—Te juro que quisiera acompañarte, llevarte yo mismo hasta Nueva York, hasta la puerta de tu departamento y cerciorarme de que llegues bien y estés segura, pero, desgraciadamente, tengo que quedarme aquí para avanzar con lo de tu padre y realizar algunas cosas de mi trabajo que ya han esperado mucho durante estas dos semanas de vacaciones ya no pueden esperar más —dice, rodeando mi cintura con sus brazos.
Deslizo mis manos por su pecho, llegando hasta su cuello y mea aferro a su nuca. Mis dedos juegan con el nacimiento de su cabello y sonrío.
—No te preocupes. Lo entiendo perfectamente —manifiesto y me pongo de puntillas para darle un casto y ligero beso en los labios—. Yo también quisiera quedarme más tiempo y acompañarte, pero mañana se reanudan las clases y hoy debo dejar todo listo
