Me quedo temblando, con el corazón latiendo a mil por hora, la piel en llamas y la mente llena de pensamientos imposibles. Cada palabra de Alexander, cada gesto, cada roce, ha dejado una marca imborrable. El peligro de ser descubiertos, la excitación de estar a su lado, la mezcla de deseo y tensión s****l… todo se combina en un torbellino que me hace sentir viva y al borde de perder la razón. Intento recomponerme mientras escucho la voz de Philippe, ahora más cercana, preguntando si todo está bien. Mi cuerpo reacciona al instante: mis mejillas se sonrojan, mi respiración se acelera y siento una mezcla de miedo, excitación y culpabilidad que me atraviesa de pies a cabeza. Mi mente grita, pero mi cuerpo sigue recordando cada roce, cada susurro, cada mirada de Alexander. —Sí… sí, estoy bien

