SEIS

2390 Words
EMMERSON Emmerson 10 años Estoico 15 años LA BROMA SE LA PASARON A ÉL, castigaron a Estoico. Ya era hora de que el tío y la tía le pusieran una correa al perro salvaje. Estoico estuvo castigado durante unos tres meses. Todos intentaron ayudar a arreglar lo que había arruinado. Mi mamá preparó una buena cena para la familia de Amelia como disculpa. El tío Erik, como compensación, les dio dos trabajos de metalistería gratis que hizo que Estoico hiciera él solo, y la tía Ida ayudó a Landon con las cosas médicas. Mi papá no hizo nada. Por alguna razón, se puso del lado de Estoico y también lo hizo Kenzo. Pero eso no fue una sorpresa: Kenzo y Estoico siempre se apoyaron mutuamente. Estoico le rompió a Landon dos de sus dientes y su mandíbula. Landon se veía raro sin ellos por un tiempo, pero luego la tía Ida lo ayudó a reemplazarlos. Landon tuvo un vendaje envuelto alrededor de su cabeza durante mucho tiempo. Dicho esto, a “cara de culo” no se le permitió acercarse a Landon. Durante el tiempo que estuvo castigado, Estoico eligió un nuevo pasatiempo. Él ya era bueno haciendo cosas de madera, pero esta vez, no las estaba haciendo para mí, sino para intercambiarlas. Comenzó a aprender con un carpintero experimentado y trabajó para él durante los fines de semana. Él era bueno. Los muebles que hacía eran sorprendentemente bonitos. Papá me dijo que estaba trabajando en una cama nueva para mí ya que estaba creciendo muy rápido. Apuesto a que ese sería mi regalo de otoño. Ese invierno fue más frío de lo habitual. La nieve lo cubrió todo y nos quedamos varados en casa la mayor parte del tiempo. Papá, Kenzo, Estoico y el tío Erik reforzaron los techos de nuestras dos casas para asegurarse de que resistirían otro invierno fuerte como el anterior. Ethan no era un tipo musculoso ni activo. Ethan había comenzado a interesarse más por los estudios, las matemáticas y los libros. Estaba segura de que sería una de esas personas que buscaría una educación superior y se convertiría en un “profesional”, como un ingeniero o un médico. El invierno y la primavera pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Antes de que nos diéramos cuenta, ya era julio y hoy era el cumpleaños de Amelia. Cumplía once años. Por alguna razón, Amelia decidió seguir siendo mi mejor amiga. Estaba tan feliz de que no me hubiera abandonado. Éramos las mejores amigas y cada día, nuestra amistad se hacía más y más fuerte. Sus mamás le prepararon un almuerzo de cumpleaños y nos invitaron. Papá y Kenzo estaban ocupados ayudando a Estoico y al tío Erik a hacer algo, así que solo estábamos mamá, Ethan y yo. Por alguna razón, el gracioso y tonto Ethan siempre estaba súper callado cuando estaba cerca de mi amiga. Quizás ella no le agradaba mucho. Él nunca hablaba con ella. Ni siquiera cuando Amelia le hablaba a él. Sin embargo, siempre nos acompañaba. Pasaba mucho tiempo con nosotras. —¡Oye, Emmy! —Escuché a Landon llamarme con una gran sonrisa. Me alegré de que no me odiara. Sin embargo, nunca volvió a abrazarme. Me alegré un poco por eso. —¡Eh, tú! —Corrí hacia él, deteniéndome abruptamente una vez que estuve lo suficientemente cerca. Ethan me siguió.  —¿Dónde está la cumpleañera? —No podía esperar a verla. Yo le hice un regalo y no podía esperar para dárselo. —Ella está en el patio trasero. Ven, te llevaré. —Landon señaló el patio trasero, y Ethan y yo caminamos detrás de él. Mamá se quedó y habló con Ana, una de las mamás de Amelia. El patio trasero de Amelia era muy parecido al mío pero con más árboles. Era un día caluroso y soleado, pero los árboles altos formaban la cantidad perfecta de sombra. —¡Amelia! —Dejé escapar un chillido y corrí hacia ella. Tan pronto como llegué a ella, nos dimos un enorme abrazo aplastante. —¡Te tengo algo! —canté, bailando un poco mientras le entregaba la cajita. —¿Qué es? —Amelia sacudió la caja con ambas manos. —Tendrás que abrirlo para descubrirlo... —canté de nuevo. Nos reímos entre dientes y ella se sentó en el césped con la caja. Amelia abrió la caja y encontró mi creación, mi obra maestra. Mamá me había dejado remendar algunas telas sobrantes y yo le había hecho una pequeña bolsa a Amelia. Era simple y no combinaba, pero se veía genial. Los ojos de Amelia se iluminaron. —¡Me encanta! —Una sonrisa se extendió por mi rostro. —Me alegro de que te guste. Cuando mejore en la costura, te haré una mejor. —No, está es perfecta. ¡No puedo esperar para usarla! —Ella me dio otro abrazo. Me gustaba abrazarla. Ella era la hermana que siempre quise. Se puso de pie, se colgó el bolso al hombro y fingió modelar. —¿Cómo me veo? —preguntó, pretendiendo voltear su cabello. Fue gracioso porque su cabello afro no se movía. Me reí y me paré a su lado. —Oye, creo que te ves absolutamente espectacular —le dije, tratando de sonar como un hombre sofisticado de mediana edad. Nos reímos como idiotas y Amelia se inclinó hacia su lado para mirar detrás de mí. —¡Oye, Ethan, te veo allí! —Amelia le gritó. Miré hacia atrás y vi el rostro enrojecido de Ethan. Trató de mantenerse fuera de la vista pero falló. Ethan se dio la vuelta y se fue, molesto como siempre. Amelia se rió, le gustaba molestarlo. Puede que Ethan fuera el Estoico de Amelia. Esa noche cenamos con los Dokken como siempre. Esta vez la tía Ida estaba cenando con nosotros. Mamá había hecho tantas galletas que Ida y Erik tomaron una docena para llevar. Sabía que Estoico se comería la mayoría de ellas. Él comía como un cerdo suelto. Después de que todos terminaron con la cena, me di una ducha y, como siempre, Estoico se sentó conmigo en el piso de mi habitación para peinarme. —Emmy, ¿una ventana grande o puertas corredizas? —¡Otra pregunta estúpida!. Nunca dejó de hacerlas. Si él hacía una pregunta estúpida, yo le daba una respuesta estúpida. —¡Una pared de cristal! Una grande —dije, abriendo los brazos exageradamente. Como siempre, asintió. —Emmy, ¿estás bien? —preguntó mientras me peinaba. «¿Por qué preguntaba?». —Sí, ¿por qué? —Emmy, hay algo de lo que quiero hablar contigo. —Estoico hablaba más lento de lo habitual. —¿Si? «Bueno, entonces escúpelo». —Se trata de... es algo importante. —Seguía peinándome el pelo. Estaba dándole vueltas. —Sí… «¿Qué esperas?». Estoico tosió. —Yo… bueno… ya ves. Los chicos, me refiero a que los chicos y las chicas tienen algunas diferencias. —Sí... —Y, a veces, cuando un niño y una niña crecen, ellos... —¿Tienen sexo? —Salté con un grito. Sí, mi mamá ya me enseñó todo sobre eso. Super asqueroso, si me preguntas. —¡No! Quiero decir, sí, pero... Um... Hmm... estaba murmurando. Interesante. —¿Pero qué, Estoico? —Me di la vuelta para ver su rostro enrojecido. Pude ver que se sentía incómodo hablando de sexo. Siendo la pequeña mocosa que era, le iba a hacer pasar un mal rato. —Sí, la gente se interesa en el sexo a medida que crecen. Pero no todo el mundo lo piensa de la misma manera —dijo más rápido de lo habitual mientras negaba con la cabeza. Pfft, se veía raro. —¿Estás pensando en sexo? —Quería ver cuánto duraría antes de que perdiera la paciencia y me enviara al infierno. —Ese ... ese no es el punto que estoy tratando de hacer, Emmy. —Entonces, ¿no estas pensando en sexo? —Emmy, yo… no estoy hablando de mí. Estoy hablando en general —dijo, y estudié su rostro. Sí, estaba súper incómodo. —¿Piensas o no en el sexo? Es una pregunta simple, Estoico. —Sabía que se estaba avergonzando. Estoico actuaba con madurez, pero era tan fácil molestarlo. —Bueno, a veces... Emm, el punto es que algunos tipos no tienen buenas intenciones, así que debes tener cuidado. —Él quería terminar esta conversación más rápido, pero yo no lo iba a dejar. —¿Qué quieres decir? —Puse mi rostro de “Soy tonta. No lo entiendo”. —Bueno, a veces las chicas quieren amistades, pero los chicos buscan algo más... Oh, sabía lo que quería decir. ¡Mantente alejada de los chicos, los chicos son el diablo! Buen intento, Estoico. Él ya no podía asustarme para que no tuviera amigos. Mis ojos se entrecerraron en él. Estaba tratando de manipularme porque le prohibieron intimidar a mis amigos, o su trasero sería castigado. Estoico pensaba que yo era estúpida. Le iba a hacer esta conversación imposible. Le haría pagar por todo lo que había hecho. —¿Qué pasa si la chica quiere lo mismo que el chico? —dije, entrecerrando los ojos más. Lo tengo en mis manos. Sus ojos pasaron de la confusión a la ira. —¡Emmy, eres demasiado joven! —Eso sonó como una advertencia. —¿Quién dijo que estábamos hablando de mí? Estamos hablando en general, ¿no? —Se quedó callado. ¡Ya, está cayendo! —No estamos... Bueno, en parte estamos... Eso es… —Se palmeó la cara y se  frotó las cejas con dureza. «Estás en mis garras ahora, Estoico». —A las chicas también les gusta el sexo, tu sabes... —murmuré con total naturalidad y le di la espalda. Una sonrisa se asomaba a mi rostro, pero él no podía verla. Iba a cambiarle la conversación rápidamente. —Lo sé, pero eso es solo para chicas mayores, ¿de acuerdo? —Obviamente. —Sí, lo sé. Todavía soy muy joven. Hay tanto que todavía no he aprendido… —me volví para mirarlo y le di una mirada inocente con grandes ojos de cachorro—. Pero es bueno tenerte a ti para que me aclares cualquier duda, ¿verdad?" «Cae en mi trampa, cae en mi trampa, cae en mi trampa...». Lo pensó durante unos segundos. —Sí —dijo asintiendo mientras tiraba de mi cabello una vez más. ¡Cayó en mi trampa! Le di la espalda de nuevo. Ahora solo necesitaba pensar en algo que le hiciera querer huir de aquí. —¡Estupendo! —dije, frotándome las manos como una villana malvada. —Ahora que estamos hablando de esto, y solo pregunto porque realmente no lo sé —dije mientras pensaba, tratando de pensar en algo rápido. —¿Qué tan... grande... es ... un pene? —dije la palabra pene más fuerte de lo necesario. Estoico dejó de peinarme. «¡Sí! ¡Misión cumplida!». Miré hacia atrás y vi su rostro caer al suelo. Recógelo, Estoico. Recógelo. Ahora estaba extremadamente rojo. Estoico necesitaba aprender a no meterse en este tipo de líos. Me aparté de él, tratando de contener la risa. —Un... Emm, no creo que eso sea… —hizo una pausa, tosiendo—. ¿Por qué? —Su cerebro dejó de funcionar correctamente. Me reí internamente. «¡Oh, Estoico!». No había forma de evitarlo. Tenía que darme una respuesta.  —Porque no sé… —De nuevo, le mostré mi expresión inocente acompañada con una combinación de “no sé, soy demasiado tonta”. Debería haber sido actriz. —Todos somos diferentes, Emm —dijo, rascándose el cuello. Asentí con la cabeza, y él exhaló como un alivio porque pensó que estaba fuera de las aguas profundas. Siguió peinándome el pelo. «No tan rápido, Estoico». —Ya veo. No hay forma de que lo sepas. Bien, entonces, ¿qué tan grande es el tuyo? Debes saberlo, ¿verdad? Digo, está pegado a ti. —Señalé con un dedo sus pantalones. El rostro de Estoico se puso morado. —¿Y a ti qué carajos te importa? —Se cubrió los pantalones con ambas manos, olvidándose del peine en mi cabello, como si yo pudiera verlo desde aquí. —¿Qué? ¿Es tan pequeño que te da vergüenza? —Sabía que los chicos se preocupaban por su tamaño. Mamá me dijo. Mamá me hablaba de todo. —Emmerson, soy todo menos pequeño. —Todavía estaba morado, pero no podía dejarme creer que estaba por debajo del promedio. No, tenía que rectificar eso. «Curiosamente grande, el tamaño de su ego, quiero decir». Puse mi cara inocente de nuevo. —¿Pero, cómo puedes saberlo? No es como si supieras que tan grande son los demás. —Seguí haciéndome la tonta. Me miró con incredulidad. Para entonces debería haber sabido que lo estaba molestando. —Créeme, Emmy, lo tengo grande. —Sí, un ego súper grande. Chico estúpido. Le di una mirada que decía “estás lleno de mierda”. —Mira, Emmerson, lo importante es que aprendas a reconocer a los chicos que se presentan como amigos pero que en cambio tienen malas intenciones. Debes tener cuidado, Emmy. No dejes que nadie te toque de forma inapropiada, ¿de acuerdo? ¡OK! —Se puso de pie y se fue antes de que pudiera decir una palabra, dejando el peine colgando de mi cabello. —¡Vete a dormir! —dijo desde la puerta antes de cerrarla. Una gran sonrisa malvada se extendió por mi rostro. Ahora que sabía que la hablar sobre sexo era la debilidad de Estoico, lo usaría en su contra. ¿Quién hubiera sabido que la forma más rápida de deshacerse de ‘cara de culo’ era preguntarle sobre p***s y v*****s? Bueno... no es como si lo pudiese usar a menudo. Kenzo y Estoico estaban a punto de comenzar su entrenamiento militar, y era posible que no los viera durante semanas. Por alguna extraña razón, fueron asignados a un campamento diferente, uno que estaba lejos de aquí. Mamá dijo que su entrenamiento sería más difícil allí. Justo lo que necesitaban esos dos: más músculos y menos neuronas. ¡Estupendo!
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