Oliver Aguirre: El Reencuentro

3324 Words
Un nuevo día, mi primer día formal como Director del Departamento. Hoy me tocaba hacer entrega a mi relevo del cargo de Analista Contable Supervisor. Debía darle una breve inducción y tomar posesión de mi puesto. Había mucho trabajo retrasado, por lo que no contábamos con tiempo para hacer antesala. Tocaba ejercer de lleno el cargo. Lo bueno es que llevo seis meses cumpliendo las dos funciones, las de mi cargo anterior de Analista Contable Supervisor y de Director del Departamento sin firmar ningún documento pues no tenía el nombramiento. Mire el reloj del PC, el cual marca las 7:30 a.m., justo en ese momento se abre la puerta de la Dirección y entra directo a mi oficina mi amigo Manuel, ahora mi empleado, quien sin preámbulo alguno comenta: -       Licenciado Aguirre ¿sabías que la pequeña mujer que vimos ayer en el pasillo, no estaba de visita como muchos pensamos? –pregunta- forma parte del grupo de abogados del departamento legal –afirma sin titubeos y sin esperar le responda-. Hasta ese momento no había pensado en ella, desde esta mañana que al despertar, lo primero que me vino a la mente fue su imagen, pero con el apuro del quehacer de la mañana antes de salir de casa y llegar hasta aquí deje esos pensamientos en segundo plano, hasta ahora que mi amigo me da esa noticia que sorprendentemente causan una sensación de bienestar inexplicable en mi cuerpo, como si la estuviera esperando por mucho tiempo. Sentí una emoción extraña, una sensación parecida a la satisfacción que te produce tomar agua luego de haber pasado horas con sed. Parece exagerado pero así me siento en este momento. -       ¿Ahora andas de chismoso Licenciado Pereira? –pregunté a modo de burla, tratando de disimular la emoción que tal noticia me causaba-. -       Sabes que el chisme no es lo mío –dice parándose a un lado del ventanal-, pero cuando venía entrando al edificio, vi cuando ella entraba y justo en ese momento no pude ignorar el comentario del guardia de seguridad cuando le decía a una chica que la observaba que es una de las abogados de la Municipalidad –comentó mi amigo esperando ver si yo le hacía alguna interrogante, al no ver ningún gesto de mi parte continuó- como vi que la pequeña te generó cierto interés creí conveniente informarte que la tendrás cerca todos los días –toma una pausa y caminando a la puerta dice- ¿Quién se lo iba a imaginar? La pequeña resultó amante de la ley –toma otra pausa- la que te espera amigo Aguirre –abre la puerta y voltea a decirme- siempre a tu orden, para eso estamos los amigos –finaliza-. -       Gracias por la información – fue todo lo que le dije-. Manuel Salió de la oficina sin cerrar la puerta y se dirigió a su cubículo, ya cuando iba bastante avanzado grito desde lejos: -       Por cierto, buenos días Licenciado. Disculpe mi mala educación por no saludar –dijo carcajeándose-. -       Buenos días Pereira –fue todo lo que respondí-. Después de eso cerré la puerta de mi oficina, tomé asiento y me perdí en mis pensamientos. Parecía que el Universo escuchó un deseo silente, una aspiración que nunca expresé a viva voz, me estaba concediendo la oportunidad de indagar hasta donde podía conocer a esa pequeña y hermosa mujer. Sin embargo, en medio de mi felicidad, lo que yo veía como una cuestión de suerte, con el paso de los días se me iba a convertir en un dolor de cabeza, ya que con lo terco que soy no iba a descansar hasta que esa pequeña mujer me hiciera caso, ello sin saber el lugar tan importante que ella iba a ocupar en mi vida, y que el estar con ella conllevaría sortear obstáculos y enfrentarme a  lecciones de vida un tanto desconocidas para mí, todo porque aparte de estar reciente mi separación con Katherine, mi última novia, quien se niega a aceptar que su tiempo conmigo termino hace tiempo, ella no va a permitir que ninguna otra mujer se interponga en los planes que ella concienzudamente había trazado, y me tocaría enfrentar a mis sentimientos y los prejuicios de una de las personas más importantes en mi vida, mi padre. Katherine no acepta que ya no somos compatibles –de hecho nunca lo fuimos- e insiste en que debemos volver a intentar estar juntos, incluso quiere que nos casemos. Yo no siento nada por ella distinto a un cariño de amigos. Ciertamente hemos tenido intimidad, pero soy hombre, soy extremadamente activo en el sexo, me cuesta estar siquiera una semana célibe, o eso creía yo. Katherine ha estado allí disponible, tentándome y no puedo negar que físicamente es atractiva, tiene unas piernas que vuelven loco a cualquiera y sabe cómo usar sus atributos para  atraer a un hombre, en la cama tiene sus mañas, se las ingenia para convertirse en una adicción para cualquiera que tenga la oportunidad de disfrutar de su artes eróticas. Desde que le comenté hace tres meses mi deseo de terminar la relación porque fuera de la cama no encontraba mayor satisfacción al estar juntos, ha hecho cualquier clase de maromas y, por mi debilidad s****l, término cayendo en sus redes. Hemos tenido mucho sexo. Sin embargo, no pasa de allí. Con ella me siento vacío. No me había dado cuenta del tiempo que me han tomado mis pensamientos y lo sumergido que estaba en ellos, hasta que el sonido del teléfono intercomunicador me advierte de una llamada de mi secretaria, Ismary, quien me informó que ya están todos en la oficina y que solo falto yo para iniciar la reunión que tengo pautada desde ayer para informar los cambios en la Dirección que desde hoy dirijo. Le indiqué que pasara a todos a la salita que tenemos acondicionada como sala de reuniones, en unos minutos me apersonare. Suspirando me pongo de pie, angustiado, con incomodidad en todo el cuerpo, mi entrepiernas hace unos movimientos involuntarios, tensándose, los cuales llaman mi atención y el corazón me palpita de manera irregular, esto desde que Manuel me dio la noticia de mi pequeña mujer. En el momento que comienzo organizar los documentos que tengo para la reunión, veo la carpeta del proyecto que presentaré al Alcalde sobre la aplicación de una plataforma que de manera coordinada optimice los procesos del Departamento de Contabilidad, Finanzas, Presupuesto y Compras de la Municipalidad, que parta del tratamiento único de un proveedor, por ejemplo. Como necesito el fundamento legal que justifique un cambio de tal magnitud ¿quién más que mi pequeña y hermosa Doctora para apoyarme? Así propicio un acercamiento para conocerla mejor, no me basta con que sea solo una compañera de oficina o una simple conocida. Quiero conocerla más a fondo. Por tal razón y como para luego es tarde, antes de ir a la reunión vuelvo a sentarme frente al escritorio, decido tomar el teléfono local de la oficina y marcar el número Directo del Director de Recursos Humanos, un gran amigo, Alexis Andrade, al tercer repique él mismo contesta: -       Recursos Humanos, buenos días –Saluda-. -       Alexis, amigo –Le digo a modo de camaradería-, buenos días, soy Oliver. -       Oliver –me dice- ¿Qué tal se encuentra el nuevo Director de Contabilidad? –Pregunta cordialmente-. -       Bien amigo, bastante bien, sobre todo satisfecho con este logro –le digo con sinceridad-. -       Te lo mereces, has trabajado duro por ello –dice-, ¿en qué te puedo ayudar? –Pregunta sin rodeos-. -       Necesito los datos de la nueva abogado del Departamento Legal –le digo con dudas, pues sé que algo me va a preguntar-. -       Aja y ¿para qué deseas esa información? –Me dice con duda-, sabes que es confidencial –afirma algo que sé perfectamente, por alguna parte tenía que empezar a buscar información de mi pequeña, no es posible que a la fecha no tenga siquiera su nombre, ella no me ha dado oportunidad-. -       Sí, yo sé. Tranquilo no es para nada malo –le digo para tranquilizarlo-, estoy trabajando en un proyecto que requiere la intervención de un abogado y creí conveniente que sea ella quien nos apoye, como es nueva no está viciada como los otros que tienen años en la Municipalidad lo cual les ha creado una concepción preconcebida de los procesos y su efectividad, renuentes a todo cambio, por lo que para lograr convencerlos me tomará meses, no tengo tiempo para perder –le miento pues si bien tengo planificado dicho proyecto, cualquier otro abogado puede apoyarme, solo que me cae como anillo al dedo que sea ella a quien asignen-, solo necesito su nombre completo, la identificación de su cargo y las funciones que tiene en el mismo para terminar de elaborar el informe con la propuesta que dirigiré a la Doctora Mondragón para que apruebe el trabajo coordinado entre ambos Departamentos –finalizo, espero haberlo convencido-. -       En ese caso no hay problema amigo –dice-, en un momento te envío la información al correo. -       Muchísimas gracias Andrade, no esperaba menos de ti –tomo una pausa-, bueno no te quito más tiempo. -       A la orden Oliver, cualquier otra información estamos para servir, hasta luego –se despide y cuelga-. Suspiro, ya por lo menos tendré su nombre, pondré a Ismary a montar el informe. Tenía pautado empezar a trabajar con ese proyecto en dos meses, pero ante la urgencia que tengo de acercarme a ella pondré en marcha las reuniones para montarlo esta misma semana. Con la satisfacción de haber cumplido esto, me arreglo la camisa, tomo mi lapto y mi teléfono y me dirijo a la reunión. La mañana pasó rápido. Luego de la reunión, estuve alrededor de dos horas con mi relevo explicándole algunas funciones y el estatus de algunas asignaciones que no pude culminar pues dependen de información que debían ser enviadas de otros departamentos. A continuación tomé un par de llamadas, entre ellas, una de la oficina del Alcalde pidiendo unos balances que debían ser entregados para ser presentados en una reunión el día de mañana. Es decir, tenía trabajo urgente que entregar. Sin darme cuenta me dieron las 12:20 del mediodía. No había desayunado, tenía hambre y una angustia que no se disipaba. Decidí ir al cafetín, así aprovecho a estirar un poco las piernas y por algo de comer y tratar de despejar la mente. No contaba con la sorpresa que me llevaría apenas entrar al cafetín. Sin esperarlo lo primero que veo es a mi pequeña mujer sentada en una mesa retirada de la entrada y del mostrador, casi escondida, parecía estar sumergida en lo que revisaba en su teléfono móvil mientras se limpiaba con los dedos esos exquisitos y sugerentes labios.  Como si una fuerza superior me atrajera camine directo a su mesa sin ver a los lados. Ella sin percatarse de mi presencia continuó leyendo lo que desde mi posición pude ver un mensaje de w******p. Sentí celos de imaginar que pudiera estar hablando con algún hombre. Sacudí la cabeza tratando de alejar esos pensamientos tan absurdos. Cuando las cuerdas vocales obedecieron a mi cerebro, parado detrás de mi pequeña, escuche que de mis labios salió un: -          Buen provecho bella dama. Noté como sus hombros se tensaron al escuchar mi voz, era evidente que no me esperaba, la tomé por sorpresa, así como me sorprendió encontrarla en el cafetín: -          Gracias. Buenas tardes –respondió en un tono de voz apenas audible-. Tratando de visualizarme dio un leve giro a su cuerpo. Volvió a tensarse al verme a los ojos. Emocionado por darme cuenta el efecto que causo en ella, me apresuré a preguntarle, sin titubeos: -          ¿Puedo acompañarla mientras termina con su postre? -          Sí, no hay problema – respondió nuevamente en tono bajo. Di unos pasos y retiré la silla frente a ella, pero antes de sentarme sin decir nada me dirigí al mostrador del cafetín, pedí dos cafés y un postre, se me había quitado el hambre. En cambio, me provocó probar algo dulce, como lo que ella estaba disfrutando antes de notar mi presencia. Imagino que si pudiera probar ese dulce de sus labios sería la gloria. Habiendo cancelado el costo de mi pedido me devolví a la mesa con mi pequeña. Pido permiso para sentarme, escucho que ella me lo concede y le pongo al frente un café, no sin antes decirle: -          Me tomé la libertad de comprarle un café. Olvidé preguntarle antes si tomaba, sino lo desea no importa. Discúlpeme ser tan atrevido –respondo fascinado al detallar su vestimenta, parece una muñequita. “Mi muñequita”, pienso-. -          Sí, si tomo café. Gracias, no se hubiera molestado –dijo como arrastrando las palabras. Empieza a tomar su café y noto lo bien que le queda el color azul cielo, la hace ver más bella que el día de ayer. Lleva una blusa de seda con mangas arriba de los codos, lo que llaman tres cuartos, un pantalón n***o, ello combinado con accesorios a juego con el color de su camisa, el cabello bien alaciado peinado de lado, se nota que cuida bastante de él. Me es difícil dejar de verla. Esta mujer me intriga. No sé qué me sucede cuando estoy cerca de ella. Sin pensarlo me encuentro preguntándole: -          ¿Tiene usted novio, pareja o compromiso sentimental? Fui tan directo que a la pobre parecía que sus ojos se le saldrían de su órbita, la asuste. No pude evitarlo, sentí la necesidad de saber si había alguien que me impidiera acercarme a ella, necesitaba tantear sobre qué terreno estaba pisando, pues aunque estuviere con alguien daría todo por averiguar qué es esto que tanto me inquieta de ella, qué es lo que me atrae tanto a desear a esta mujer. Pudiera asegurar que si no hubiera nadie más en ese espacio la tomaría entre mis brazos y la besaría como a ninguna otra, la llenaría de mimos para disipar el temor que ahora hay en sus ojos y que parece dificultarle respirar. Lo que menos quiero es asustarla. Sentí que pasaba una eternidad y ella no respondía, solo me miraba como dudando en responder o no. Quisiera saber qué pasa por esa cabecita mientras no responde. Cuando reacciona pude notar que con dificultad me dice: -          No, soy soltera –respondió- ¿Por qué la pregunta? –Y en ese momento volvió a abrir mucho más esos hermosos ojos adornados con esas enormes pestañas que chocan con el cristal de sus anteojos. Su respuesta me dio ánimos para decirle algo de lo que hasta yo mismo me sorprendí pero es la realidad de lo que siento y quiero en este momento: -          Le voy a ser sincero mi bella dama –le dije mirándola a los ojos con toda la tranquilidad que la seguridad que me da el saber que la afecto tanto como ella me afecta a mí - desde ayer no dejo de pensar en usted. Me tiene intrigado. Quiero explorarla. Explorar su vida, ser partícipe de lo que puede llegar a vivir un hombre como yo al lado de una mujer como usted. Así sin más digo esto. No somos niños para andar con rodeos. Estoy acostumbrado a decir lo que pienso y siento. Con ella me ha costado un poco porque ella es diferente. En su actuar, en sus ojos se ve la inocencia de una mujer que no conoce la malicia de un hombre que como yo tiene intenciones de devorarla viva. Ella provoca eso y muchas otras cosas más.  Por momentos adoptó una actitud incrédula, parece no creer lo que le digo. Está asustada. Se le nota en la forma de agarrar el vaso con el café, le tiemblan las manos. Tiene dedos delgados, manos perfectas, como la de un pianista, lleva las uñas cortas pero arregladas, se ve delicada, frágil. Alienta a protegerla y a la vez probarla de la manera que estoy casi seguro no la ha probado nadie. Siento mi cuerpo incomodo, con mucho calor pese a que el aire acondicionado del cafetín funciona a la perfección. Mi entrepierna palpita. Me va a costar levantarme de aquí. Noto que ella mira alrededor como buscando algo. Vuelve la vista a mí. No puedo descifrar su mirada, solo noto nerviosismo. Aun no se su nombre. Recuerdo que antes de salir no revisé si Alexis me envió la información al correo. La necesidad de conocer todo de ella va en crecimiento. Quiero ganarme su confianza. Por lo que tratando de suavizar el ambiente y con el fin de poder mantener una conversación con ella, intento decir algo que al final la altera aún más: -          Disculpa, nunca me presenté. Mi nombre es Oliver Aguirre. Trabajo en el Departamento de Contabilidad, hasta el día de ayer Analista Contable Supervisor y a partir de hoy como Director del Departamento –le digo con tranquilidad - Lo que le acabo de decir es en serio mi bella dama. Jamás en la vida había hablado tan en serio –termino de decirle sin esperar su respuesta-. -          Creo que usted está equivocado –responde con timidez-. -          Le aseguro que no. No me conoce. Cuando quiero algo lo consigo y voy a obtener su atención o dejo de llamarme Oliver Aguirre –respondí seguro de mí mismo-.   Acto seguido mi bella dama pareció no aguantar más la presión y con la rapidez que le permitió su cuerpo se bajó de la silla, tomo su teléfono, se disculpó y me dejó allí solo sin decirme si quiera su nombre ni un hasta pronto. Espero no haberla espantado al punto que no quiera ya ni saludarme. Debo tratar de remediar el error que he cometido con mi actitud tan directa. Es evidente que ella no está acostumbrada a personas como yo. Soy un hombre corrido de mundo. Tiendo a ser directo. No me gusta andarme con rodeos. A mis 29 años de edad, he estado con muchas mujeres, entre ellas novias y una que otras relaciones ocasionales. Las mujeres me buscan mucho. No ruego a ninguna mujer por sexo. Ellas son las que me lo ofrecen. He aprendido a distinguir las interesadas, de las inexpertas. Mi pequeña es un diamante en bruto. Es una mujer que no destila interés ni experiencia con los del sexo opuesto. Ni siquiera ha podido mantener una conversación conmigo sin ponerse nerviosa. Eso me intriga, me gusta, hace que mi interés por ella crezca. Se lo que quiero con ella, el instinto animal hace presa de mí. Me va a costar lograr que me mire como yo a ella. Me quedé en la mesa hasta terminar el café y el dulce, ideando la mejor forma de abordarla sin que se sienta acosada. Por lo pronto obtendré su nombre que ya es bastante. Ahora más que nunca debo poner entre las prioridades la redacción del informe que voy a enviar al Departamento legal para que la asignen en el proyecto. Esa mujer tiene que ser mía, es mía.  Sin querer, de repente me veo soñando despierto con ella en la intimidad. Al darme cuenta del rumbo de mis pensamientos sacudo la cabeza, termino mi café, me paro de la mesa y voy directo al bote de basura a desechar los vasos y  el envase del dulce, con aires de tranquilidad me dirijo a mi oficina decidido a empezar a ejecutar mi plan de conquista. Efectivamente como lo preví, sobre el escritorio ya tenía la información que le había solicitado a Alexis Andrade. Ya tenía el nombre de mi pequeña, por lo menos es bastante para simplemente tener su imagen en la mente. Llamo a Ismary para empezar a montar el informe que requiero con urgencia. Luego de darle la información necesaria me concentro en los pendientes de la oficina.      
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