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2295 Words
Regreso a la que parece será mi habitación por el futuro próximo. Después de ese momento en la sala Alana me acompaño de regreso a la habitación y me dejo sola, algo que aprecio porque no estoy segura de querer compañía en este momento. Todo es tan abrumador, todos mis sentidos están en alta alerta y el más mínimo sonido parece intensificado al 100%. Me siento sobre la cama y atraigo las piernas hacia mí rodeándolas con mis brazos. Una y otra vez mi mente reproduce memorias de los últimos meses y todas las cosas que hice. No puedo enfrentar a nadie en este momento. Tal vez lo mejor sea que desaparezca, me vaya a otro lugar en donde las personas no me conozcan y empiece de nuevo. Aunque con Argyris allá afuera no creo que allá un lugar al cual pueda escapar. Ni siquiera creo que sepa que aún estoy viva. La conexión que sentía con el aun cuando no lo invocaba a desaparecido, o al menos ya no puedo sentirla. Reviso la muñeca en donde me había dejado una marca pero la marca ha desaparecido. Me siento desesperada, no sé qué hacer o si debería estar haciendo algo en este momento. Miro alrededor de la habitación en busca de algo que pueda ayudarme a distraer. Hay una televisión de plasma en la pared de enfrente y busco el control. Esta sobre la mesa de noche y enciendo la televisión. No recuerdo cuando fue la última vez que mire la televisión. Cambio de canales sin realmente prestarle atención a las cosas que están transmitiendo y finalmente elijó un canal en donde están pasando una película sobre un perro. El sonido de la película logra ahogar el ruido de mi mente por un momento y me concentro en poner atención en lo que está sucediendo en la pantalla. La película termina y empieza otra y me rehusó a prestarle atención a algo más que no sea la pantalla de la televisión. No sé cuánto tiempo pasa y me pregunto qué hora será. Las cortinas de mi habitación siguen cerradas y aunque con mi nueva vista el mundo exterior se ve hermoso no quiero enfrentar la realidad. Alguien toca en la puerta. -Adelante- digo. La puerta se abre y Alana entra a la habitación. Me sonríe y me observa con atención. -Quería ver cómo estas- me encojo de hombros y regreso mi atención a la televisión. - ¿Necesitas algo? -No- mi respuesta es corta y simple. Alana frunce los labios y asiente lentamente. Se gira para salir de la habitación pero la detengo. -¿Cuándo me voy a…alimentar?- se vuelve hacia a mí. -¿Tienes hambre?-pregunta extrañada. Niego con la cabeza y parece relajarse. -Solo estoy curiosa. -Bueno… la sangre de Máximo debería mantenerte llena, lo más lleno que se puede estar- agrega rápidamente-, durante los próximos tres días. Pero para vampiros que acaban de transformarse deben estarse alimentando constantemente- me mira con seriedad esta vez-. Es muy importante que nos digas cuando te de hambre ¿de acuerdo?- asiento. - ¿Tienen bolsas de sangre almacenadas?- recuerdo que asi se alimentan Áureo y los demás y solo beben sangre de personas cuando se les han acabado las bolsas. -No. Es esencial que te alimentes de sangre fresca al principio. Si después quieres alimentarte de esa forma será tu elección. La mera mención de sangre causa un sentimiento extraño en el fondo de mi estómago. No es asco, sino algo más, algo que aún no puedo identificar. Es casi como emoción. Trago saliva y aún recuerdo el sabor de la sangre de Máximo. -Muy bien. Te dejare sola- con una última mirada en mi dirección sale de mi habitación y regreso mi atención a la televisión. ////////////////////////////////////////////////// Han pasado cuatro días desde mi transformación y en ese tiempo no he salido de mi habitación. Es extraño no tener necesidades humanas como ir al baño, dormir (aunque si dormimos, simplemente no lo necesitamos) y comer. La mera mención de esa palabra hace que mi estómago gruña. Supongo que tendré que salir de esta habitación y avisarles que tengo hambre. En esto días no me han molestado. Alana es la única que ha venido a verme para asegurarse que estoy bien, o quizá de que aún estoy aquí. Puedo escuchar a los demás caminando por la casa, algo que sigue siendo extraño, el poder escuchar cosas que están lejos. Pero fuera de ahí no he escuchado a nadie más, ni siquiera a los sirvientes que trabajan para ellos. Escucho la puerta de la entrada abrirse y cerrarse, lo que indica que alguien acaba de salir. Alana me ha traído un reloj para que pueda saber la hora. Apenas son las 10 de la mañana. Me levanto de la cama lentamente y me olfateo, no recuerdo cuando fue la última vez que me bañe, tal vez la noche en que…no, sacudo la cabeza y decido no pensar en eso. Sorprendentemente no huelo mal, de hecho no creo oler a nada. Camino de puntitas hasta la puerta y me pregunto si aun asi pueden oírme desde donde sea que estén. Abro la puerta con cautela y me asomo al pasillo que esta vacío. La luz de los candelabros están apagadas y han abierto las cortinas de todas las ventanas. Me acerco a una de las ventanas y observo el jardín en donde está el estanque con los cisnes. El cielo esta medio nublado y algunos rayos del sol salen de entre las nubes. El verde del pasto parecer brillar ante mis ojos y aunque estoy lejos puedo ver a la perfección los cisnes, sus plumas blancas y lisas, el n***o tan intenso de sus ojos y puedo escuchar el aleteo de sus alas contra el agua del estanque. El timbre de la casa suena y me cubro los oídos ante el sonido tan intenso. Escucho pisadas y la puerta abrirse. Se quedan en silencio y quien sea que toco parece estar nervioso porque puedo escuchar su corazón latiendo frenéticamente, puedo oír la sangre corriendo por sus venas y casi puedo olerla. Un humano. Salivo ante la idea y como hipnotizada camino en dirección a donde están. La persona entra a la casa pero no cierran la puerta. -No deberías estar aquí- dice Alana. Mientras más me acerco a las escaleras y al humano más hambrienta me siento. -Necesito saber que está bien- reconozco la voz de Caleb y me detengo. Si mi corazón aun latiera probablemente estaría latiendo igual que el suyo. Lo escucho moverse porque el latido de su corazón se oye más cercano y cierro los ojos. No puedo verlo, no quiero. Tiene que irse ahora mismo. -Este no es un buen momento, Caleb. Te prometo que está bien pero tienes que irte. El sonido de su sangre corriendo por sus venas hace que me sienta mareada y sujeto el barandal de las escaleras con fuerza, cruje bajo la fuerza de mi mano e intento no dejar que me afecte tanto pero no puedo evitarlo. Estoy hambrienta. Sin saber lo que hago empiezo a descender las escaleras, tan hipnotizada que no escucho nada más que el sonido de la sangre y de su corazón palpitando, su olor… Una mano me sujeta con fuerza del brazo y me vuelvo mostrando los colmillos. Lisandro me mira sin inmutarse y aprieta su agarre. -¿Qué fue eso?- pregunta Caleb y camina en dirección a las escaleras. Intento zafarme del agarre de Lisandro pero es demasiado fuerte y termina arrastrándome de vuelta por las escaleras. Mientras más nos alejamos de las escaleras y de donde Caleb esta mi mente empieza aclararse un poco más y bloqueo su conversación con Alana. -Alana te dijo que tenías que informarnos cuando tuvieras hambre. -Iba a hacerlo-susurro. -¿Antes o después de matar a tu hermano?- pregunta y frunzo el ceño. -No lo iba a matar, solo iba a…- me quedo en silencio al darme cuenta lo que estuve a punto de hacer. Finalmente nos detenemos frente a otra puerta y entra sin tocar. Parece ser una oficina. En las paredes hay libreros enormes llenos de libros, frente a la puerta hay un escritorio y detrás un ventanal enorme. Hay una sala en el centro de la oficina en donde Máximo está sentado en uno de los sillones. Si todos ellos están en la casa supongo que la que salió fue Kalinda. -¿Por qué no nos dijiste que tenías hambre?- es lo primero que pregunta Máximo. Lisandro finalmente me suelta y se acerca al mini bar que hay en una esquina de la oficina. -Les iba a decir pero sonó el timbre y…- la puerta de la oficina se abre y Alana entra. Me sonríe con culpabilidad y se queda parada junto a mí. Me vuelvo a Máximo- tengo hambre. Se pone de pie y por un momento pienso que va a darme de su sangre pero recuerdo lo que dijo Alana sobre necesitar sangre humana. Máximo sale de la habitación y lo escuchamos alejarse. Lo que parece una eternidad después pero que solo han sido un par de minutos después Máximo regresa pero no está solo, trae con él a una chica. La recuerdo trabajando aquí en las ocasiones que he venido. Miro a Máximo esperando a que me instruya en qué hacer. -¿Escuchas su corazón?- la chica me observa y yo la observo a ella. No es muy difícil escuchar el latido de su corazón porque es lo único que se oye en esta habitación. Asiento y trago saliva. -Puedo escuchar su sangre tambien- la chica mira a Máximo y este asiente. La chica se acerca a mí y extiende su brazo en mi dirección. Me da una sonrisa alentadora y vuelvo a mirar a Máximo. -Cuando te alimentes de alguien tienes que estar atenta al latido de su corazón, en cuento escuches que su latido disminuye tienes que detenerte a menos que tu intención sea matarlos. Asiento nuevamente y tomo el brazo de la chica en mis manos. Abro la boca y acerco su muñeca a mis labios. Puedo ver la sangre moviéndose por las venas de su muñeca a través de su piel tan frágil. Remojo mis labios con la lengua y siento algo afilado en mi boca. Paso la lengua por este nuevo descubrimiento: mis colmillos. Sin pensarlo más encajo mis colmillos en su muñeca y la chica suelta un gemido. Cierro los ojos mientras bebo de su sangre y es hasta este momento que no me había dado cuenta de lo que hambrienta que estoy. Sujeto con más fuerza su brazo y bebo su sangre con entusiasmo. Tiene un sabor…dulce, delicioso. Aunque sabe muy diferente a la sangre de Máximo. Y entonces algo de lo más extraño pero sorprende pasa. Veo imágenes en mi mente, memorias de la chica en donde está riendo con amigos, cenando con familia, caminando por la calle de la mano con un chico. La veo llorando en una habitación, y en otra gritándole al mismo chico con el que camina tomada de la mano. -Es suficiente- escucho la voz de Máximo pero se escucha tan lejana y la sangre sabe tan deliciosa que no puedo detenerme- Suficiente- repite y de repente alguien aleja a la chica de mí y las memorias se desvanecen. Abro los ojos y lo primero que veo es a la chica medio inconsciente, si no fuera porque Máximo la está sujetando ya se habría desmayado en el piso. Máximo acerca su muñeca a su labios y escucho su piel quebrase, acerca su muñeca a los labios de la chica y unos segundo después la retira. La chica parpadea rápidamente y se reincorpora sobre sus propios pies. -Puedes irte- le informa Máximo y ella asiente. Sale de la habitación y la sigo con la mirada, aún le queda sangre en la muñeca y trago saliva con fuerza. Aún tengo el sabor se su sangre en mi boca y aun me siento insatisfecha. No me doy cuenta de que empiezo a caminar hasta la puerta hasta que Máximo me sujeta del brazo. -Quiero más- le digo. -Esa fue suficiente. No estabas escuchando el latido de su corazón y casi la matas. -No estoy llena todavía- le digo y comienzo a sentirme irritada. Quiero más. -Y yo dije que con esa fue suficiente. Ahora retrocede- algo en su mirada hace clic dentro de mí y como si no tuviera control de lo que hago retrocedo y suelta mi brazo. Lisandro se acerca y se para junto a él. Ambos comparten una mirada indescifrable y miro a Alana que está en el mismo lugar de hace rato y permanece callada observando a sus hermanos. Cuando siente mi mirada sobre ella me mira y me sonríe. Se acerca a mí y pone una mano sobre mi hombro. -No te preocupes, Cassie. Es normal no sentirte llena. De hecho, nunca lo estamos. -Lo estuve cuando bebí su sangre- le digo y señalo a Máximo. -Eso es diferente- interrumpe Lisandro y lo miro-. Cuando te acabas de transformar la sangre de la persona que te transformo es lo único que necesitas durante los primero días, te mantiene llena y fuerte hasta que tienes que alimentarte nuevamente por tu cuenta. -¿Dicen que siempre me voy a sentir asi? ¿Insatisfecha? - Aprendes a vivir con ello- dice Máximo.- No se supone que debamos estar satisfechos, si asi fuera te aseguro que ni toda la sangre de las personas en este mundo serían suficientes para saciar tu hambre. Y aprenderás a controlar tus sentidos y tu sed Lisandro y él se miran nuevamente y siento que hay algo más que no me están diciendo, algo muy importante sobre mí.
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