Narra Elías
Después de anotarme en la clase de vóley, me quedé a ver cómo jugaban, estaba emocionado, después de haberle insistido a mis padres para que me dejaran anotarme en algo que no tuviera que compartir con mi hermano, estaba contento. Iba a clases de dibujo, pero León también iba conmigo y, aunque había crecido un poco, seguía siendo un pesado que no me dejaba en paz nunca. Ahora podía tener una actividad para mí solo, al menos hasta que León empezara a molestar de nuevo con estar conmigo. Saqué unas cuantas fotos para mandarle a mi novia. Cande no tardó mucho en ver los mensajes y menos en contestarme, ella estaba igual de contenta que yo de entrar a un equipo de vóley. Miré la cancha, los chicos eran bastante más altos que yo, los veía enormes al lado mío. Esperaba poder ser suficientemente bueno para que no me terminaran odiando en el equipo. Solamente había jugado en el colegio, ninguno le ponía mucho más empeño que para sacar ocho en clases y caerle bien al profe. Guardé mi celular para ver cómo practicaban, quería empezar ya, pero apenas me había anotado y no traía la ropa para jugar, no me quedó otra que aguantarme y mirar, al menos hasta que recibí un mensaje de mamá pidiéndome que fuera a buscar a mi hermana a la casa de su compañera del colegio. Salí del club buscando la dirección en Maps, no era la primera vez que iba, pero nunca me acordaba como llegar, aunque no estaba lejos de mi casa. Caminé hasta el lugar, me paré frente al portero eléctrico, toqué el timbre y me anuncié avisando que venía a buscar a Sofi. Contesté los mensajes de Cande hasta que la puerta principal se abrió dejándome ver a mi hermanita y a la mamá de su amiga que salía atrás de ella. Las saludé agarrando la mochila de Sofi, ella se despidió y empezamos a caminar en dirección a casa.
—Pensé que iba a venir mamá.
—Yo también, pero creo que estaba más cerca yo.
Caminamos hasta la esquina donde paramos a esperar el semáforo, no era una calle con mucho tránsito, pero prefería no cruzar cuando estaba con mi hermanita, mamá ya me había advertido que no quería que cruzara así no más cuando estaba con León o con Sofi como hacía cuando estaba con mis amigos. Sentí la mano de mi hermana agarrar la mía justo en el momento en el que el semáforo se ponía en verde. Cruzamos mientras ella me contaba sobre la fiesta de cumpleaños a la que había ido. Decidí parar en un kiosco, compré unos cuantos chicles Bubbaloo de menta y un par de uva para Sofi, que le di apenas volvimos a caminar en dirección a casa. Mi hermana no dejaba de hablar, aunque era obvio que no la escuchaba. La adoraba, pero a veces no me importaba lo que hacía. Ni bien llegamos a casa, saludé a mamá y me metí en mi cuarto. Apenas estuve encerrado, me tiré a la cama para hacer una videollamada con Cande.
—Amor —dijo apenas contestó—, ¿qué tal el club?
—Me gustó, ya quiero empezar. ¿Vas a ir a verme?
—¿No te vas a poner nervioso? —Sonrió a la cámara—. No me quiero sentir culpable si te pegan un pelotazo por distraerte.
Soltó una risita que me pareció demasiado tierna. Cande era la chica más linda del curso, les gustaba a varios de mis compañeros. Tenía el pelo casi rubio, los ojos grandes, redondos y azules oscuro. Aunque lo que más me gustaba de ella era su risita, me parecía tierna cada vez que se reía de algo.
—Gordo, me habló Lara hace un rato. Mañana van a ir Carlos, Benja y ella a comer hamburguesas, me dijo si queríamos ir.
—Tengo que pedir permiso, amor. Después te aviso.
Ella asintió antes de cambiar de tema a uno que tenía que ver con sus compañeras de patín. Cande parecía llevarse bien con todos, no importaba de donde fuera, siempre conseguía alguna amiga. Hablamos un rato más hasta que decidí ir a ducharme antes de que llegara mi papá y mi mamá terminara de preparar la cena. Dejé mi celular en mi cama, agarré ropa, mi toallón y salí de mi cuarto para ir al baño para ducharme. Después, cuando estuve listo, volví a mi cuarto, aunque no me quedé mucho tiempo, mamá me llamó para que ayudara a mi hermana con su tarea mientras ella cocinaba.
***
Cuando llegué al club con Cande, nos paramos afuera de la cancha donde unos chicos seguían jugando al futbol. Nos sentamos juntos a hablar mientras esperábamos, Cande se acomodó en mi hombro y sacó su celular, a ella no le interesaba el fútbol, a mí tampoco me gustaba mucho, pero los chicos que estaban adentro no jugaban mal. De repente, sentí a Cande moverse, cuando me giré, ella tenía levantado el celular y sacó una foto antes de que me diera cuenta de que lo hacía. Me miró con su mejor sonrisa de "yo no fui", antes de volver a mirar la pantalla de su celular. Le encantaba sacarme fotos desprevenido. De repente, el partido terminó y la puerta de reja se abrió con un chirrido cuando empezaron a salir los de fútbol hablando y riéndose entre ellos. Los observé salir sin prestarles demasiada atención, al menos hasta que uno clavo la mirada en mí, le dio un golpecito a su amigo en el brazo, él también me miró. Se dijeron algo que no alcancé a escuchar sin dejar de caminar entre todos los demás que salían. Decidí no prestarle mucha atención, seguramente no me miraban a mí, si no a Cande, ya me había acostumbrado a que hicieran eso cuando la veían. Tenía suerte de que se fijara en mí en el colegio, era una chica linda y simpática, tenía muchas opciones, pero, al final, se había quedado conmigo. Me apuré a levantarme cuando vi que entraban unos chicos a la cancha y ponían la red. Besé a Cande antes de entrar, aunque sabía que se iba a quedar a ver mi primer día acá. Me sentía un poco nervioso, sobre todo cuando, una vez que estuvieron todos en la cancha, o al menos una buena cantidad para armar dos o tres equipos, el entrenador me miró e hizo que me levantara para que me presentara con todos.
La clase fue mejor de lo que esperaba, aunque todavía no conocía los nombres de mis compañeros, así que era un poco difícil llamarlos cuando estábamos en los partidos de práctica. Cuando salí, una hora más tarde, Cande apenas se me acercó para secarme la transpiración de la frente y la cara con una toallita que no sabía que había traído. Salimos del club caminando lento, estaba cansado, no era ni parecido a lo que hacíamos en Educación Física, era bastante más exigente de lo que pensaba, pero me había gustado.
—Te grabé —dijo Cande de repente—. Jugás muy bien, gordo. ¿No te pusiste nervioso?
—Lo estaba desde que llegué.
—Parecía que habías jugado con esos chicos toda la vida. —Me agarró de la mano—. ¿Puedo subir esto también?
—Sí, amor, presumime en i********: como siempre.
Los dos nos reímos. Seguimos hablando distraídamente mientras la llevaba a su casa. Cuando llegamos, entramos al palier y nos quedamos ahí parados un rato. Ella cruzaba sus brazos por mi cuello, mientras yo la rodeaba por la cintura. La besé cortando sea lo que sea que estuviera diciendo, sinceramente no podía prestarle mucha atención si la tenía demasiado cerca. Nos separamos cuando escuchamos que la puerta de entrada se abría, Cande me miró con una sonrisa avergonzada antes de separarse completamente. Nos despedimos, salí del edificio y caminé a mi casa todavía más cansado de lo que estaba antes. Al menos con ella podía distraerme del dolor de los músculos y de los pies, pero ahora no podía, aunque quisiera, mi cerebro no podía dejar de pensar en lo mucho que me dolían todo el cuerpo después de una hora de ejercicio. No es como que no estuviera acostumbrado, tenía Educación Física dos veces por semana, pero mi profesor no se esperaba tanto en los ejercicios.
***
La semana pasó más rápido de lo normal, el viernes, por fortuna, llegó rápido. Salí de mi casa listo para ir al club, hoy me tocaba ir solo o, bueno, con mis auriculares como única compañía, Cande había salido con Lara y Marisol, así que no iba a poder grabarme mientras jugaba. Llegué temprano, la cancha seguía ocupada con los chicos que jugaban fútbol, así que me senté en el banco que había ocupado el primer día. Había unos cuantos chicos sentados en un banco al costado, cerca de la puerta de rejas, seguramente el otro equipo que había jugado ya. Me quedé sentado mirando como jugaban hasta que sentí una mirada fija en mí. Primero me sentí nervioso, pero después me animé a buscar a quién me miraba tanto. Repasé con la mirada hasta que mis ojos se encontraron con los de un chico que estaba adentro, sentado en un costado, el mismo del la vez pasada, al lado suyo también estaba su amigo, al que le había dicho algo de mi novia. De repente, escuché el silbato del entrenador, ellos dos no tardaron ni un segundo en agarrar sus cosas y salir.
—Ey —dijo el que me miraba fijamente.
—¡Eli! ¡No nos vemos desde la primaria! —dijo el otro chico desde atrás de él.
—¿Nos conocemos?
—¿De verdad sos Eli?
Una sonrisa apareció en la cara del chico, era tan familiar que, de repente, un nombre se me vino a la mente. ¿Cómo no lo había podido reconocer antes? Habíamos crecido, pero su cara no era tan distinta ahora, al menos no al recuerdo que tenía de él la última vez que nos vimos. No podía creer que después de tanto tiempo tuviera a mis amigos de quinto grado adelante mío de nuevo.