El vuelo se me hizo interminable, no pude dormir ni comer por los nervios y miraba a cada rato la hora en el reloj para saber cuanto faltaba, y cada vez que miraba faltaban dos minutos menos. No se cuantas veces suspiré en mi asiento, era la primera vez que viajaba en primera clase (cortesía de mis padres biológicos) y no pude disfrutarlo, quería y no quería llegar a mi destino. Mil preguntas me daban vueltas en la cabeza: ¿encajaré con ellos? ¿Me sentiré cómodo? ¿Los querré? ¿Me querrán? ¿Serán buenas o malas personas? Jamás se me había dado bien el interactuar con las personas y ahora debía hacerle frente a una familia de completos desconocidos con los que compartía sangre. Le había pedido a mi madre que me acompañara pero ella consideró mejor que los conociera solo. Cuando anunciaron el aterrizaje mis manos comenzaron a temblar y a sudar, esperaba conocerlos antes que me diera un ataque al corazón.
Para evitar demoras solo cargaba con equipaje de mano, por lo que apenas salí del avión fui a la sala de espera. Se suponía que alguien vendría por mí, pero no sabia quien. Miré a todos lados hasta que vi un cartel con mi nombre, el actual y me acerqué allí.
- Hola – dije tímidamente, quien sostenía el cartel lo bajó y me miró de pies a cabeza, tenía más o menos mi edad, pero me superaba en tamaño y estatura. Irradiaba seguridad y prepotencia y noté como todas las mujeres que pasaban cerca lo miraban con deseo.
- ¿Cristóbal? – preguntó curioso, asentí con la cabeza – mi nombre es Mateo – se presentó con una sonrisa – y según me dijeron somos hermanos – al escucharlo lo observé detenidamente, no veía el parecido por ningún lado, obviamente el había sacado los mejores genes – soy adoptado por eso no nos parecemos – supongo que mi mirada de confusión delató lo que pensaba por eso hizo la aclaración, me abrazó por el hombro instándome a caminar con él – pero no importa que no tengamos la misma sangre, para mi somos hermanos y punto – no sabia que decir – al principio pensé que me caerías mal ¿sabes? – Seguía mudo – pero creo que vamos a llevarnos muy bien.
- Eso espero – por fin algo salía de mis labios.
- Seguro que si – llegamos a su coche y me quedé maravillado viéndolo – pensaba que te parecerías mas a papá, pero es obvio que te pareces a mamá así que seremos amigos – subimos al coche – ella es un ángel y él un idiota así que es bueno que no te le parezcas – asentí con la cabeza, seguía embobado observando el automóvil - ¿te gusta? – Otro asentimiento – es de papá, se lo robé para buscarte. Seguramente ahora esta planeando como torturarme por ello, pero gracias a vos tengo inmunidad.
- No entiendo – dije confundido, él sonrió de medio lado con la vista en el camino.
- En la familia hay muchos psicólogos y escuché que comentaban que tu llegada me afectaría por sentirme desplazado o algo así y que seguramente haría cosas para llamar la atención – no podía creer lo que escuchaba – lo que ellos no saben es que no tengo esos tipos de problemas, mi mamá me ama incondicionalmente y ahora que llegaste papá va a dejar de molestarme a mi y va a molestarte a ti – era un calculador de primera – pero ellos no lo saben así que aproveché porque hacia rato que tenia ganas de conducir esta belleza pero ese señor – entendí que se refería a su padre – no me dejaba.
- Ojala no tengas muchos problemas por robarle el coche a tu padre – yo nunca haría algo así, si bien mi padre no era muy estricto, robarle era algo que nunca se cruzaría por mi cabeza, pero Mateo no pensaba igual. Apenas lo conocía hace unos minutos y ya sabía como era: el típico chico guapo y rico, seguramente era una estrella en algún deporte o en todos, y las mujeres morían por sus huesos. El resto del viaje siguió hablando de la familia. Me contó que las siete hermanas mujeres son mayores que nosotros, seis son biológicas y una adoptada y que además tenemos un hermano mayor, solo por parte de padre que había estado internado en un manicomio. No pregunté porque y el tampoco me lo contó. Me dijo los nombres de mis hermanas pero eran muchas y yo estaba nervioso aun y no pude retenerlos.
- Toda la familia está esperándote – estábamos cerca ya y eso me comentó – ¿te gustan las fiestas? – Negué con la cabeza – mejor te acostumbras porque pronto seguro tenemos una – él si estaba emocionado. Se detuvo frente a un inmenso portón de hierro n***o y esperó que el guardia de seguridad le abriera. Avanzamos por un camino de adoquines y al final una imponente mansión de erguía – bienvenido a casa Bautista – dijo Mateo, yo sentía mi corazón latir con mas fuerza en mi pecho, la entrada estaba llena de coches y distinguí la figura de un hombre en las escalinatas de la entrada – mierda – murmuró mi nuevo hermano - ¿seria mucho pedir que corrieras a abrazarlo? – Preguntó mientras estacionaba el coche, no supe que decir – es nuestro padre – observé de nuevo al hombre que caminaba hacia nosotros, no se lo veía muy feliz – y esta molesto.
- No se si me sentiría cómodo con eso – respondí, el suspiró derrotado.
- Ya que mas da – lanzó al aire mientras descendía, el hombre ya estaba frente al coche, no podía dejar de mirarlo, parecía un actor de cine, demasiado guapo para ser el padre de alguien. Preferí permanecer dentro por las dudas quisiera regañar a su hijo – no le hice nada – se defendió arrojando las llaves, el no respondió lo observaba serio – solo quería probarlo.
- Escúchame bien mocoso – se le acercó y Mateo retrocedió – ahora voy a dejarlo pasar porque estamos de fiesta, pero esta me la cobro – Mateo quiso decir algo – y no me vengas con eso de que te sentís desplazado porque te conozco – Mateo se quedó mudo mirando el piso, su padre sonrió y luego me miró - ¿querés que te baje en brazos? – preguntó con sarcasmo y me apuré a salir del coche, me caí en el intento pero no se acercó a ayudarme.
- Hola – saludé sintiendo mi rostro hervir de la vergüenza por mi torpeza, el me observó detenidamente y me extendió la mano.
- Hola – respondió serio – soy Valentín, tu padre.
- Cristóbal – susurré, ese hombre me intimidaba demasiado.
- Bienvenido a casa nene – comentó y comenzó a caminar hacia la puerta de entrada – y relájate que te va a dar un infarto – recién noté que no estaba respirando y suspiré profundamente.
- Es un amor ¿viste? – Mateo habló con ironía – pero no te lo tomes personal es así con todos – asentí – ahora vas a conocer a la persona mas maravillosa y encantadora del mundo – eso lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillando, me sujetó del brazo y prácticamente me arrastró a la casa. Entramos y me quedé con la boca abierta al ver el interior del lugar. Era impresionante y estaba lleno de personas que me miraban sin parpadear – familia aquí esta el desaparecido – Teo me presentó o algo así, escuché algunos murmullos y noté que algunas lagrimas caían por los rostros de los presentes - ¡mamá! – Mateo gritó.
- Está en la cocina – una joven mujer le informó pero sin quitarme los ojos de encima.
- Vamos – volvió a arrastrarme – después los saludas a ellos – caminamos unos metros y entramos a una inmensa cocina, ahí estaba Valentín abrazando a un mujer que al parecer lloraba con el rostro escondido en su pecho, él nos miró – mami – Teo se acercó a ella y le acarició el cabello – ya te lo traje – noté como poco a poco se separaba de su esposo pero aun no me miraba – ahí está mamá – Teo la sujetó de los hombros y la giró en mi dirección, haciéndola caminar – tenés que ponerte feliz, ya no llores – la tenia a cinco centímetros, y ella seguía con la vista en el piso. Comenzó a levantar la cabeza, mis latidos iban a una velocidad vertiginosa y cuando vi su rostro por primera vez sentí que una electricidad me recorría todo el cuerpo. Nunca había visto algo tan hermoso, esos ojos azules enmarcados en ese perfecto rostro – Abrázala – Teo me ordenó prácticamente, pero yo estaba congelado. Ella esperó unos minutos y luego sin ningún aviso se colgó de mi cuello y comenzó a llorar con mas ganas, Mateo me hacia señas para que le correspondiera el abrazo y lo hice. Las manos me temblaban cuando la rodeé con mis brazos.
- Mi bebe – susurraba entre lagrimas – no puedo creerlo – no se cuanto estuvimos así, hasta que se separó de mi lentamente, ahora sonreía ampliamente y me pareció mas hermosa aun – me siento tan feliz – Vi como Teo y Valentín sonreían al escucharla y mi padre biológico la sujetó de la cintura y le besó la coronilla – mi nombre es Victoria – se presentó – soy tu mamá – eso lo dijo casi en un susurro y yo me sentí mas extraño, la mujer que era mi madre estaba en México. Sonreí como pude.
- Un gusto Victoria, soy Cristóbal – ella se mordió el labio.
- Supongo que tenemos que acostumbrarnos a decirte así en lugar de Bautista – comentó algo desilusionada – pero igual es un hermoso nombre – volvió a sonreír - y ahora vamos a conocer al resto de la familia – otra vez era arrastrado por la casa, ella no tenia ni la mitad de la fuerza de Mateo pero no iba a negarme. Volvimos al hall de entrada – Bauti – me miró apenada – Cristóbal – le sonreí – el es tu abuelo – me señaló a un hombre mayor que tenia los mismos ojos azules que ella, el me sonrió con ternura y me abrazó con calidez – se llama Armando y es mi padre – ya lo había deducido – Ella es Cinthya, tu abuela – la mujer me abrazó sin dejar de llorar, era mas joven que Armando pero se veían bien juntos – además es tía de tu padre – asentí – ellos son tus tíos, Lucas el mayor – me señaló a un hombre casi tan imponente como Valentín, de mirada fría y calculadora, me saludó con la mano – Nicolás – otro hombre que no perdió tiempo y me abrazó por unos segundos – Pablo y Patricio – era mellizos sin dudas, idénticos y ambos me sonrieron con picardía – el es Francisco – otra sonrisa, el era mas joven que Victoria - y el Felipe – otro abrazo vino por su parte – y él es tu padrino – señaló a otro hombre que me miraba sonriendo y con lagrimas en los ojos – tu tío Bruno – le sonreí con un asentimiento de cabeza.
- Y yo soy tu madrina Casandra – otra mujer se adelantó, era casi de la edad de Victoria, me abrazó fuerte – no sabes el gusto que me da tenerte de regreso – mi madre la separó de mi con algo de brusquedad.
- Ella es Milagros mi hermana – otra mujer rubia y hermosa me saludó con otro abrazo, no veía el parecido entre ellas y luego supe que eran hermanas adoptivas o algo así – el es Abel su esposo – el hombre solo asintió con la cabeza – tus primos no vinieron porque son mucho y pensamos que iban a abrumarte demasiado – asentí – sigamos con tus tías – había un grupo de mujeres mirándome con las sonrisas en el rostro, todas eran muy bonitas – ella es Evangelina – señaló a una rubia de cabellos cortos que sin dudarlo se me colgó del cuello, me dio dos besos en las mejillas sin dejar de sonreír, Lucas la sujetó de la cintura para que me soltara – ella es Clara – ella me saludó mas calmada pero el abrazo fue sentido – es esposa de Nico – asentí, Eva era esposa de Lucas, eso lo deduje solo – ella es Lucia – la aludida me saludó tímidamente – ex esposa de Pablo – el tono de mi madre no fue muy cordial – a Casandra ya la conoces, es la ex esposa de Patricio – al parecer los mellizos era los únicos divorciados – y ella es Catalina – la mas joven de todas – ella no te conocía porque hace unos años que esta con Francisco, pero es como de la familia – explicó Victoria – y ahora tus hermanas – me giró de los hombros hacia el otro lado, siete hermosas mujeres jóvenes estaban paradas sonriéndonos. No podía dejar de pensar que se habían equivocado con el ADN, yo no tenia nada que ver con esa familia de modelos – ella es Elena – era una mujer rubia, alta y de figura estilizada, hermosa – es la mayor – ella me abrazó intentando no llorar – ella es Irina – me señaló a otra mujer, también hermosa, otro abrazo mas para mi – Alicia – la miré sorprendido, si no me fallaba la memoria tenia un póster de ella en mi habitación de México, era una de las modelos mas hermosas que conocía, me sentí algo incomodo con su abrazo, si mis compañeros del mi colegio se enteraban, no me creerían – ella es Emilia – su belleza era inigualable, rubia como el sol, ojos preciosos y muy expresivos, fue la única que no me abrazó, me dio un puñetazo en el hombro.
- Enano – dijo sonriendo y no pude evitar corresponderle.
- Ellas son Matilda y Manuela – señaló a unas mellizas que me abrazaron juntas muy emocionadas – y ella es Candela – otra que no me abrazó, me sonrió a lo lejos con esa mirada fría que había visto en Lucas y en Valentín. Pude deducir que no todos en la familia expresaban sus sentimientos abiertamente, en realidad muy pocos lo hacían – bueno ahora vamos a comer que seguro tenés hambre – solo asentí, parecía que me había quedado mudo. Victoria volvió a tomarme de la mano y me arrastró al enorme comedor, poco a poco los hombres fueron ubicándose en sus lugares en la mesa y las mujeres sirvieron la comida, se veía delicioso todo. Me senté al lado de Mateo y de Emilia. Miraba a todos los presentes que charlaban entre ellos muy animados y alegres y cada vez me sentía más un sapo de otro pozo. Notaba que todos eran exitosos, seguros de si mismos, todo lo contrario a mi.
- Come – la voz de Mateo me sacó de mis pensamientos – está riquísimo – asentí y probé un bocado, y tenia razón.
- ¿Te gusta? – Victoria me preguntó con la mirada iluminada, yo asentí sonriendo y ella sonrió mas aun, seguimos comiendo.
- Mateo – Armando llamó a mi hermano y todos hicieron silencio - ¿Qué tal la escuela? – Teo tragó en seco y se tomó unos segundos para responder.
- Bien – dijo una encantadora sonrisa.
- Lo expulsaron de nuevo hace dos semanas – dijo Valentín, Mateo lo miró con odio – esta es la ultima oportunidad antes del internado militar.
- No es bueno que lo amenaces Valentín – Eva lo regañaba, no recordaba su nombre – ya te explicamos lo que sucede – el hombre bufó.
- Eso puede funcionar con un chico inseguro y de baja autoestima pero no con este egocéntrico – señaló a Teo.
- Si yo soy egocéntrico que te queda a vos – respondió y todos rieron – además abuelo – ahora hablaba amablemente – no fue mi culpa que me expulsaran, unos idiotas decidieron meterse conmigo y los puse en su lugar.
- Se molestó porque le quitaron la novia – Valentín aclaró y los hombres rieron.
- Esa zorra no era mi novia – respondió Teo molesto.
- Mateo – Victoria lo regañó – no me gusta que hables así de las chicas.
- Mamá – dijo el chico – se acostó con mi mejor amigo y lo filmó para que yo lo vea – la mujer se quedó con la boca abierta.
- Si es una zorra entonces – dijo ella y todos reímos, incluido yo – ya vas a encontrar una chica buena y decente.
- Seguro – Mateo dijo con soberbia – pero ahora quiero divertirme con las indecentes – sus tíos festejaron lo que acababa de decir, incluso Valentín le palmeó la espalda orgulloso. Era una familia de machos, que disfrutaban de las mujeres y yo era un ñoño virgen, definitivamente no perecía allí.
- Bien dicho nene – Pablo o Patricio habló – tenés que divertirte mientras puedas, después vas a tener tiempo para ponerte serio con alguna desagradecida – al decir esto miró a Lucia que simplemente agachó la vista a su plato.
- Dejen de enseñarle esas cosas a mi bebe – Victoria lo defendió – el no va a ser un degenerado como ustedes – las risas fueron mas fuertes.
- Victoria, Mateo es digno hijo de su padre – el otro mellizo habló y ella observó con el seño fruncido a su esposo y a su hijo, yo no entendía nada pero al parecer no le gustó la noticia.
- Mateo espero que no sigas los pasos de este señor – dijo seria – cuando tenia tu edad estaba a poco de ser un adicto al sexo – Teo sonreía y Valentín también – lo mismo va para vos – me sorprendí al ver su dedo señalándome y sentí todas las miradas clavadas en mi.
- Entendido – dije sin mirarla, sintiéndome muy avergonzado. El resto de la cena siguió con más charlas de las que casi siempre Mateo era el centro de la atención. Era una familia algo machista, los hombres eran el centro de todo y las mujeres acompañaban. Aunque Victoria parecía un hombre más, hablaba de todo y respondía sin ningún pudor las bromas de sus hermanos. Supe que Valentín era hijo único, era huérfano y Cinthya lo había criado. Al parecer había tenido una etapa de rebeldía hasta que conoció a Victoria y de ahí comenzaron una intensa historia de amor.
- ¿Querés dormir solo o conmigo? – La pregunta de Mateo me dejó sorprendido, no había pensado en eso – tengo dos camas en mi habitación pero te prepararon la tuya – lo medité unos segundos, estaba acostumbrado a estar solo, pero quizás no me vendría mal tener algo de compañía mientras procesaba todo.
- Creo que con vos – dije tímidamente, el no respondió. Caminamos por un amplio pasillo y abrió una puerta. La habitación era alucinante, enorme, con todo lo que un chico de nuestra edad pudiera querer – tenés de todo – comenté embobado.
- Si – dijo el chico – tengo todo lo que el dinero puede comprar y más – lo observé y noté que estaba sin camiseta. Tenia los abdominales y pectorales muy definidos – a las chicas les encantan – se señaló su six pack – Ahí esta el baño – señaló una puerta – estas en tu casa – y acto seguido se quitó los pantalones y se metió por la puerta que había señalado. Me senté en la cama esperando que salga, mientras pensaba todo lo que había sucedido desde mi llegada. Definitivamente no parecían malas personas, quizás un poco soberbios y engreídos, pero se notaba que era por su crianza, seguramente crecieron pensando que podían conquistar el mundo si se lo proponían. Mateo era así, sus hermanas igual, ninguno mostraba ni el mas mínimo signo de inseguridad, todo lo contrario. Y yo era lo opuesto, prefería pasar desapercibido siempre, caminaba encorvado evitando llamar innecesariamente la atención. Solo hablaba lo justo y algunas veces ni siquiera eso. Estaba claro que yo no pertenecía a aquel lugar, el lazo de sangre no era suficiente para hacerme sentí incluido o cómodo, tenia que regresar a mi casa a la primera oportunidad. Teo salió del baño y yo entré, me preparé para dormir y cuando salí el ya estaba inconsciente. Estaba acostándome cuando Valentín entró en la habitación. Me hizo señas para que me quedara mudo y lentamente se acercó a Mateo, el ni se enteró. Lo observó unos segundos y luego se sacó de la boca una gran bola de goma de mascar. Me tapé la boca al entender lo que estaba por hacer. El cabello n***o de Mateo quedó pegoteado con rosa, se lo desparramó a conciencia, abarcando la mayor superficie posible y luego se fue sonriendo, me saludó con la mano. No sabia que hacer, si despertar a Teo o no. Lo sacudí suavemente por el hombro pero el no reaccionó, al parecer tenia el sueño muy pesado, así que suspiré resignado y deje de intentarlo. Me recosté y antes de darme cuenta había quedado dormido.
- ¡Hijo de puta! – al otro día me desperté escuchando esas palabras, me asusté porque Mateo había gritado, el salió del baño con las manos en la cabeza – mira lo que me hizo ese imbécil – me señaló su cabello, yo lo miraba apenado – voy a matarlo – pateó lo que había en el piso y salió de la habitación. Me quedé en la cama y al rato escuché gritos e insultos. La puerta se abrió y Elena ingresó con una bandeja de desayuno en las manos, detrás de ella venían Emilia y Alicia. Las tres reían.
- Buen día Bauti – dijo Elena.
- Se llama Cristóbal tonta – Emilia la corrigió - ¿Cómo dormiste enano?
- Bien gracias – dije amablemente.
- ¿Viste lo que tiene Teo en la cabeza? – Alicia preguntaba, yo asentí – papá parece un nene de cinco años – las tres rieron – come – me ordenó señalando el desayuno que tenia en frente. Hice caso y ellas se sentaron en la cama de Mateo a mirarme, me sentía como en exposición
- ¿Te sentís cómodo? – Siguió Emilia, asentí con la cabeza – debe ser difícil llegar a un lugar lleno de desconocidos – volví a asentir – aunque vos viviste aquí casi tres años – eso no lo había pensado - ¿hablaste con tu familia en México?
- No – respondí – mas tarde los llamo.
- Mamá ya habló con Lidia – Elena siguió hablando, Lidia era mi mamá – le dijo que llegaste bien y estas tranquilo, algo asustado pero no mas de lo normal – antes que pudiera responder Mateo ingresó a la habitación, con el rostro enfurecido – Bebe – Elena se acercó a él y lo abrazó, no podía creerlo, pero Mateo lloraba en el hombro de su hermana mayor – no llores, ya sabes como es.
- Se fue al carajo con esto Elena – dijo sollozando – voy a tener que cortarme el cabello, por fin que me estaba creciendo.
- Papá nunca va a madurar – Alicia habló – no les conviene hacerlo enojar.
- Es un viejo maldito – dijo Teo.
- No tendrías que haberle robado el coche Mateo – ahora Emilia hablaba – aunque te entiendo, es una hermosura – Teo la miró sonriendo.
- Fue genial conducirlo – dijo con una sonrisa - ¿me cortas el cabello? – le preguntó a Elena como un niñito, ella asintió y entraron al baño.
- Ten cuidado con Valentín – Emilia me advirtió – no es alguien a quien te gustaría hacer enojar – tragué en seco al escucharla, de verdad ese hombre me intimidaba y mas ahora – tenés que saber una sola cosa para llevar la fiesta en paz con él.
- ¿Cuál? – pregunté realmente interesado.
- No te metas con mamá ni con su coche – dijo Alicia.
- O con su motocicleta – asentí tomando notas mentales, Emilia había hablado – el lunes comienzas el colegio – eso me sorprendió – vas a ir al mismo que fue toda la familia, Teo va con vos, como lo expulsaron del otro colegio van a ir juntos.
- Yo no tenia pensado ir al colegio aquí – dije serio – mi vuelo a México sale la semana que viene – ambas me miraron sorprendidas – solo vine a conocerlos, no voy a quedarme.
- ¿Vas a dejar a mamá? – La voz de Mateo me hizo girar la vista hacia él, estaba calvo pero no se veía mal – no podes hacerle eso.
- Mi familia está en México – dije saliendo de la cama – no tengo nada que hacer aquí.
- Nosotros somos tu familia Bautista – dijo Elena.
- Cristóbal – la corregí algo alterado – y lo siento pero ustedes no son nada mío – no pude hacer nada cuando Mateo me sujetó del cuello y me estampó en la pared.
- Escúchame bien Cristóbal, Bautista o como carajo sea que te llames – yo estaba asustado – mi mamá derrama una lagrima mas por tu culpa y te mato – ahí entendí todo, ellos me quería allí para que Victoria no sufriera mas, eso me hizo sentir mal y culpable - ¿entendiste? – Asentí y me soltó – ya es el colmo de todo – dijo alterado – lo tratamos como a un rey y se quiere ir.
- Teo cálmate – Elena recién intervino – él no se puede ir, si lo hace sus padres en México van presos – abrí los ojos impresionado al oírla – el único motivo por el que no están tras las rejas es porque aceptaron que vivieras aquí, pero ellos te compraron de manera ilegal – no podía creerlo – mamá usó todas sus influencias para que no se levantaran cargos, pero si te vas, ellos terminan en prisión – por primera vez en mi vida me sentí furioso. Estas personas habían decidido cambiarme la vida por completo y ahora me tendrían en su casa a la fuerza, a base de amenazas. Me encerré en el baño a llorar, preso de la impotencia. Escuchaba que hablaban en la habitación pero los ignoré, me quería morir. Iba a tener que vivir en esa casa donde me sentía un bicho raro y no iba a poder ver a mis padres ni a mi hermana por un largo tiempo. Los odié en esos momentos, a Victoria, a Valentín, a Mateo y a sus hermanas.