Ray Recosté a Abril y la miré, me gustaba verla en mi cama, imaginar que era mi mujer; después de tanto tiempo, necesitaba una compañera. No. No necesitaba una compañera. La necesitaba a ella. ―Ray, anoche… ―No necesitó decir más, sabía que Joseph quería disculparse y no necesitaba hacerlo. ―Está bien, Joseph, tú no sabías y no era momento para explicaciones, siento mucho haberte amenazado, sabes que no te lastimaría. ―Lo sé. ―Yo siento lo de tu auto ―intervino Leo. Lo miré sin comprender. Él me hizo un gesto hacia la ventana y me asomé al balcón; allá, abajo, mi auto estaba destruido, Leo lo golpeó haciendo trizas el motor. ―Está bien, creo que lo merecía ―contesté sin enojo. ―Creí que la quemarías y que otra vez no podría ayudarla. ―¿Qué? ―No entendí aquello. ―Nada, sie

