Sangre de cuervo

Capítulo 25

Hay algo en el pecho que late con locura,

Me recuerda que siento tu locura,

me mueve por dentro y perdura,

me corrompe y me transforma

ya no hay rima que explique

lo que se llevó toda mi cordura.

Violet nos miraba con sospecha, cómo si se tratara de una madre que había atrapado a sus hijos en medio de una travesura. Ciertamente, me sentía como si hubiera hecho algo malo, ¿era así? No me sentía muy segura al respecto. Lo único que sabía era que deseaba hacerlo de nuevo, tenía unas ganas enormes de sentir su cuerpo contra el mío de nuevo y... No era capaz de mirar a nadie a los ojos con todo lo que tenía rondando en mi mente. No podía dejar de pensar en Bastian y su toque, incluso su aroma. Les pedí a ambos que salieran de la habitación para ponerme algo de ropa, ambos salieron como si los hubiera echado, tal vez esa si había sido mi verdadera intención. Necesitaba espacio y mucho silencio, necesitaba deshacerme de lo que no me dejaba pensar. Me di cuenta cuando estuve sola que en realidad no tenía ropa, solamente el vestido, así que no tuve más remedio que ponermelo de nuevo, y tomar un profundo respiro para mirar a Bastian y Violet como si no hubiera pasado nada.

—Pueden entrar ahora —le dije en voz alta y ambos entraron a la habitación.

—Quería hablar contigo a solas —dijo Violet y miró a Bastian de mala gana —, además, te traje un poco de ropa para dormir.

Bueno, lo de la ropa para dormir me interesaba, así que le di una mirada de disculpa a Bastian, la cual entendió al instante.

—Les daré tiempo —le dijo a Violet con una sonrisa fingida y unas cuantas amenazas escondidas —, di mi nombre si me necesitas —me dijo antes de salir de la habitación.

Me quedé mirando como se cerraba la puerta detrás de él como una tonta, y entonces sacudí un poco mi cabeza para salir de mi ensimismamiento.

—Aquí esta —hizo aparecer un poco de ropa sobre la cama —. Pensé que sería mejor dejar de usar ese horrible vestido, su significado es horrible y te vas a sentir incómoda con ello en cualquier momento.

—Es cierto —le dije.

—Traje algunos vestidos cómodos que dan mucha libertad para moverse, también algunos zapatos —señaló debajo de la cama unas botas de tacón bajo y ancho, al menos me brindarían como cinco centímetros más de altura. Tal vez Bastian no tendría que bajar tanto su cabeza para besarme, y tal vez yo no debería estar tan obsesionada con el asunto del beso —. ¿Está todo bien? Tu cara está un poco roja, ¿te estás sintiendo bien?

—Sí, simplemente tengo un poco de calor —dije, y ella se apresuró a tocar mi frente para medirme la temperatura.

—Creos que debes estar muy cansada, y no has dormido mucho, al menos no hoy —explicó —, debes descansar y aprovechar que aquí estarás segura por un tiempo, en estos momentos el tiempo para nosotros ha entrado en una pausa.

—¿En una pausa? —no entendía.

—Sí, la biblioteca va a su propio ritmo de tiempo, un poco más lento que al que estamos acostumbrados, un día aquí puede significar una o cuatro horas en nuestra realidad, es difícil realizar una medición, porque el tiempo no siempre fluye de forma exacta —explicó con mucho cuidado —. Existe la leyenda de un hombre que entró por accidente, estuvo diez días en la biblioteca leyendo secretos de la historia mundial antigua, era un humano que deseaba liberar su pueblo del poder de las brujas y los vampiros. Después de leer un libro prohibido, la biblioteca lo expulsó, y cuando regresó a la realidad ya habían pasado seis meses.

—¿Seis meses? —, no podía creer lo que me decía.

—La biblioteca puede elegir lo que mejor le convenga también —dijo ella —, si el hombre hubiera vuelto a su tiempo, habría encontrado su pueblo y hubiera compartido información prohibida.

—¿Pero…? —pregunté.

—Cuando regresó su pueblo había sido aniquilado, y él mismo también tuvo que enfrentarse a la muerte —dijo ella con gravedad —, no vayas en contra de la biblioteca, agradece lo que te da y no pidas más de eso. A propósito de ello, también traje los libros que te brindó la biblioteca —mencionó y los hizo aparecer sobre la mesita de noche junto a la cama —. Leelos cuando hayas descansado.

—Eso haré —le dije.

—También… —dudó un poco antes de hablar —, sé que eres dueña de tu vida y tus decisiones, no quiero entrometerme en ello, pero déjame darte un consejo como una hermana bruja que se preocupa por ti. No conozco a Bastian, tampoco creo que tu lo conozcas realmente; y puedo ver que ambos comparten sentimientos que pueden volverse bastante fuertes y profundos; pero confiar en un vampiro conlleva muchos riesgos.

—¿Crees que no debería confiar en él porque es un vampiro? —pregunté un poco más calmada.

—¿Qué edad tienes? —preguntó de repente, haciendo caso omiso a mi pregunta.

—En un año tendré dieciséis —le dije, y su expresión se ensombreció.

—Sí la biblioteca tiene la suficiente misericordia, te dejará quedarte aquí por un año —comentó angustiada —, sino, significa que tienes una misión muy importante por cumplir, el destino es un asunto difícil de entender.

—¿Acaso no viviré lo suficiente para llegar a los dieciséis? ¿Has visto mi futuro? —pregunté asustada.

—Te voy a contar un secreto —me dijo y se acercó a mi oreja para susurrar —, moriste a los dieciséis —susurró en una lengua extraña, que de algún modo entendí, y al mirarme ella notó que lo había comprendido.

—¿Qué…? —intenté realizar alguna pregunta sobre lo que dijo, pero ella negó con la cabeza, y tuve la sensación de que era algo muy peligroso de hablar o nombrar, me sentí en peligro por lo que había susurrado, y al mismo tiempo pensé que ya muy pocos hablaban esa lengua; pero, la biblioteca…

—La biblioteca es conocida por guardar secretos —comentó —, mientras nada sea escrito, podemos confiar que todo se mantendrá en la oscuridad.

—Nos conocemos desde hace mucho tiempo, ¿no es así? —le pregunté y ella asintió —. Y algo malo pasó entre nosotras, algo de lo que te arrepientes…

—No completamente, mis intenciones eran buenas, aunque probablemente te sentirás como si te hubiera echado una maldición —explicó —, cuando lo recuerdes todo, tú misma decidirás qué pensar sobre mi.

Recordé mi conversación con la hada sobre el objeto contenedor de recuerdos, y decidí hacer una pregunta más.

—¿Si lo recuerdo todo, entenderé lo que soy? —pregunté por el temor a no comprender quién era realmente.

—Lo harás, porque la vida ya te habrá preparado para entenderlo —dijo de forma misteriosa y dio un vistazo a los libros que me había traído —, espero que Bastian sea confiable, mi problema con él no es que sea un vampiro, sino cuánto podría afectar tu vida su verdadera identidad. Sin embargo, intentaré confiar en que todo sucede por una razón, y tal vez sus caminos se cruzaron por algo importante.

—¿Qué hay sobre nuestros sentimientos? —pregunté, porque ella se había referido a ello antes como algo preocupante.

—No será fácil, y no quiero verte sufrir; pero, el amor a veces duele —fue lo único que dijo al respecto antes de dejarme para que descansara. 

Cuando se fue me dejó muchas incógnitas por resolver, empecé a pensar en todas las cosas de las cuales siempre fui incrédula y me di cuenta que eran señales, pequeños datos informativos que se me habían dado. No era una bruja normal, esta no era mi primera vida, mi familia pertenecía al círculo original de la magia, y mi cumpleaños dieciséis parecía estar maldito desde mi primera vida. Con la conmoción de mi gran descubrimiento, vi a Bastian entrar por la puerta de nuevo y mirarme con curiosidad.

—¿Pasó algo? ¿Te dijo algo malo? —preguntó tranquilamente.

—Solamente señaló lo obvio —le dije.

—¿Qué? —preguntó de inmediato.

—Que necesito descansar.

Decidí no contarle nada porque deseaba una noche de calma, nuestro beso quedó en el olvido, y mis nervios se perdieron por la existencia de otras preocupaciones. Esa noche ambos dormimos en la misma cama, y me acerqué a él en busca de su abrazo, pude sentir que fue algo nuevo para Bastian; pero me sujetó con fuerza y me sentí segura antes de cerrar mis ojos y caer en sueños extraños sobre una chica que se miraba en el espejo, mientras usaba un hermoso vestido que usaría para presentarse en sociedad, sin saber que moriría pronto.