Capítulo 9

1464 Words
El día de los muertos, Espero llamen a mis difuntos, Reúnan a todos mis ancestros, Para que compartan sus secretos. Aparecimos cerca de una plaza de mercado, en un callejón oscuro y olvidado para no llamar la atención de nadie. Aunque si alguien nos vio salir de aquel callejón sin salida, seguro se habrá hecho unas cuantas preguntas al respecto. Dejando eso atrás, caminamos entre el tumulto de personas que compraba o vendía y eché un vistazo a algunas frutas. Tomé varias al azar y las escondí en los bolsillos de mi falda en un instante, y seguí los pasos de Dalila. Ella dijo que iríamos a una posada, donde ella me prepararía para el trabajo que íbamos a hacer. Mientras caminábamos rodeadas del polvo de la calle, a la distancia creí ver la figura de una mujer vestida de blanco. El viento movía la falda de su vestido de lado a lado y un velo le escondía el rostro. Sentí un extraño dolor en el pecho y la sensación de calor rodear mi cuerpo. Dejé de moverme cuando camino por mi lado y entonces la escuché decir un nombre. —Katerina. Di una mirada atrás; pero, aquella mujer no se encontraba por ningún lado, desapareció en la nada, casi como un fantasma. Sin poder perder más tiempo en ello, me apresuré a retomar el paso con Dalila, ella no esperaba por mi y no deseaba perderme en un lugar extraño.  Nos hospedamos en un pequeño hospedaje bastante rústico, aunque era muy pintoresco. Iba a compartir habitación con Dalila, lo cual sería la peor parte de la misión, porque cómo dormiría sabiendo que ella estaría a mi lado. También me preocupaba Bastian, temía que Dalila lo notara. Entonces, igualmente estaba el asunto del escape y cómo sobreviviría en el mundo exterior al orfanato. No había solución alguna para ninguna de mis preocupaciones por el momento. —¿En qué tanto piensas? —preguntó Dalila. —Nada —respondí de inmediato —, estoy sorprendida por el lugar —añadí un poco nerviosa y ella me dio otra de sus sonrisas extrañas. —Ah, claro, es la primera vez que viajas —dijo y pensé que de pronto se refería a que era un viaje largo, porque ya había ido a otros lugares antes. —Desempaca rápido y date un buen baño, necesitas ponerte esto —ordenó y me lanzó un vestido blanco, parecido a un largo camisón. —¿Qué es esto? —Lo puedes llamar tu uniforme —explicó y sonrió aún más. Se sentó en su cama y se quedó observándome por mucho tiempo, su mirada fija y penetrante era bastante invasiva. No pude más que apresurarme a sacar algunas cosas evadiendo el cuerpo de Bastian. Entonces, con la excusa de llevar mis implementos de baño, me llevé el bolso al baño conmigo y cerré la puerta con seguro. Si ahora mismo escribiera un libro sobre mi vida, lo titularía como encerrada con la loca, encerrada con la psicópata, encerrada con la muñeca vudú, oh, me gustaba el último. El bolso se sacudió en mis brazos y Bastian salió de él desesperado, y entonces me dio una mala mirada desde abajo. Sin embargo, no dijo nada, solamente procedió a estirarse y lo observé con fascinación, me encanta como los gatos hacen sus estiramientos. Volví a mis sentidos y me apresuré a encender el mecanismo de agua, así el sonido ahogaría un poco nuestras voces, no deseaba que Dalila nos escuchara. —Este lugar es… pintoresco —dijo Bastian al ver el baño que parecía hecho con rocas —. ¿Ahora qué? —preguntó de repente. —Voy a tomar un baño. —Bien, lo que sea. Mira, acercame a esa ventana —me señaló con la cabeza e hice lo que me pidió —, vuelvo en una hora, voy a conocer el lugar —dijo y se marchó. Me vestí de blanco como se me pidió, era un vestido largo y entrando en más detalle, no era tan ancho como lo pensé la primera vez que lo vi, al ponermelo delineaba mi figura de forma sutil, y aunque lucía sencillo, si se miraba de cerca la tela, podías notar intrincados de flores. Además, el vestido tenía manga larga ajustada y muy suave, apenas podía sentir mis brazos cubiertos. —Muy bien, lo has hecho de maravilla —comentó Dalila mientras me trenzaba el cabello —, si lo haces bien, ya no tendrás que regresar con Madre, serás libre. Sus palabras me asustaron un poco, ¿por qué sería libre? —¿No volveré? —No te asustes, es algo bueno. Haz demostrado ser una bruja muy capaz, sobreviviste a todas las pruebas y ahora, como recompensa, harás parte de la cosecha para los vivos y los muertos, es un evento de gran honor —explicó con mucho cuidado y por alguna razón sentí miedo, un mal presentimiento se instaló en mi pecho. —¿Vivos y muertos? —No te preocupes por eso, además tu papel no es muy difícil, solamente deberás bailar —dijo con sencillez y quise creerle. —Bailar… —Sí. Oh, mírate, te ves hermosa, ¿te gusta la trenza? —Wow, es… me veo muy bonita —dije sorprendida y olvidé un poco el tema que discutimos, me sentía un poco extraña, como si estuviera bajo un hechizo, en el cual todo parecía brillante y encantador, incluso olvidé por completo a Bastian y su investigación, solamente deseaba danzar y ser de utilidad. Dalila posicionó polvos coloridos frente a mí y empezó a ponerlos sobre mi rostro, luego me mostró cómo había resaltado mis ojos y también mis labios, que estaban completamente rojos. Sentí como si mirara una extraña, pero no tuve queja alguna y simplemente me encontré a mi misma sorprendida de que pudiera lucir tan diferente. No entendía exactamente que estaba pasando conmigo, solamente sé que el día transcurrió en un instante y de repente Dalila me sacaba del hostal y me llevaba entre callejones hacia nuestro destino. La pequeña ciudad estaba llena de ruidos que se sentían cada vez más lejanos y entonces, fuimos hacia las montañas. Mis pies dolían de tanto caminar, pero mi mente no lo registraba, ni siquiera mi boca produjo alguna queja, y mi boca se tensó en una sonrisa bobalicona que empezaba a molestar los músculos de mi cara. Finalmente, llegamos a una cueva muy oscura, hasta que en cierto punto profundo aparecieron luces en las paredes, eran fuegos azules que danzaban o eso me pareció. Todo se puso cada vez más borroso, y los sonidos seguían alejándose mientras la luz regresaba de nuevo. Llegamos a un lugar muy grande, donde llegaba la luz de la luna y de repente me pregunté qué hora era. Lastimosamente mi mente no producía respuestas, no había nada racional, estaba atrapada en un bucle extraño lleno de sinsentidos. Mis pies se movieron cada vez más rápido y había vestidos blancos por doquier. Cerré mis ojos y cuando volví a abrirlos estaba de vuelta en la habitación, tendida sobre mi cama y sintiendo la luz del sol entrar por la ventana, despertando un horrible dolor de cabeza. —¿Se puede saber a dónde fuiste ayer? Encontré a Bastian a mi lado, mirándome de forma acusatoria. —¿Ayer? Me quedé pensando en ello por un largo rato; pero nada venía a mi, solamente recordaba el vestido, la trenza y… Nada. —No me gusta esa expresión —comentó Bastian de repente. —Yo… Ayer… Intenté pensar de nuevo en ello y recordé los callejones, y la cueva… —Sí, fui a un lugar… —murmuré pensativa. El gato se acercó más a mí y olió mi boca. —¿Qué haces? —pregunté un poco incómoda, al pensar en mi mal aliento de la mañana. —Hay un olor extraño que proviene de tu boca, y no es el de animal muerto —explicó y lo miré un poco mal por su último comentario —, es extraño, ¿Dalila te dio algo de tomar? No recordaba nada de eso. —Incluso tu cabello… —, Bastian estaba preocupado —. Ya lo decidí, hoy no iré a ningún lado, me quedaré a tu lado. Debemos planear cómo puedo esconderme… Entre tu ropa posiblemente. —Bastian, fui a una cueva —le dije y él me observó atento —, había otras chicas allí y bailamos juntas. —¿Me estás diciendo que te fuiste de fiesta? —preguntó molesto. —No, ¡claro que no! —respondí de inmediato —, pero tengo una extraña sensación. —¿De qué tipo? —Creo que algo muy malo va a pasar.
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