En ese momento, Astrid al verlo llorar a moco suelto sobre su vientre se quedó pasmada, porque jamás pensó que el moreno se comportaría así enfrente de ella. Astrid nunca se imaginó al altivo y orgulloso Andrés Cavalieri sollozar de esa manera. Entonces, la chica muy sorprendida por lo que acababa de presenciar, tomó el rostro del italiano con sus dos manos y bajando su mirada hacia él le pregunta: —¡¿Andrés que te sucede? ¿Por qué lloras así? levántate! Andrés quien estaba muy arrepentido y hecho trizas por lo que había hecho, le respondió: —¡No! ¡No me levantaré hasta que me perdones, tengo el presentimiento que aún no me crees! Astrid suspiró profundo y le contestó con la mirada hacia abajo: —Mmm tienes razón, aún no te creo. La última vez que te arrodillaste cuando estábamos en la

