Despierto agitada después de haber tenido una terrible pesadilla. Clavo los ojos en el techo y comienzo a llorar con desconsuelo. Mi marido, mi hija… no seré capaz de vivir sin ellos. Los extraño con toda mi alma. Estoy devastada. Sigo negada a aceptar que ellos se han ido, que los he perdido para siempre. Por mucho que mi madre intente hacerme entrar en razón, no logro o simplemente no quiero entenderlo. Siento que me han arrancado el corazón del pecho y que mi alma quedó enterrada en lo profundo de aquel lago. No he parado de llorar desde que desperté en el hospital y supe que los había perdido. Mi vida no tiene ningún sentido si no los tengo junto a mí. ―Por favor, Paúl, llévame con ustedes ―ruego entre sollozos―. Ya no quiero permanecer en este mundo. No soporto el terrible dolor qu

