Capítulo 16

1163 Words
Cada alma vuela por si sola, En busca de libertad en el más allá, porque cada cuerpo no es más que por una jaula con secretores que el humano calla. En la noche de los muertos, viene aquel que no quiere irse lejos, ten cuidado incluso en los desiertos, siempre hay algo que se mueve en silencio. Llegamos hasta la cima de la colina y vimos con la noche permanecía, por alguna razón el sol nunca llegó a su cita. La oscuridad permaneció a nuestro alrededor, y la incertidumbre nos sobrecogió, era algo inesperado para nosotros. Se supone que cuando llegara el amaneces todo estaría bien, pero aquello nunca ocurrió. Me sentí desprotegida y con la sensación de que la muerte vendría por mi sin falta, entonces entendí que realmente tenía miedo a morir, más de lo que creí. Entonces, me dejé caer sobre la hierba, sintiendo mis pies cansados y con ganas de hundirme allí en la tierra. ¿Qué se supone que haríamos ahora? Habíamos corrido hasta allí solamente porque creímos esa sería nuestra salvación. Aunque mi alma estaba decaída, Bastian parecía más fuerte que nunca, su mano aún sujetaba la mía, listo para ponerme en pie en cualquier momento, comprendí entonces que él no era solamente mi guardián, era mucho más, mi apoyo y mi poder, mi cordura también. —Algo está mal —pensé en voz alta. —Estoy de acuerdo contigo —dijo él pensativo —, tal vez ella nos engañó… —¿Quién? ¿La bruja de la taberna? —le pregunté y él no dijo nada, su mente estaba en otro lugar, intentando encontrar una salida para nosotros. —De lo único que estoy seguro es que no podemos quedarnos aquí —dijo con convicción —, levántate —dijo, y me apoyé en él para ponerme en pie de nuevo, no sabía a donde iríamos; pero, estaba segura de que Bastian me llevaría a un lugar seguro. —¿A dónde vamos? —pregunté con curiosidad. —Hay un lugar al que podemos ir; pero no sé si aún exista —dijo preocupado. Con la mirada puesta detrás de nosotros, por el camino que recorrimos para llegar, se quedó pensativo y poco a poco empezó a caminar conmigo siguiéndolo. Estaba segura que le preocupaba que alguien nos siguiera, estuvo mirando detrás de nosotros durante todo nuestro camino hacia la cima de la colina. Mis brazos empezaron a arder de nuevo y él se detuvo para revisarlos, entonces sujetó mis dos manos y tomó un largo respiro, como si inhalara mi sufrimiento. No podía más que mirarlo atónita, y preguntarme qué era exactamente lo que estaba haciendo. —¿Qué es lo que haces? —me atreví a preguntarle. —Me llevo tu dolor —dijo él. —¿Desde cuándo tienes esa habilidad? —pregunté sorprendida. —Desde hace mucho, es mi habilidad —dijo —, cuando estoy en el cuerpo del gato no tengo tal habilidad, aunque mi naturaleza asesina por otro lado… —se quedó pensativo. ¿Naturaleza asesina? —En fín, no es nada de lo que preocuparse en este momento, necesitamos salir de aquí, estamos demasiado expuestos —explicó mientras retomaba el camino —, podrían encontrarnos en segundos. Tuvimos que bajar la colina de nuevo, aunque desde otra dirección, ya no regresaríamos a la fogata donde todos bailaban, estábamos en un camino cada vez más oscuro y lejos de todo. Cuando menos pensé, los árboles nos rodearon y ya estábamos caminando dentro de un frondoso bosque. Bastian no dijo nada más en todo el camino, además de advertir de vez en cuando que tuviera cuidado con las raíces sobresalientes de los árboles en el suelo, era extraño verlo comportarse así como si fuera un perfecto caballero. Entendí que pertenecía a una época distinta, y por eso tenía ciertos comportamientos encantadores, si se trataba de alguien importante como él había dicho, debía haber aprendido modales y protocolo, o algo similar. —Bastian… —lo llamé —, Bastian… Él continuaba caminando delante de mí muy concentrado en el camino, sin prestar atención a lo que decía. —Bastian —repetí su nombre y entonces se detuvo. —¿Qué ocurre? —Estoy cansada —dije, y se me quedó mirando. —Niña… —iba a decir algo pero se detuvo, lo vi mirar de lado a lado con sumo cuidado —, están aquí —refunfuñó, y empezamos a correr de nuevo. —¿Quienes? —pregunté; pero él me pidió que callara. Entonces, escuché los pasos y sentí cosas volar entre las hojas de los árboles, algo se estaba acercando. Así que Bastian tomó una decisión precipitada, me tomó en sus brazos y nos dejó caer sobre un precipicio, hasta agarrarse de las ramas de un árbol frondoso, en el cual nos escondimos por varios minutos. Allí, elevados sobre la tierra, vimos hombres pasar y algunas mujeres que obviamente eran brujas. Incluso creí haber visto a Dalila buscarme, aunque por la falta de luz no estaba segura de ello. —Hay un lugar escondido en este bosque, es un santuario para todo aquel que huya de la muerte y el mal —dijo cuando todos se alejaron —, es la gran Biblioteca Milenial, es allí donde vamos, sus puertas son grandes y parecieran el tronco de un gran árbol, por eso son difíciles de ver, así que ayúdame, tal vez se muestren ante ti y no a mi. Puede se bastante selectiva a veces, le gusta analizar las almas y decidir si son dignas o no de su ayuda. Me quedé sorprendida al escuchar aquello, se trataba de una biblioteca mágica, algo sin igual. No dejaba de imaginar todos los libros que podría encontrar allí, historia, hechizos, y quién sabe cuántas sorpresas podría guardar entre sus estantes. Definitivamente quería encontrar ese lugar, seguramente podríamos refugiarnos allí por mucho tiempo. De modo que desee encontrar el lugar con todo mi corazón, e incluso hice una pequeña oración a cualquier dios que me escuchará. Entonces, bajamos del árbol cuando Bastian dijo que ya era seguro, le pregunté al respecto y me explicó que tenía un buen rango auditivo, y podía escuchar que estaban lejos. Después de eso intentamos tomar otro camino para no cruzarnos con las personas que nos buscaban. Mientras caminábamos sentí sonidos extraños en el bosque, por lo que miraba detrás de nosotros una y otra vez. Entonces noté algo extraño, no estaba segura de si era mi imaginación, pero sentía que los árboles se estaban moviendo, como si cerrarán el paso detrás de nuestras pisadas. No tuve tiempo de decirle a Bastian, porque de repente me estrellé contra su espalda, no me había dado cuenta que se había detenido. Cuando ví por sobre su hombro en busca de respuestas, me di cuenta que un gran árbol estaba frente a nosotros. No, no era un gran árbol, se trataba de la biblioteca.
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