NUEVE

4951 Words
A / N ** Recordatorio, este libro es Romance / Erotica ** EMMERSON  Emmerson 16 años Estoico 21 años LA VIDA SIN MIS hermanos fue algo más fácil, sin dramas, sin peleas, sin chicas locas persiguiéndolos. Sí, también contaba a Estoico como a mi hermano. Mi hermano de otra madre. Habían pasado tres años y finalmente era tiempo de que regresaran. Por alguna razón, las cosas no salieron según lo planeado, por lo que tendrían que regresar a la frontera en seis meses. Al menos, tendrían un buen y merecido descanso. ¡No podía esperar a verlos! Odiaba admitirlo, pero los extrañaba, a todos. Pensé en ellos muy a menudo, especialmente en Estoico. Me dejó regalos con el tío Erik, la tía Ida y mamá. Incluso cuando él no estaba aquí, siempre recibía mi vestido de cumpleaños, mi aro de verano y mi regalo de madera para el otoño. Esculpió un hermoso Yggdrasil en un trozo de árbol redondo. Lo coloqué en mi habitación junto a la cosa de metal que me dio cuando era pequeña, el "Jeg elsker deg". Eso me hizo extrañarlo aún más. Vine con Amelia a esperarlos en la estación de trenes. Ella y yo nos quedamos justo enfrente, donde estaban las tiendecitas. Amelia quería comer pasteles, así que estábamos llenándonos las bocas antes de que llegara el tren. Mamá, Papá, Erik e Ida los estaban esperando en el andén. Ethan se había marchado al norte el año pasado. También le hice una mochila. Mirando hacia atrás, durante estos últimos tres años, había estado muy ocupada. Me volví muy buena cosiendo bolsos y mochilas, y ya estaba consiguiendo cambiar muchas cosas por mis trabajos. Hace poco recibí un arco de madera y se lo daría a Estoico cuando regresara. Sabía que le iba a gustar. También me iba bien con el grupo de baile. Habíamos bailado muchas veces delante de un público, y la multitud se volvía loca cuando lo hacíamos. Aprendí portugués, y mamá y yo lo hablamos todo el tiempo, sobre todo si no queríamos que papá supiera de lo que estábamos hablando. Desde que Estoico se fue, me dediqué a pasar mucho tiempo con la tía Ida. No quería que se sintiera sola. Ella me enseñó algunas de las recetas favoritas de ella y de Estoico, y las cocinábamos juntas tres veces a la semana. Cuando Estoico regresara, podría sorprenderlo con una buena cena. Mi cuerpo estaba completamente diferente. Tengo que admitir que crecí. De hecho, me veía muy bien. Estaba mucho más alta, mi cabello rizado casi llegaba a mi espalda baja, mis caderas tenían curvas, mis pechos habían crecido a un tamaño agradable y cómodo, y mi trasero era redondo y algo grande como el de mamá. Como bailaba tanto, mis piernas estaban bonitas y tonificadas. Cambié mi forma de vestir y podría decir que tenía muy buen estilo. Mamá me ayudó con eso. Toda mi ropa mostraba mis curvas perfectas, me abrazaban en todos los lugares correctos y realzaban todos mis encantos. Nunca dejé de ser una engreída, así que caminaba por las calles balanceando mis caderas como la reina que sabía que era. Los chicos me coqueteaban todo el tiempo. Recibía silbidos y frases estúpidas dondequiera que fuera. Amelia me llamaba el microondas: los calentaba pero nunca los comía. Amelia también creció y se puso asombrosamente hermosa con un cuerpo escultural. ¡Entre ella y yo podríamos dejarlos a todos muertos! ¿Quién hubiera creído que las chicas menos femeninas resultaron ser las más lindas de todas? ¡Nadie lo hubiera imaginado! No tenía ninguna vergüenza, y a menudo ignoraba los piropos que me hacían los chicos. Yo era hermosa y lo sabía. Sin embargo, no me importaban mucho los chicos, ninguno de ellos era lo suficientemente interesante o lindos para mí. Amelia dijo que era quisquillosa, pero la verdad es que tendía a compararlos mucho. Ninguno de ellos era lo suficientemente alto, ni lo suficientemente guapo, ni lo suficientemente fuerte para mí. Siempre les faltaba algo. No buscaba la perfección, pero definitivamente no eran lo que quería. Algunos de ellos incluso se frustraron porque ni siquiera les daba ni la hora. Mi "viejo amigo" Noah era uno de ellos. Es curioso que cuando los gatos estaban fuera, los ratones se relajaron y pensaron que podían salir a jugar. Estaba segura de que tan pronto como Kenzo y Estoico regresaran, todos estos idiotas tendrían que tragarse sus propias lenguas. Un silbido frente a Estoico y las cabezas rodarían. La forma en que noqueó a Landon parecería un juego de niños comparado con la masacre que les esperaba. Noah ya debió haberme invitado a salir como veinte veces. Me quedé sin formas de decir que no, pero él tenía la costumbre de aparecer en todos los lugares a los que yo iba. —¿Qué es la que, Emmy? —Hablando del diablo... —Oh, Noah. ¿Qué haces? —No mucho, simplemente dando vueltas. ¿Qué están haciendo las dos mujeres más lindas del pueblo? —Noah dijo, tratando de sonar interesante pero fallando. «Oh, esto no le iba a gustar.» —¿Nosotras? No mucho, tan solo estamos esperando a que lleguen Kenzo y Estoico —dije de una manera muy desinteresada, señalando entre Amelia y yo. Sus ojos crecieron al doble de su tamaño. —¿Estoico? —Sí, Estoico y Kenzo —dije, dándole un gran mordisco a mi queso danés. —¿El maldito Estoico Dokken regresará hoy? «Se acabó el juego, amigo». —Sí —dije de forma burlona. Amelia no pudo contener la risa y comenzó a reírse entre dientes. —¡No me jodas! —dijo y tiró de su cabello. «¡Qué asco! no gracias». —¿Sabes qué? No me importa una mierda. Ya no soy ese niño pequeño a quien solía molestar. No dejaré que ese idiota me intimide más. —Asentí. Interesante, iba a probar su suerte. Tan tierno. —¡OK, buena suerte! —Le hice un gesto con la mano, me di la vuelta, entrelacé mi brazo con el de Amelia y comencé a alejarme de él. —Debes estar feliz, ¿verdad, Emmerson? —dijo Noah, y me volví para mirarlo. Su ridículo rostro parecía enojado. —¿Qué? —dije con la boca llena. —Tu novio va a volver. —Te refieres a mis hermanos —dije después de tragar. —No, me escuchaste bien, tu hermano y tu novio de toda la vida. «¿Qué? ¿Quién diablos se creía que era? ¡Qué cojones!». —No seas estúpido, Noah, los celos no le quedan bien a nadie. Deja de inventarte mierdas. —Le di la espalda de nuevo y comencé a caminar. —A nadie menos a Estoico, ¿verdad? «¿De qué estaba hablando?». —Estoico no es más que un hermano sobreprotector. —Él, más que nadie, debería haberlo sabido. —Él te desea, Emmy, siempre lo hizo. Te quiere follar duro, y ni siquiera te das cuenta. «¿Qué?». Este idiota estaba delirando. Eso fue todo, yo no puedo más con él. —No todos los chicos de aquí son cerdos como tú. Estoico es como mi hermano. Admítelo, estás enojado porque sabes que no tienes ninguna posibilidad conmigo. Un consejo, olvídate de mí, Noah. —Puedes decir lo que quieras, Emmerson, pero en sus ojos, tú eres su mujer —dijo mientras se giraba y comenzaba a alejarse de nosotras. —Oh, vete a la mierda, cabrón —le grité. —¡OK! Vámonos. —Amelia me apartó antes de que decidiera quitarme el zapato y hacer algún daño. Noah se fue echando humo. «Tropieza y muérete, Noah. ¡Tropieza y muérete!». —¿Qué diablos le pasa? —dije, comiendo mi postre. Amelia me miró con una mirada que decía “ya bien lo sabes”. —¿Qué? —Mi boca estaba llena de nuevo. —Emmy, no creo que Noah esté completamente equivocado —dijo ella, vacilante. —Oh, vamos, ¿tú también? —Estaba cansada de que la gente me diera ese ridículo argumento. —Sólo digo... —dijo, encogiéndose de hombros. —Créeme, eso es un definitivo no. ¿OK? —Está bien, si tú lo dices... —Ella todavía no me creía, pero no iba a discutir más sobre ese estúpido tema. Después de comer, sacudí las migajas de mi camisa. Miré mi reflejo en una de las ventanas de cristal de la tienda, me di la vuelta, me guiñé un ojo y me levanté el pulgar. Me veía bien. Llevaba una camiseta corta de crochet blanca ajustada, sin mangas que dejaba ver mi ombligo y pantalones cortos sueltos que se ajustaban a mi cintura y acentuaban mis curvas. Los pantalones terminaban en la mitad del muslo y fluían con el viento. De hecho, parecían más una falda. Tenía mis tenis blancos puestos, mi cabello estaba recogido en un moño desordenado y mi piel bronceada brillaba bajo el sol de verano. —Tenemos que regresar. Veo que la gente ya está saliendo, así que creo que ya deben haber llegado —dijo Amelia. Estuve de acuerdo. Caminamos de regreso, y tan pronto como pasamos por la entrada de la estación, lo vi. Estaba muy lejos, pero su cabello rojo sobresalía por encima de la multitud. Estoico había vuelto. Di algunos pasos hacia adelante y mi corazón se aceleró. «¿Por qué latía mi corazón tan rápido?». Estoico miraba a su alrededor, serio, sus ojos azules escudriñaban a la multitud. Debió de haber estado buscándome. Kenzo estaba de pie junto a él, hablando con papá. Ambos se veían tan diferentes. Sin embargo, un buen tipo de diferente. Una sonrisa se extendió por mi rostro y, de repente, un mar de emociones me consumió. Grité su nombre y sus ojos se posaron en mí. Frunció el ceño y supe que apenas me reconocía. En ese momento el mundo se detuvo y mi mente bloqueó cualquier otra cosa que no fuera él. Me reí y corrí hacia él. Corrí tan rápido como pude entre todos los cuerpos en movimiento que para mi no eran más que sombras. Lo único que podía ver era a Estoico. Mi corazón se aceleró, y me topé con al menos cuatro personas diferentes en mi camino hacia él. Se quedó allí, con una sonrisa en su rostro y sus ojos azules brillando como estrellas. Vi a Kenzo inclinarse y decirle algo, y asintió sin apartar los ojos de mí, ni siquiera por un segundo. Mi moño desordenado se cayó, y mi cabello se desparramó en todas direcciones, pero no me importó. Seguí corriendo hacia él y gritando su nombre. Tan pronto como me acerqué, dejó caer su mochila negra al suelo y abrió los brazos. Salté a sus brazos y me agarró. Mis brazos se envolvieron inmediatamente alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura. Envolvió sus brazos alrededor de mí y me abrazó con fuerza. —¡Regresaste! —Tenía ganas de llorar. ¿Por qué tenía ganas de llorar? Lo abracé tan fuerte. —Estoy de vuelta, pequeña. —Su voz. Extrañaba su voz profunda. No me di cuenta de que lo había extrañado tanto. Me aparté un poco y lo miré a los ojos, sonriendo como una niña pequeña. Había cambiado mucho. Ahora tenía barba y los brazos cubiertos de tatuajes, pero era él. También tenía músculos fuertes como una bestia. Apuesto a que podría romper un tronco con sus propias manos. «¿Había sido así de guapo siempre?». —Emmy... —Estoico me estaba estudiando. Sus ojos viajaron hacia abajo y luego hacia arriba. Ya no era la niña que dejó atrás hace tres años. —¡Estoico! —grité y le di otro abrazo. Enterró su rostro en mi cuello y respiró hondo. —No te preocupes por tu verdadero hermano. Estoy bien, por supuesto... Solo abraza a Estoico. Estoy bien —dijo Kenzo, pero lo ignoramos. Simplemente tomó la mochila de Estoico y se alejó, murmurando algo. No podía dejar de sonreír. Kenzo estaba siendo demasiado dramático. —Te extrañé, mucho —dijo y me apretó con más fuerza. —Sé que lo hiciste. No hay otra como yo en este mundo. —Habló la engreída que llevo en el interior. Él se rió entre dientes —Tienes razón. —Muy bien dicho, esa fue una respuesta inteligente. —¡No quiero dejarte ir! Me aferraré a ti por el resto del día —le dije. Estoico se rió. No estaba bromeando. Podría abrazarlo durante horas. —Podría quedarme contigo durante el resto del mes —dijo, y ambos nos reímos. Movió sus manos desde mi cintura hasta mis muslos para ayudar a sostener mi peso. Tan pronto como sus cálidas manos tocaron mi piel, sentí la piel de gallina. Mis ojos viajaron a sus manos y luego de vuelta a su rostro. Estoico me estaba mirando a los ojos con una expresión que nunca le había visto. ¿Qué era? Me emocionó pero al mismo tiempo me puso nerviosa. Arqueó una ceja ante mi expresión y sonrió. Este era mi Estoico, pero al mismo tiempo, era diferente. Nos quedamos allí, mirándonos a los ojos durante mucho tiempo. —¿Quieren ustedes dos volver a casa con nosotros o se van a otro lugar? —preguntó mi mamá, interrumpiéndonos. —Sigan adelante. Los veremos más tarde —dijo Estoico sin romper el contacto visual conmigo. —Está bien… la cena es a las seis. No lleguen tarde —dijo mi mamá y se alejó. —Te veo en casa, hijo. —Mi papá le dio unas palmaditas en el brazo y siguió a mamá. —¡Emmy! Yo... ¡Oh! Yo... tengo que irme. Mis mamás deben estar buscándome. ¿Hablemos después, vale? —Esa era Amelia, no le respondí ni aparté mis ojos de los de Estoico. Fue como un concurso de miradas. Mis ojos permanecieron fijos en los suyos como un imán. —¿Quieres dar un paseo? —me preguntó después de que todos se fueron. Todo lo que pude hacer fue asentir con la cabeza como una idiota. No pude detener la sonrisa que se extendía por mi rostro. —Vamos. Súbete a mi espalda. —Me bajó, se volvió y se arrodilló. No lo pensé dos veces antes de saltar sobre él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su torso. Se agarró a mis piernas y empezó a caminar. Salimos de la estación y bajamos por la calle, hacia el parque. Debo decir que el mundo se veía diferente desde aquí. Esa sería una larga caída hacia abajo. «¿Era así cómo se sentía medir dos metros?». Cada vez que me reajustaba, lo abrazaba con más fuerza. Había un millón de cosas de las que quería preguntarle y hablar, pero no salió nada. Simplemente me aferré a él, disfrutando la forma en que se sentía tenerlo tan cerca. Su cabello había crecido. Lo tenía atado en un moño, y me pregunté cuan largo era en realidad. Tenía tantas ganas de pasar mis dedos por él. Su espalda era ancha y sus músculos se sentían duros. Siempre había sido fuerte, pero ahora se parecía a un dios más que a cualquier otra cosa. Incluso cuando solo vestía una simple camiseta negra, jeans y botas, parecía que acababa de atravesar Bifrost y salir de Asgard. Ninguna de sus ropas le quedaba ajustada, pero aún se podía ver que estaba absolutamente duro debajo de ellas. Estoico estaba más caliente que el maldito sol, y sentí que me estaba derritiendo lentamente sobre él. «¡Oh mierda! Noah y Amelia podrían haber tenido razón». Estoico nos llevó al parque y me sentó en un banco columpio. Estábamos bajo un gran arce y la sombra que nos cubría nos mantenía frescos y cómodos en este día cálido. Se sentó a mi lado y me acercó más a él. Estoico me puso el pelo detrás de la oreja y me besó la cabeza. El lugar estaba casi vacío, solo unos niños pequeños corriendo en la distancia. —Has crecido mucho. Te ves tan diferente que apenas te reconocí. —Su pulgar acarició mi rostro. —Tú también cambiaste. —toqué suavemente su barba y él sonrió. Señalé sus tatuajes—. ¿Cuándo te hiciste todo eso? Lo pensó antes de responder, sabía que iba a medir sus palabras.  —Muchos de ellos, siempre había querido tenerlos. Supongo que era el momento adecuado para hacerlos. Maldita sea, se veía muy bien con ellos. —¿Estás seguro de que no fue para impresionar a las damas? —Levanté y bajé las cejas de una manera cómica. «Oh, espera, ¿había estado con mujeres?». Debía de haberlas. Era demasiado guapo. Las chicas de su edad deben estar locamente enamoradas de él. Mendigando de rodillas. —No, no hay nadie a quien impresionar allí. Mierda. ¡No lo creo! —Entonces, ¿me estás diciendo que no hay chicas corriendo detrás de ti en el norte como las tenías aquí? —dije, mis ojos buscando en sus profundos ojos azules. Fijó sus ojos en los míos. Apareció una sonrisa tímida en su rostro y negó con la cabeza. —Nah. Quiero decir, sí. Hay chicas pero… —me dio unas palmaditas en la cabeza—. Nunca me ha interesado ninguna de ellas. ¡Mentira! —Entonces... ¿Me estás diciendo que no te gustan las chicas? Quiero decir, está bien... —Me gustan las chicas, Emmy. —Me detuvo antes de que pudiera terminar mi pensamiento. Casi olvido lo fácil que era enojarlo. —Oh, yo pensé... —Me estoy reservando para una en especial. —¡Oh, vaya! No pensé que Estoico fuera tan romántico. Eso es mucho mejor que ser un puto como Kenzo. —¡Bien! Me gusta eso. ¡Siga con el buen trabajo! —dije, levantándole un pulgar. —No creo que pueda hacerlo por mucho más tiempo —dijo, mirando al suelo. «¿Qué significaba eso?». —¿Qué? —Yo empecé. —Regresemos. —Me interrumpió. Se puso de pie rápidamente y se arrodilló. Salté sobre su espalda de nuevo y nos dirigimos a casa. Estoico tomó el camino más largo de regreso a casa. En lugar de la carretera, pasamos por el bosque. Se quedó en silencio durante un rato y luego me hizo una de sus famosas preguntas tontas. —Emmerson, ¿una hamaca o un columpio? «¿Qué demonios? ¿Por qué pregunta?». —¡Un diván columpio! —Me reí entre dientes y él también. Después de eso, se quedó callado, pero no pude soportarlo y rompí el silencio. —Estoico, ¿qué estabas haciendo realmente allí en el norte? —Se puso un poco rígido y me reajustó. —No mucho. Solo vigilando la valla. Fue bastante aburrido. ¿Por qué necesita estar tan fuerte solo para proteger una cerca? Tal vez estaba así porque no tenía nada que hacer más que ejercicios. —Lo extrañé aquí, extrañé esto —me dijo. Debe estar hablando de tranquilidad y naturaleza. —¿Es el norte tan aburrido como las chicas que viven allí? —No quería abandonar el tema. Tenía muchas ganas de saber. No podría dormir bien si no lo averiguaba con certeza. Debía de haber tenido una chica ahí. —Emmerson, la chica que me gusta está aquí, no allá. Entonces, sí tiene a alguien. ¡Oh, no! —¡Oh! Entonces... ¿Tienes una novia secreta? «Por favor di que no, por favor di que no». —Algo así. No estoy disponible si eso es lo que estás preguntando. —Me quedé callada. Eso no me gustó. No sabía por qué, pero no me gustaba. ¿Estoico le pertenecía a alguien? —Y tú tampoco estás disponible, ¿verdad? —preguntó con una voz alegre. «¿Estaba Estoico feliz por eso?». Nunca había pensado mucho en mi futuro esposo, pero ahora mismo, por alguna razón, no me sentía bien sobre eso. —Sí... —traté de no sonar deprimida pero fallé—. ¿De verdad tengo que casarme con él? —Sí. —Estoico respondió rápido, sonando como una respuesta definitiva. Que manera tenía Estoico de concluir la conversación antes que comenzara. —¿Qué pasa si no me agrada mi esposo? —Puede que yo no quiera esta boda después de todo. —Aprenderás a hacerlo. —Otra respuesta definitiva. No dejaba lugar a discusiones. —¿Y si no le agrado? —Ahora solo estaba buscando excusas. —Eso no es posible. Eres increíblemente hermosa, Emmy. «¿De verdad pensaba que era hermosa? Bueno, gracias por alimentar mi ego». —¿Tú crees? —No podía verle la cara. Sonreí y me mordí el labio. —Sí. —Bueno... no eres el único que piensa así. —Me reí pensando en todos los chicos que me habían confesado su amor. —¿Qué quieres decir? —Su voz se puso seria. —Soy bastante popular. La pequeña y poco femenina Emmerson se ha convertido en una chica muy guapa —dije con mi voz sexy, y dejó de caminar. Puede que él no creyera lo estúpidamente narcisista que estaba actuando. Apuesto a que esta chica que le gustaba no era ni la mitad de bonita que yo. —¿Los chicos están coqueteando contigo? —¡Aquí está! Ese era el Estoico que recordaba. «Hola, mi viejo amigo». —Pfft, por supuesto. Todo el tiempo —dije riéndome. —¿Quienes? —¿Por qué quieres saber eso? ¿Para poder asesinarlos a todos? No seas tonto, Estoico. Tendrías que matar a la mitad del pueblo. —Me reí un poco más, pero a él no le pareció mi chiste tan divertido como a mí. —¿Has salido con alguien? —preguntó, bajando la voz. Sí, estaba enojado. Oh, ahora sí que lo iba a molestar. —¿Uhm? Veamos... ¿Qué cuenta como citas? —Fingí que estaba pensando. Estoico me bajó y se dio la vuelta. Parecía enojado. Olvidé lo fácil que era molestarlo. Mordí mi labio y contuve mi risa. —¿Te ha besado alguien? —Sus manos estaban formando puños. La única persona a la que había besado era a él. Hace mucho tiempo, en su cumpleaños. Recordé cómo su lengua entró en mi boca, cómo lo pateé y cómo no pudo levantarse después. No pude evitar sonreír. —¿Te ha besado alguien, Emmerson? «Tu lo hiciste, idiota». —Bueno... no puedo decir que no a eso. —Se estiró el cuello y se acercó a mí. Estaba enojado, así que di un paso atrás. Dio un paso adelante y retrocedí de nuevo. —¿Todavía eres virgen? —preguntó, mirando de arriba abajo a mi cuerpo. ¿Qué carajos? ¿Cómo? Quiero decir, ¿por qué preguntaría eso? Eso era super personal. —Eso no es asunto tuyo, Estoico. —Otro paso. —Es una pregunta de sí o no, Emmerson. —Y yo no quería contestarla. Otro paso. —¿Y si no lo soy? —Sus ojos se agrandaron. Oh, estaba furioso. —No bromees, Emmerson. Responde. —Otro paso y choqué contra un árbol detrás de mí. ¡Oh, oh! —No tengo que decirte una mierda, Estoico —dije con mi voz atrevida. Gran error. Dio otro paso y su cuerpo estaba tan cerca de mí que podía sentir su calor. Estoico me miró, puso su mano sobre mi coño y acarició mi montículo con su pulgar. —Dímelo ahora, Emmerson, o te bajaré estos lindos pantalones, abriré tus piernas y lo comprobaré yo mismo. —Su voz era profunda y oscura. Jadeé con fuerza. Estaba petrificada. Sentí que mi corazón se detuvo abruptamente. No podía respirar. Mis ojos se agrandaron y mi boca se abrió. El calor se extendió por todo mi cuerpo y supe que debía de estar sonrojándome. Nunca nadie me había hablado así ni me habían tocado allí. —Yo ... yo ... lo soy —dije en voz baja. Tenía miedo de que hiciera lo que dijo que haría. —¿Tú qué, Emmy? Usa tus palabras. —Siguió rozando sus dedos sobre mí. Su rostro estaba cerca de mi cuello y sentí su aliento sobre mí. Oh Dios, me estaba mojando. «¿Por qué me estaba mojando?». —Todavía soy virgen —dije rápidamente, presionándome aún más contra el árbol. Asintió y su mano se movió lentamente hacia arriba. La movió muy lentamente, el dorso de sus dedos rozando mi pecho hasta que llegó a mi cuello y mandíbula. —¿Has dejado que alguien toque tu cuerpo? —No —dije suavemente. Sentí mi coño latir, y más humedad. —Buena chica. «¡Oh Dios!». Su mano se movió hacia abajo de nuevo. Esta vez, en lugar de rozar con los dedos, tenía toda su mano moviéndose suavemente sobre mí, poniendo un poco de presión cuando se movía sobre mi teta. Definitivamente estaba empapada ahora. —Habría odiado si alguien te hubiera tocado. —Su mano se movió más abajo por mi cuerpo. Sostuvo mi cadera y movió su mano detrás de mí y agarró mi trasero. —Nadie más puede tener este cuerpo. —Su voz sonaba tan sexy. Empecé a respirar con dificultad. «¿Qué está pasando?». Bajó la mano y tocó mis muslos y luego movió la mano hacia arriba, metiendo los dedos debajo de la tela suelta de mis pantalones. Me estremecí y me tapé la boca con sorpresa. «¿Qué carajos?». —¿Has sido una chica buena, Emmerson? ¿Mmm? —Sus labios estaban tan cerca de mi cuello que podía sentirlos moverse cuando hablaba. Movió su mano increíblemente lento por mi pierna. No supe qué responder a eso. «¿Qué quiso decir él?». —¿Te has tocado, pequeña? —Sus manos se estaban elevando. «¡Oh, maldito infierno!». Puso su otra mano en el árbol y me enjauló. —¿Has jugado con este pequeño coño apretado? —Su voz estaba llena de deseo. —No. —Negué con la cabeza. Esa es la verdad. Sabía que otras chicas de mi edad se masturbaban, pero nunca tuve ganas de hacerlo. Nunca me había interesado el sexo. Tenía la sensación de que eso estaba a punto de cambiar. Su mano alcanzó mi ropa interior húmeda y la rozó ligeramente con el dorso de los dedos. —¿Te estás mojando, Emmy? —Su voz bajó de alguna manera, pero mantuvo la calma. —Yo... yo... —No podía hacer que las palabras salieran de mi boca. Estoico sacó su mano de debajo de mis pantalones y la puso en mi cintura. Inmediatamente me di cuenta de lo que estaba haciendo. Estoico abrió la cremallera del costado de mis pantalones cortos. Deslizó su mano dentro de mis pantalones y ropa interior, moviéndola lentamente hacia mi centro. «¡Santo cielo!». Agarré su mano con la mía, pero siguió bajando. Mis ojos estaban fijos en su mano, mi respiración entrecortada. Su mano alcanzó mis partes y suavemente pasó sus dedos índice y medio por encima de mí. Su dedo medio estaba justo sobre mi raja con su índice deslizándose a lo largo de mi labio. Los arrastró lentamente por mi montículo. Una vez que su dedo estuvo lo suficientemente bajo, agregó un poco de presión y deslizó su dedo medio dentro de mis labios. Suavemente rodeó mi entrada y luego lo movió hacia arriba, muy lentamente. Apreté su mano tan fuerte como pude, sin saber si quería que se detuviera o siguiera. Se sentía tan bien. —Joder, Emmerson, estás tan jodidamente mojada. —dejó escapar un gruñido bajo y presionó sus caderas contra mi cuerpo. Estoico alcanzó mi clítoris y frotó pequeños círculos a su alrededor. —¡Aahh! —gemí, mi cabeza cayendo hacia atrás. Estoico siguió frotando círculos con sus cálidos dedos, y yo sostuve su mano como si mi vida dependiera de ello. Sus ojos se clavaron en los míos. —¡Aah! ¡Aah! ¡Aaahh!... —gemí suavemente, mi boca abierta y mis labios temblando. Sabía cuánto me afectaba esto y se mordió el labio. Estoico dejó de frotar mi clítoris. Deslizó su mano arriba y abajo de mi coño varias veces, haciendo que todos sus dedos se humedecieran con mis jugos. Me dio un pequeño toque en mi coño que me hizo saltar, y luego sacó su mano. Vi cómo se metía dos dedos en la boca y los saboreaba, con los ojos clavados en los míos. —Mmm —dijo, lamiendo sus labios después. «¡Oh, joder!». Estaba avergonzada. Quería que la tierra se abriera y me tragara por completo. Estoico me subió la cremallera de los pantalones, me apartó del árbol y me quitó el polvo de la ropa. Dando unos pasos hacia atrás, dijo: —Las chicas de tu edad no deberían caminar con la ropa interior empapada, Emmerson. Vamos a casa. Tienes que limpiarte y cambiarte. Todo el mundo está esperando. —Lo vi frotarse la mitad del muslo mientras decía eso. Cuando lo miré mejor, no era su muslo lo que estaba frotando. Su polla estaba dura, y joder, debía ser enorme si estaba colgando tan bajo. Estoico se dio la vuelta cuando me vio mirando la tienda en sus pantalones. —Muévete, Emmerson —dijo, dándome la espalda. Comenzó a caminar y yo lo seguí en silencio. «¿Qué diablos acaba de pasar?».
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