De nuevo, Andrés no lo quería aceptar, pero le encantaba la cara de la rubia a pesar de haber estado con ella en un corto periodo de tiempo; la ternura y la dulzura de Astrid empezaron a mover el corazón y los sentimientos de aquel guapo heredero que aparentemente, estaba empezando a descontrolarse un poco.
«Quiero besarla, pero no se si deba, es solo la rubia tonta» pensó el heredero.
A su vez, Astrid mientras Andrés la tenía agarrada del mentón, no se pudo resistir a bajar su mirada hacia su boca, ya que, los labios del moreno se le hacían muy apetecibles; esa era una de las cosas que más les llamaba la atención a las mujeres de parte de Andrés. Entonces, ella con los ojos puestos en su boca pensaba:
«¿Porque sus labios serán tan grandes?» y miraba la boca del moreno con detenimiento
