NARRADOR OMNISCIENTE
La música pulsaba como un latido en el corazón del club nocturno. Los bajos retumbaban en las paredes acolchadas de cuero, y las luces estroboscópicas pintaban figuras efímeras en el aire cargado de perfume y humo. Era un mundo de excesos donde el tiempo parecía detenerse en un constante frenesí de risas, movimientos y miradas cargadas de intenciones.
En la zona VIP, separada por una cuerda de terciopelo rojo, el ambiente era más tranquilo, pero no menos opulento. Allí, los tragos eran servidos en copas de cristal cortado, por mujeres desnudas, mostrando sus pezones y coños, deseosas de una polla que las dejara satisfechas y las conversaciones susurradas competían con el ritmo insistente de la música. Entre los sillones de cuero n***o y las mesas iluminadas por luces
