Amelia sonríe con picardía al ver ese brillo peligroso en la mirada de su futuro esposo. —En ese caso, ¿Dónde nos quedamos? —No lo sé, creo que seguías confesándome tu amor y mientras lo haces yo puedo ir descubriendo otras partes interesantes de ti. —Esa idea me parece interesante. Ambos sonríen y vuelven a besarse, pero en aquella oportunidad se dirigen hacia el sofá para tumbarse en él, como puede Erick se acomoda sobre ella de manera que no lastime su vientre. —Tranquilo, vamos a estar bien. […] Sus manos sudaban mucho, de hecho, todo su cuerpo estaba tan húmedo que pensó que se iba a derretir. —Tranquila, si continuas así te arruinaras el maquillaje Amelia. —Estoy muy nerviosa. —Me costó mucho maquillarte, por favor, cálmate un poco. Ella asiente mientras que Isabel termin

