Pronto, mientras iban en la camioneta del vecino Clint, Clarissa se siente muy adolorida y a la vez preocupada porque Jake iba conduciendo. El hombre tenia mucho tiempo sin estar en el volante, ya que siempre estaba con el chofer, o si no ella era la que conducía. Entonces, agarrándose fuertemente del asiento le decía: —¡Señor Jake, tenga mucho cuidado!, mire que esta autopista se ve que le falta mucho arreglo. Estos caminos no son como los de Nueva York o de cuando íbamos hacia los Hamptons, sea cauteloso y no vaya tan rápido. Jake con las dos manos en el volante, le contesta de manera desinteresada y le dice: —No te preocupes, recuerda que para mi no hay nada imposible. Puedo conducir en cualquier camino sin que nada nos suceda. Al terminar de decir eso, el pelinegro no se da cuenta

