Mi miente me sigue recordando que ni siquiera hemos cumplido ni una semana de casados mucho menos de disfrutar de nuestra luna de miel. Abro mis ojos cuándo dejo de sentir los finos dedos de mi esposa acaricien do las hebras de mi cabello. Parpadeo para mentalizarme de que ya estoy en San Francisco incluso que veré a ni familia.
-¡Por fin despiertas!-exclama felizmente-¿Sucede algo?
-No, bueno si. Sigo pensando en la luna de miel, te prometo que te lo voy a recompensar-comento mientras acaricio su pierna.
-Ya te dije que no debes preocuparte por eso. Debo comentarte algo.
-¿Te duele algo?-pregunto preocupado.
-Me mando un mensaje mi ginecóloga avisándome que ya se va a retirar.
-Eso no es ningún problema, le cometamos a Ben que te atienda, él es el mejor ginecólogo de Seattle.
