, los deja un momento ahí.

“—¿Qué se sentirá probarlos?—piensa pero luego niega.

Sube de nuevo a los ojos de Nova que se mantienen en calma, sí notó a donde fueron los del príncipe pero no le dirá nada. Siguen cerca del otro, ninguno quiere separarse.

Una tos los interrumpe y rápido se separan.

—No encontré el… Te queda bien con el moño—Kristhian regresa la vista al espejo en el que se veía.

—La señorita Nova, lo puso—es la primera vez que la llama así.

El sastre se gira a la chica que le sonríe de manera tímida.

Camina a ella, luego ve los garabatos que Nova dibujo en los papeles que el sastre tenía en el mostrador. Aunque no son garabatos, son diseños sencillos que se verían bonitos en tela y cosas que les pueden dar vida.

—¿Tú los hiciste?—ella asiente.

—Mi mamá cosía ropa en la Pradera, yo le hacía sus diseños… y pues… a veces me hacía mis vestidos. Cómo el que traigo puesto—un vestido sencillo en color azul pastel y que de la parte de la falda es de un color intenso de la parte donde termina.

—Cuando la guardia te suelte—Kristhian niega de manera discreta—, puedes venir a trabajar aquí, ya que tienes conocimiento en el área.

—Eso me gustaría—no miente.

Algo que su madre le enseñó y que tal vez le de comer en unos meses, o años, siempre quiso que sus diseños fueran vestidos que altas damas vistieran un día en un gran evento.

Se regresan al palacio, el príncipe compró varios trajes de entrenamiento, y principalmente el traje de gala con el moño blanco. Kristhian cena con Harry en su dormitorio, su hermano lo nota extraño.

—¿Estás bien?—le pregunta después de terminar su comida.

—Sí, ¿por qué lo preguntas?—levanta la cabeza y ve a su hermano con los brazos cruzados.

—Por dos cosas—se acomoda en su silla—, en primera porque es tu comida favorita y no la has tocado desde que te sentaste—Kristhian ve su plato, y sigue como se lo sirvieron—. La segunda es porque estás muy distraído y no te diste cuenta de que te manchaste al intentar comer.

Sus ojos bajan para ver que tiene una mancha de caldo en la camisa, se limpia muy a su pesar su descuido.

—Mi cabeza está en muchas cosas—dice terminando de limpiar su camisa.

—¿Tiene que ver con tu guardia?

—Sí y no.

Harry se confunde y quiere preguntar más pero no dice nada.

Nova come de su pastel y piensa en Kristhian, en lo que paso en la tarde y las cosas que vivieron y pasaron esa tarde, luego que él la espero cuando fue a recoger el pastel…, sonríe y se levanta de su asiento, sirve en un plato que hay en su habitación. Se cambia y suspira antes de salir.

Sube las escaleras con cuidado, no quiere tirar el pastel que lleva en sus manos, los guardias en turno la ven hacerlo, pero no comprenden a donde va, lleva dos trozos de pastel y por lo que ellos saben ella no es de ninguna de las familias que duermen en los cuartos que tiene el palacio. Llega a la habitación que finaliza su destino, Kristhian puede decirle que no a compartir un poco del pastel, y también puede acceder.

Se arma de valor y toca la puerta.

No escucha nada, vuelve a tocar y nada, se aleja segura de que tal vez ya se durmió, se aleja un poco cuando el príncipe abre la puerta con sólo un pantalón puesto.

—Hola, Nova.

—Hola… eee, traía…, no esté, que si…

Kristhian entiende los nervios de la chica, lo que le causa una sonrisa.

—Entra.

Nova pasa con sus mejillas ardiendo por lo sonrojada que está, se sienta en una silla alejada del príncipe, se sienta frente a ella con una camisa para dormir y ambos en silencio comen del pastel. Uno cómodo que dice más que todas las palabras que se puedan decir.