El joven actor abre sus ojos cuando la brillante luz blanca golpea sus rostro. Sus manos aun se mantienen atadas a la columna central del sótano. Ahora que se encuentra solo puede observar el frío espacio que será su hogar. Las luces LED pasan por el techo en largas filas, como si trataran de imitar los rayos solares. Ni una sola ventana o abertura, quizá este muchos metros bajo tierra. Tampoco parece haber aire acondicionado, pero si un par de conductos de ventilación que son demasiado pequeños; ni siquiera un niño entraría ahí.
Al lado izquierdo puede ver la cama matrimonial, apenas cubierta por una sabana blanca. Las cuatro patas del mueble de metal clavadas al suelo de concreto. Al lado derecho un mesa con tres sillas, todas de igual manera fijadas con tornillos al piso. A Sasaki le duele la espalda, no tiene una noción correcta de cuanto tiempo lleva realmente atado al pilar. Su trasero y sus piernas están entumecidas, cada articulación de su cuerpo arde.
Los tobillos del actor están atados, por lo que le es casi imposible levantarse. El joven mueve su cabeza, tratando de mirar detrás de él. Ryūhei apenas alcanza a distinguir un par de escalones y un cubículo que debería de ser el baño. No hay nada que pueda hacer, sus manos al igual que sus piernas están sujetas, ya no con esos nudos extraños; ahora con cinta metálica no pueden forzarla o romperla. Lo que significa que Taku hizo el cambio en algún momento de la noche.
El rubio observa con atención la tela de los pantalones de pijama, estaba preparándose para dormir cuando aquel chico golpeo a su puerta. ¿Si no hubiera abierto las cosas serían diferentes? Probablemente no. Quizá llegar ahí era un futuro inminente, aquel hombre que se hacia llamar Taku no se vía como un demente. Parecía entender lo que hacía y su ataque no fue deliberado. Ese sótano era la clave.
El colchón es nuevo, la mesa, la cama y las sillas. Las paredes blancas también están recién pintadas, incluso la alfombra sobre la que esta sentado aun guarda ese olor a nuevo. Sasaki cierra los ojos, respirando con lentitud, intentando calmarse. ¿Esa será su vida ahora? Sus sueños, sus aspiraciones se habían esfumado por completo. Doce años de carrera, doce años de trabajo lanzados por él caño.
Si lograba salir tendría una excelente historia, debía ser inteligente y priorizar su supervivencia. Aquel hombre, Taku le había declarado su amor, no podía aceptarlo inmediatamente, pero ahora sabía que rechazarlo le traía problemas. Quien tenía el control era él. Ryūhei ni siquiera sabía donde estaba, quien era su captor o que podía llegar a hacer.
Claramente habia matado a un hombre.
La idea llega a la cabeza del actor al recordar las palabras de Taku. Dijo que había un cuerpo, lo que significaba que debió matar a alguien, en el mejor de los casos robo un cadáver. Pero eso no lo hacía menos peligroso. Sasaki suspira de nuevo, tampoco puede obligarse a aceptarlo, no desea ser besado o tocado por él. Porque no lo conoce, Taku no es un nombre, suena más a apodo, ¿será un mafioso? No cualquier persona llegaría al mismo extremo al que él llego.
Antes de que Sasaki pueda profundizar aun más en su introspección, el sonido de la puerta al abrirse lo saca de su sopor. Taku baja las escaleras despacio, únicamente lleva en su mano un vaso de agua. El corredor de bolsa rodea el pilar que sostiene el techo del sótano y se plante frente al hombre cautivo.
—Buen día, ¿dormiste bien? ¿Pasaste una bonita noche? —Los dientes blanco del joven se muestran cuando sonríe, las falanges cónicas como las de un depredador. Los ojitos obscuros se estrechan cuando su sonrisa llega hasta sus mejillas. Ryūhei se muerde la lengua, tratando de evitar ser brusco. Pero el tono de voz increíblemente molesto y la superioridad en sus palabras casi le obliga a mantenerse a la defensiva—. Te traje agua.
Akutagawa se arrodilla y deja el vaso de vidrio sobre el piso. Taku sube a regazo de Sasaki, pareciera que ese es su lugar favorito. Una expresion de asco y repulsión se marca en la cara el rubio cuando la mano de su captor toma su mejilla. Sujeta el vaso con su mano libre y lo acerca a la boca del rubio.
—Eso, bebe. —Taku comenta al ver como su víctima toma con desesperación el agua. El vaso lleno de agua cristalina desaparece en segundos. Itsuki deja el traste de nuevo en el piso, toca los carnosos labios ahora húmedos por el agua. Pasa por la mandíbula de Ryūhei y baja hasta su cuello, los largos y delgado dedos de Akutagawa se deslizan entre las solapas de la piyama del rubio.
Aun si Sasaki se dijo que no iba rechazarlo de manera contundente tiene que hacerlo. Su toque es extraño, no es cariño ni timido como el de su querido Hiroki. Taku lo toca de la misma manera que un medico lo haría la buscar enfermedades. Como si deseara memorizar cada parte de su cuerpo y compararla con otra. ¿Quiza era un médico? Sus palmas frías por llevar el vaso tocan la piel delicada de su pecho.
Itsuki abre uno de los botones de la camisa, desvelando la dermis blanca que Ryūhei ha escondido debajo de sus prendas. El ceño del hombre mayor se frunce con tanta profundidad que sus cejas casi se juntan. Sasaki mueve su cabeza, tratando de desviar su mirada, como si de alguna manera pudiera imaginar que está en otro sitio.
—Carajo, detente. —El rubio tira con desesperación de sus ataduras, aun si sabe que es dificil por no decir imposible liberarse, él lo intenta.
— ¿Qué pasa? —El más joven se detiene, pero sus manos permanecen sobre el pecho del hombre mayor. Taku puede ver la incomodidad en el rostro de Ryūhei.
—No me toque, no te tomes todas estas libertades. —Sasaki levanta la voz sin llegar a gritar.
—Creí que lo habías entendido ayer… —Taku estruja la ropa en sus manos, los ojos azules se fijan en Sasaki.
—Entendi que eres un tipo persistente, pero fuiste tu quien no entendió que odio cuando me tocas. —El rubio espeta con enojo. Itsuki sabia que se enfrentaría al rechazo en sus primeros encuentros, lo sabía. Aun si la paciencia era una virtud y entendía que debía serlo. Su amado Ryūhei esta ahí, a su merced, si quisiera pudiera obligarlo a lo que sea y se lo demostrará. Para que Sasaki entienda donde se encuentra, que sepa que ya no esta en control de todo.
—Deberías comenzar a acostumbrarte. Ahora solo podré tocarte yo. —Akutagawa responde, su mano pasa por el pecho de Sasaki. Delineando los músculos bien formados, apretando los pectorales en sus manos—. Tu cuerpo está tan bien trabajado, toda esa ropa no permite ver cuan perfecto eres aquí.
—Eres un degenerado. —El actor dice entre dientes.
—Hoy es jueves. —Taku comenta—. ¿No es hoy el día que Komaeda te visita? Yo puedo hacer lo que él hace, incluso puedo hacerlo mejor.
—Pero a ti no te amo. —La respuesta de Sasaki es contundente, hace que el pecho de Taku se contraiga al escucharlo.
—Eso no importa, vas a amarme, lo sé. Pero por ahora yo tengo suficiente amor para los dos. —Itsuki contraataca. Su mano se desliza al interior de los pantalones de Sasaki, quien aún lleva su pijama. Frotando su polla por encima de la ropa interior, el rubio se sacude y muerde su lengua—. ¿Qué pasa Ryūhei? ¿No te gusta? ¿No lo hago bien?
El azabache susurra contra su oreja, su aliento caliente golpeando la piel delicada debajo de su cabello. Itsuki baja los pantalones de Sasaki y se ajusta sobre el mayor. Acariciando con ímpetu la polla aun vestida; Taku mira el rostro del actor empezar a teñirse de rojo. El m*****o se sacude en su mano, comenzando a reaccionar al toque. Los dedos de Taku tocan juguetones el borde de la ropa interior, tirando del elástico para golpear la piel de Sasaki.
— ¿Te has tocado esta semana? ¿Estabas esperando a la visita de Komaeda? —Los dedos del azabache entran bajo su ropa. Sus manos calientes toman la base de la polla de Sasaki haciendo la tela de lado—. Eres muy grande, Ryūhei. ¿Quieres correrte en mi mano? ¿Puedo usar mi boca si lo prefieres? No creo poder meter esto en mí a la primera, necesitaré un par de intentos.
—Me niego a responder esas preguntas, pervertido.
— ¿Por qué tan recto, Ryūhei? Divirtámonos un poco. —Taku dice con un tono susurrante, acercando su boca al cuello de Sasaki, separa sus labios para tocar la piel ligeramente bronceada con su lengua. Avanzando desde la unión de su hombro hasta detrás de su oreja. El rubio se estremece, se pone tenso ante el toque tan invasivo. Es obvio que Hiroki no sería tan descarado como este hombre que se hace llamar Taku. No como para tocarlo de esa manera, para insinuar todas esas cosas. Ambas manos del azabache rodean la polla del actor, se mueven de arriba abajo, apretando el m*****o caliente en sus palmas.
—Es asqueroso. —Articula el rubio.
—A mí me parece que te gusta. —Replica Itsuki. Sus labios tomando la piel pulcra y succionando con la intención de dejar una marca. La carne está aún más dura entre sus manos, ardiendo mientras comienza a humedecerse. Akutagawa suspira, su aliento golpea la oreja de Sasaki y eriza su piel por la cercanía—. ¿Quieres que lo meta en mi boca? Dime, Ryūhei. ¿No te gustaría?
—No, detente. —Sasaki aprieta sus puños. Sus manos están atadas con fuerza ahora detrás de su espalda sin la más mínima posibilidad de poder moverse. Taku le toca sin pedir permiso, sus manos juguetean con su m*****o. Una de las extremidades abandona su labor y baja por sus muslos, apretando los músculos a su paso. El azabache suspira, deleitándose con el cuerpo tonificado de su víctima. Sasaki puede sentir como el menor se desliza, hasta que el pecho de Akutagawa se ajusta sobre sus piernas.
Itsuki levanta su mirada, clavando sus ojos azules en la polla que se levanta dura contra su faz. Pasa su lengua por sus labios, saboreando y humedeciendo su cavidad. Sasaki jadea, es como si fuera a devorarlo, sus orbes se estrechan y sus pupilas se agrandan. Luce como un depredador, como uno realmente peligroso. Taku traza con su dedo el contorno de la polla de Ryūhei, se detiene en la punta y presiona sobre la abertura. Empapando su dedo de líquido preseminal.
—Vamos Ryūhei, solo una palabra. —El azabache insiste, trazando pequeños círculos que se vuelven más grandes sobre la punta de su polla. Humedeciendo sus labios con su rosada lengua. El rostro del rubio está rojo hasta las orejas, su erección duele, pues como lo dijo Taku. Esperaba a la próxima visita de su amante—. Pídelo Ryūhei. Solo dilo: Chúpalo.
—Cállate. —El actor replica.
—Ryūhei. —Taku vuelve, acerca su boca dejando que su aliento golpee la polla de Sasaki.
—No insistas.
—Ryūhei. —El azabache abre su boca, los hilos de densa saliva pueden verse en su interior. La cavidad ardiente lista para darle la bienvenida en sus entrañas cálidas y acogedoras.
—Para. —En esta ocasión la voz de Sasaki duda, trastabilla. Sus ojos se cierran evitando mirar la escena que le presentan. Mueve de lado su cabeza y niega, pero no lo hace para responder a su captor. Niega para sí mismo, niega porque ese sujeto está loco. Porque no va a caer en sus juegos, porque no va a ceder a la primera. O a la segunda, porque no cederá a sus insinuaciones nunca.
—Estoy seguro de que te haría sentir muy bien. —Su voz suave vibra contra su dermis, es como una corriente eléctrica que lo mantiene alerta. Enviando señales confusas, una voz tan tranquilizadora no debería de dar tanto miedo—. ¿Cómo lo prefieres? Puedo ir despacio y suave. ¿Acaso te gusta más rudo? Quieres que empuje tu polla hasta el fondo de mi garganta, hasta que me quede sin aire. ¿Oh?
El azabache se detiene, una amplia sonrisa se pinta en su boca. Pudo sentir como la polla de Ryūhei se sacude en su mano ante sus últimas palabras. Una pequeña risa se escapa al tiempo que su mano sube por la circunferencia y se inclina. Soplando sobre el glande como si de una vela de cumpleaños se tratase. Los ojos de Sasaki se abre y enfocan a su atacante, sus iris tiemblan presas del pánico cuando Taku saca su lengua. Probando desde la base y deteniéndose en la punta, envolviendo sus labios sobre esta comienza a tragarlo.
Llevando el m*****o despacio hasta el fondo de su garganta. Sasaki baja su cabeza y suelta un jadeo, clavando sus uñas en sus propias palmas. Su glande golpeando la garganta de Itsuki se siente maravilloso, es incomparable. El pelinegro desliza el m*****o fuera de su boca, despacio. Acariciando con sus dientes, pasando su lengua por la circunferencia a medida que sale de su cavidad. Ryūhei se regaña, muerde el interior de sus mejillas a manera de castigo. No debe disfrutar ese contacto.
Itsuki saca la polla de su boca con un sonido húmedo, una línea de saliva y semen lo mantiene unido al m*****o de Sasaki. El azabache lo mira, orgulloso, no se muestra ni cohibido ni apenado. Abre su boca para mostrar que no es un truco y empuja de nuevo, hasta que su nariz toca el vientre de Ryūhei. Quizá es que Akutagawa no tiene un reflejo nauseoso, o que controla tan bien su propio cuerpo que lo mantiene en su garganta. Sin tener arcadas, tararea para que su voz vibre. El rubio aprieta con fuerza sus dientes, haciéndolos chirriar al moverlos.
Contrae los dedos de sus pies y ahoga los sonidos de placer que amenazan con salir de su boca. Puede ver la mata de cabello n***o moverse sobre su m*****o, sentir los dientes de Itsuki rozar la piel y clavarse sobre la punta. Presionando esa lengua sobre los puntos que sabe le hacen sentir bien. Aun si Sasaki se mantiene callado como si fuera mudo; su cuerpo no puede negar que se siente bien. El sabor salado se esparce con mayor rapidez sobre la lengua de Itsuki, el m*****o se sacude en su interior cuando succiona el glande.
El hombre del cabello n***o se burla de él, sacando la polla de su boca y frotándola contra su mejilla. Mirándole con esos ojos azules llenos de placer y diversión. Sin dejar de mirarlo lo traga de nuevo, relajando su garganta para que toda la longitud de Ryūhei entre en su cavidad. El rubio sigue peleando, sofocando su voz, mordiendo sus labios y pensando en cualquier cosa. Cualquier cosa que no sea la boca de Itsuki contra su polla. Subiendo y bajando, tocándolo con su caliente y húmeda lengua. Gimiendo contra su carne como si realmente lo disfrutara.
—Detente. —Sasaki tartamudea. Su petición es ignorada, de nuevo. Por el contrario, Akutagawa acelera su movimiento, usando sus manos como extensión de su boca. Ryūhei cierra los ojos para evitar la visión tan obscena que Taku representa, pero resulta peor. Ahora solo puede oír el sonido de succión que hacen sus labios, los jadeos y sollozos lascivos de placer que salen del joven del cabello obscuro. Cuando la polla de Sasaki machaca su garganta, el gorgoteo húmedo de los golpes sobre su cavidad. La saliva escurre por las comisuras de Itsuki, mezclándose con su propio sudor y los fluidos de Sasaki.
Los dientes del rubio cascabelean, intenta encoger sus piernas y liberarse del aprisionamiento de Taku. Es humillante, es decepcionante, su polla se sacude con violencia en la boca del otro hombre. El ardiente líquido blanquecino le golpea la garganta, preparado para tomarlo Itsuki lo bebe. Se aferra a la cadera de Sasaki para evitar que el actor lo empuje.
Un gutural gemido elude la guardia de Ryūhei, saliendo de sus labios para mostrar cuan realmente disfrutó la felación. El rubio tiembla, no solo por su anterior orgasmo sino también por el enojo. Enojo consigo mismo, con el hombre que se acomoda entre sus piernas. Que le mira con su precioso rostro angelical. Un hombre que no parece peligroso en absoluto. Toma los restos de esperma en su mandíbula y los limpia con su palma.
Ese hombre descarado que le observa como si fuera lo más normal del mundo. Que le habla con tanta confianza, que usa su nombre. Itsuki lame su palma, ante la mirada molesta de Sasaki, las cejas del actor tan fruncidas que parece que casi se tocan. El azabache se inclina de nuevo, acercando su nariz a la de su prisionero. Intentando conseguir un beso, Ryūhei se niega, al menos en eso tiene capacidad de decisión.
—Ya veo. —Taku sonríe. Se levanta despacio y sacude su ropa. Ryūhei apenas lo nota, su captor viste prendas caras, el logo de Adidas aparece en su sudadera y pantalones… ¿Será un deportista profesional? Mira algo detrás de Sasaki y se pone de pie—. Eres muy malo Ryūhei.
—No tienes derecho a decir algo así. —Sasaki responde con la molestia que parece perpetua en su voz—. Insisto, deja de llamarme por mi nombre. Es algo que se reserva para mis familiares o amigos y tú…
—Yo seré tu familia, soy tu familia ahora. Ryūhei.
—Puedes soñar todo lo que quieras.
—Verás que tengo razón, siempre la tengo. —La mirada del joven se estrecha, una leve sonrisa se pinta en su rostro—. Volveré más tarde.
—Espera.
— ¿Cambiaste de opinión? ¿Vas a besarme?
—No puedes dejarme aquí. Así. —Dice el rubio—. Me ultrajaste, te aprovechaste de mí, al menos deja que me limpie y acicale.
—No. —La respuesta del más joven es contundente—. Nos vemos.
Dice para pasar de largo hasta la escalera. Bajo tierra Sasaki no puede saber si es de día o de noche. Tampoco sabe si realmente es jueves, no tiene una percepción exacta de cuánto tiempo estuvo inconsciente. Las muñecas le duelen, el cuerpo completo le hormiguea por la mala circulación. Después de un par de minutos de solo escuchar su respiración comienza a sentirse somnoliento. No es solo la liberación de su estrés mediante el acto s****l, esta seguro de que su bebida tenía algo.
Sus párpados comienzan a cerrarse, cada vez más tiempo. Aun si intenta mantenerse despierto la bruma blanca que nubla su cabeza se vuelve densa. Le es cada vez más difícil tener los ojos abierto, el estado de sopor pasa un par de segundos después cuando caer finalmente dormido.
…
Sasaki abre los ojos por el sonido distante de la televisión y el olor a comida. Sus manos ahora libres yacen dúctiles sobre la alfombra, el sótano está iluminado por una luz blanquecina. Su mirada va a sus piernas, la cinta fue removida, pero en cambio hay una cadena sujeta a su tobillo derecho.
Se vuelve para mirar de donde viene el sonido, encontrando nuevos muebles. La cama ahora tiene sábanas, la mesa un mantel y las sillas cojines. Es como si alguien intentare hacer más acogedor ese sitio. Sasaki se pone de pie con rapidez cuando escucha a alguien bajar la escalera. El sujeto de ayer, ¿es realmente mañana? Lleva un par de tazas y una tetera. Camina con tranquilidad hasta la mesa. Sin sobresaltarse, como si tener a un hombre secuestrado en su sótano fuera normal.
— ¿Dormiste bien, Ryūhei? Regrese después de que te dormiste para cortar la cinta. Espero que hayas descansado. —Itsuki pone la tetera en la mesa y dejas las tazas, Sasaki tiembla enojado. Baja su cabeza apretando sus puños. Da un par de pasos largos hasta quedar frente a su captor. Taku le mira, es un par de centímetros más bajo, pero tiene una presencia impresionante. El azabache ladea su cabeza y sonríe—. Déjame decirte que eres realmente atractivo…
Akutagawa se calla cuando la mano de Sasaki va a su cuello. Cerrándose con fuerza sobre este y lo empuja contra la pared. El más joven jadea, lleva sus manos a los brazos del rubio, acariciando los músculos tensos por la fuerza. Sus ojos se entrecierran no con miedo, con ese mismo placer sádico con el que le miraba la primera vez. Un escalofrío recorre la columna de Sasaki, cuando Itsuki se acerca, empujando su pierna entre las del actor. Levantando su cadera para que el rubio pueda sentir su dura erección contra su muslo.
Sasaki lo suelta y retrocede de inmediato.
—Es muy triste. —Taku se queja, gimoteando—. Creí que habías entendido y estabas juguetón, ¿quieres hacerme daño, Ryūhei? ¿Quieres ahogarme? Me encantaría que lo hicieras.
— ¿Qué es todo esto? —El rubio increpa.
—Es tu nuevo hogar, detrás de ese biombo hay una ducha y un baño. Tienes ropa limpia debajo de la cama. —Itsuki se sienta a la mesa y comienza a servir el té—. Debes de tener hambre, prepare el desayuno. Un desayuno típico americano. Ven siéntate conmigo, veamos las noticias.
El hombre titubea, mira con duda no solo a Itsuki sino también a la comida.
—No seas tonto Ryūhei. No está envenenada o algo así. No quiero matarte, te amo. Además… Si quisiera matarle lo habría hecho cuando te traje, cuando te metí a la casa o anoche que corte las cuerdas. Tenía un cuchillo en mis manos, habría sido muy fácil cortarte la garganta. Pero no quiero hacerlo, a menos que intentes escapar, pero, aun así. Es mi último recurso. —Taku se detiene, sus ojos se obscurecen y su tono cambia, no es la voz relajada con la que lleva hablando. Se vuelve más serio y profundo—. Primero te rompería ambas piernas o te haría una lobotomía antes de dejarte ir, Ryūhei. Ahora siéntate, la comida se enfría y la preparé con mucho amor.
Ante tal amenaza no hay manera de que rechace la oferta. Se sienta a la mesa mirando los huevos estrellados y el tocino, es cierto que tiene hambre. Taku observa concentrado la TV, Sasaki lo ignora; son temas de bolsa y nunca lo ha entendido. Pero entiende a las personas y mira a su captor golpear sus dedos sobre la mesa, parece en orden aleatorio. Pero no es así, lleva un patrón. ¿Clave morse? ¿El teclado de una computadora? Una calculadora. Después de un par de golpes, su pulgar toca siempre toca el mismo sitio. ¿Es Taku un contador? ¿Trabajará en alguna de esas empresas?
—Oye. —Sasaki corta su pregunta al mirar su foto en la televisión.
—Las investigaciones preliminares en la muerte del actor Sasaki Ryūhei siguen apuntando a un suicidio. —La voz en la televisión dice.
— ¿Suicidio? —El rubio se pone de pie enojado—. No, nadie va a creer eso. Yo era feliz, mis padres no lo van a creer. ¿No es así? ¿Verdad?
En esta ocasión Itsuki no responde, bebe de su taza sin inmutarse.
—Se encontraron botellas del alcohol en el vehículo y antidepresivos en el departamento del occiso. Según declaraciones de sus allegados nunca les contó de la depresión que lo estaba consumiendo. —Sasaki cae sobre su silla, llevándose las manos al rostro—. Los fans se reúnen fuera de su casa dejando ofrendas de flores y llorando la perdida del afamado actor.
—Tú. —Ryūhei se inclina para tomar a Akutagawa por el cuello de la camisa.
—No era mi intención, pero lo hice para ver si colaba y lo atraparon. Es mucho mejor así, ¿no lo entiendes? —Taku se calla cuando un puñetazo en la mandíbula lo manda de regreso a la silla. Se cubre la boca saboreando la sangre en su paladar—. Eso es, Ryūhei. ¿Estás molesto? Está bien puedes darme otro puñetazo, me agrada como se siente tu piel contra la mía.
—Te odio. —Ryūhei afirma.
—Te amo. —Itsuki responde bebiendo de su taza de té—. No tienes que preocuparte Ryūhei. Yo cuidare de ti, siempre.
—Sasaki-san no puedo haberse suicidado. —Komaeda le arrebata el micrófono al corresponsal que esta frente al edificio de departamentos. Tiene el cabello revuelto y los ojos rojos e hinchado por haber estado llorando—. Él no estaba triste, ni se medicaba ni mucho menos bebida alcohol. Alguien lo asesino, me escuchan, Fue asesinado, no me importa quien sea ni donde estés voy a buscarte. Pagaras muy caro por esto. Sasaki-san no pudo haberse suicidado.