Mala jugada

1373 Words
Ella lo miró con enojo y le respondió: —¿Otra vez con eso? ¿Cual es tu afán? ¡Te dije que mientras menos estés involucrado mejor! — ¡Quiero conocer a la dueña del vientre!— exclamó él— ¿Qué hay de malo en eso? — ¡Que no deseo que la conozcas!— exclamó Astrid— ¡Ya tengo a la chica inseminada, está saliendo todo bien, tendrás a tu hijo, con tu sangre! ¡Deberías estar orgulloso. — ¡Y lo estoy cariño! Está bien, quiero respetar tus deseos, pero dime porque no quieres que la conozca. — Realmente no quiero que nadie la conozca, que no tenga interacción con ninguno de nosotros, el objetivo es que tenga el bebé y ya, una vez nazca el niño, nos olvidamos de ella, ni siquiera debe saber dónde vivimos— dijo ella— todo por preservar la seguridad de nuestro hijo. — Ahora estoy entendiendo— dijo él. — Espero y no vuelvas a molestar con eso— dijo ella. — Lo prometo— dijo él besándola con pasión en los labios. Si algo había entre ellos era un amor sólido, y Bruce amaba a su mujer entrañablemente. En casa de Richard sucedía ésta conversación: — Cariño, ¿cuando le ponemos fecha a la boda?— dijo Stella Vaughan, ya deseo cambiar mi estado civil. Richard quien acababa de llegar del trabajo y estaba bastante cansado dijo: —Cuando quieras querida, organiza todo y yo estaré allí para dar el si acepto— dijo él. Sentía un cariño especial por Stella, pero amor como tal, no eso no lo sentía, cada vez que pensaba en amor, pensaba en la chica que solo había besado una vez, pero que había dejado una profunda huella en su mente y en su corazón. Hasta pensó en romper el compromiso con Stella y buscarla, pero a dónde iría a buscarla, solo sabía que se llamaba Camila, suspiró y el nombre de la chica escapó de sus labios y Stella preguntó: — ¿Quién es Camila? Richard pegó un respingo ante la sorpresa, sin querer la había mencionado, se escuchó diciendo: — No sé de qué hablas— dijo. La chica apretó los labios y solo expresó — ¡Huumm! Entonces voy a ocuparme de los pormenores de nuestra boda, no sea qué venga alguien por allí y se interponga entre los dos— dijo mirándolo fijamente. — ¡Haz lo quieras, ya te lo dije!— dijo él con fastidio. Se levantó y siguió hasta la biblioteca, dónde se encerró sin querer hablar con nadie más. Stella lo conocía desde hacía tres años, sabía que algo estaba en la cabeza de su novio, y si era otra mujer ya se encargaría de sacarla del camino, Richard era de ella y de nadie más. Adam se quedó pensando en la chica que andaba con Astrid, ¿quien sería? Tenía un rostro hermoso, pero no tenía idea de quién era, «¿Sería verdad que estaba buscando un vientre para tener a su hijo?» La vió más bien preocupada por quedar embarazada, ya iba a averiguar, pero tenía que ser muy prudente, pues ninguno en su familia confiaba en él, aún su tía, no decía nada. Astrid después de hablar con su esposo, se fue a casa de Gerrit Callister. Era por la tarde y éste había llegado de la oficina cuando la vio llegar. — ¡Hola abuelo! ¿Cómo estás?— saludó ella. — ¿Un poco cansado y tú?— saludó él. — Enojada con Adam y también con Marjorie— dijo Astrid. En ese momento entraba la mujer y se quedó de una pieza al escuchar a la muchacha. — ¿Qué hice yo?— preguntó con cautela. — ¡Le dijiste a Adam que estoy buscando un vientre para tener a mi hijo abuela!— se quejó Astrid. — ¡No yo no he abierto mi boca!— se defendió Marjorie. — ¿Te dijo algo?— preguntó Gerrit mirando a su esposa con ojos acusadores. — Lo encontré a la salida del ginecólogo y fue directo al decir que si ya había encontrado el vientre para que mi hijo naciera— dijo Astrid indignada— solo tú y el abuelo lo saben, y sé como te derrites por ese tarambana. — Solo le dije que estabas considerando esa opción— confesó Marjorie— pero nada más. — Tanto que te lo advertí mujer— regaño Gerrit— pero esa lengua tuya que no puede quedarse quieta, cuando se trata de tu sobrino. — ¿Te está amenazando?— preguntó Marjorie — No, pero no me gusta que ande husmeando en mis asuntos— dijo Astrid— la chica mientras, menos conozca de nosotros mejor, es una muchacha sencilla, con necesidades económicas y por eso accedió, cualquiera la puede manipular si le ofrece más de lo que yo le di, ¿me entienden? — Está perfectamente claro para mí — dijo Gerrit— me parece una buena estrategia. — Por eso te lo pedí abuelo, pero Marjorie no hizo caso— regaño Astrid. — Tampoco ha sucedido algo tan grave— dijo la abuela— nadie le hará daño. — Eso espero, porque si no, me veré en serios problemas. Todo quedó allí, sin más cambios que una advertencia, Adam no hizo nada extraordinario en los próximos días, hasta que un día, habían pasado cuatro meses, el vientre de Camila se veía abultado, todo iba avanzando como los interesados deseaban, pero esa mañana Astrid se levantó sintiendo malestares en su cuerpo, náuseas terribles, mareos. Al inicio pensó que era una mala digestión o algún virus, pero los días subsiguientes seguía igual y decidió consultar al médico, los exámenes realizados revelaron una sorpresa inesperada, Astrid estaba embarazada, la noticia los embargo de alegría a ella y a su esposo, pero también de incertidumbre; ¿Que iba a pasar con el hijo que estaba gestando Camila y que ya estaba entrando al sexto mes? Decidieron hablar con la chica y pedirle que interrumpiera el embarazo. — ¿Estás segura amor?— dijo Bruce con dudas— recuerda que has tenido dos pérdidas, no me gustaría que le pasará algo a éste bebé y nos quedamos sin ninguno. — Tienes razón amor, vamos a esperar un poco, la cuestión es que estamos a pocas semanas de nacer éste bebé, y ¿cómo justifico ésta falsa pancita? Esto está complicado, porque solo nosotros y tus abuelos saben que tengo un embarazo tan avanzado — dijo Astrid contrariada. — Hagamos algo, esperemos un mes más y entonces procedemos, ¿te parece? — sugirió Bruce cariñoso— ¿Cuando tienes revisión con la chica? —En una semana— respondió Astrid. — Ahí tienes, allí puedes consultar con el ginecólogo y tomar una decisión— aconsejó Bruce. Ella se abrazó a él buscando refugio en sus brazos, realmente se sentía nerviosa por lo que estaba sucediendo. Camila ya estaba bastante abultada y hablaba con su madre de los sentimientos que tenía por estar embarazada. — Estoy en una confusión mamá, se que éste bebé no es mío, ya pagaron por él, pero tengo amor, no quisiera entregarlo, quedarme lo y que crezca conmigo, pero al mismo tiempo debo cumplir con mi palabra y eso me tiene con sentimientos encontrados— decía Camila. — ¡Ay mi niña! Yo te entiendo, pero lo mejor es cumplir con lo convenido— aconsejó su madre. Una semana después entraban al consultorio para la consulta de rutina prenatal, el doctor hizo la ecografía y dijo: —El bebé está creciendo maravillosamente, todo está perfecto. — Que bueno, ya pronto terminará éste embarazo— dijo Astrid— espera afuera Camila, quiero consultar algo personal. La muchacha se extrañó del comportamiento de la señora, desde que había llegado la había notado nerviosa, algo sucedía, decidió hacer algo inusual, escuchar tras la puerta. —Doctor, ¿qué puedo hacer ahora que estoy embarazada? — dijo Astrid—tengo miedo de interrumpir el embarazo de Camila, pues tú conoces mi vientre, ya he tenido dos abortos y no quiero que suceda con éste; ¿como ves a éste bebé que está en mi vientre? .
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD