-¿Estas emocionada?
-Muchísimo, me esforcé durante muchos años para tener mi cédula profesional y esta es la culminación de todos esos años de carrera.- Había pasado un año desde la boda, tiempo en que habían disfrutado de una luna de miel en que viajaron por diversas partes del mundo, pero habían tenido que interrumpir su viaje cuando el embarazo estuvo demasiado avanzado por lo que regresaron a Monterino. Aprovechó el tiempo para disfrutar de ser madre primeriza y para terminar con sus estudios, la universidad le permitió tomar un diplomado por completo en línea gracias al cual estaba ahí ese día.
-Estamos muy orgullosos cariño.
-En definitiva mi mama está fascinada, entre la ceremonia de entrega en la universidad y su pequeño nieto Rafael no cabe en su de alegría.
-Vaya que sí, es una maravillosa abuela. Bueno ve con tus compañeros que ya va a empezar la ceremonia.
La entrega de diplomas fue sencilla y rápida, pero al momento en que dijeron su nombre hubo un cierto revuelo pues tuvieron que usar su título nobiliario, algo que jamás había pasado en esa universidad. Sus tres invitados estaban sentados muy cerca del escenario y se pusieron de pie cuando pasó al frente.
Con un nudo en la garganta vio dos pares de azules ojos azules y unos maternales ojos cafés la observaban felices y emocionados. Cuando Rafaell nació cualquier duda al respecto que quedara en el desconfiado Ricardo desapareció ya que el pequeño era idéntico a su padre con sus brillantes ojos azul marino y un cabello n***o azabache, de su madre tenía una piel blanca y tersa.
-Salgamos de aquí antes de que ataque a una de mis compañeras.
-¿Porque? ¿Pasó algo?
-No, pero es incómodo el cómo te ven y creo que en cualquier momento una me saltará a la yugular mientras las demás te secuestran.
-Jamás dejaré que me aleje de ti amore mío.
-Lo sé.- Ambos se dieron un profundo beso hasta que sus respiraciones comenzaron a acelerarse.
-Volvamos a casa amore.
Seis meses después.
-Me alegra mucho que el tratamiento de tu padre esté funcionando.
-A mí igual, nos dio poco más de un año de paz, por desgracia decidió retirarse.
-No lo culpo, ahora tiene dos hermosos nietos y desea pasar tiempo con ellos.
-Quién diría que mi hermano se apresuraría tanto para darle un primo a Ricardo.
-El pequeño Amir es un encanto, se parece mucho a su madre. Me alegra de que puedan crecer juntos, romperán los corazones de todas las chicas cuando crezcan.
-Lo sé- la mirada de orgullo que dedicó a su joven hijo demostraba lo mucho que lo amaba. -Pero aun así debemos esforzarnos por darle al menos un par de hermanos.
-Lo intentaremos después mi amado rey. Lo que me recuerda que debemos apurarnos o llegaremos tarde a tu ceremonia de coronación.
-No me lo recuerdes.
-Anda cariño, te vez muy guapo todo saldrá muy bien, ya es tiempo de que tu padre descanse y disfrute de lo que le queda con nosotros.
Ese día sus vidas cambiarían para siempre y lo sabían, se habían arreglado con sus mejores galas y accesorios tradicionales, ella llevaba un vestido largo en tonos azules claros representando el azul del mar y una gruesa capa de imitación piel sumamente suave y peluda de color blanco, decorados con joyería delicada y elegante, se acomodó la corona de princesa preparándose para verla por última vez sobre su cabeza y volteo a ver a su esposo, se veía muy guapo con un traje a medida con el pecho cruzado por una banda de un tono azul claro igual que el vestido y una capa a juego con la de su esposa, se puso el reloj que ella le obsequió como único accesorio y finalmente se colocó por última vez su corona de príncipe.
Una vez listos se dirigieron al salón del trono donde estaba una multitud reunida y varios servicios de televisión locales, la historia de su amor había recorrido ya el mundo entero y era conocida como la Cenicienta de la vida real, todos esperaban con ansias el día en que verían como el cuento de hadas se hacía realidad.
Fueron anunciados como los “príncipes de Monterino” y se anunció ante todos los presentes y un amplio público espectador televisivo el retiro del rey Carlo III Coristos de Monterino y la sucesión al trono del Rey Leonardo I Coristos de Monterino y de la reina Denisse Coristos de Monterino, con seguridad el rey Carlo quito las coronas de ambas cabezas y se quitó la que él mismo llevaba y la puso con gran prole a su hijo mientras esté pronunciaba en juramento de lealtad y servicio al país, después tomó la de su difunta esposa y la puso sobre la cabeza de la nueva reina mientras repetía el mismo juramento.
-Recibamos con orgullo a los nuevos reyes de Monterino.
-Te ves preciosa mi niña.
-Gracias mama, este día es muy importante y me siento como una verdadera princesa.- El vestido de boda era un bello y sencillo vestido de corte romano de color blanco de una tela brillante y que al caminar dejaba ver una abertura entre la tela blanca que se abría para que una tela plateada y cubierta de polvo de diamantes brillara por debajo, tenía un cinturón pequeño de color plateado que resaltaba su busto y provocaba una gran caída de la falda cubriendo su creciente abdomen, el embarazo se notaba muy poco pero comenzaba a ser evidente. Un vestido elegante y fresco para una soleada y perfecta tarde en una paradisiaca isla del Mediterráneo.
-Luces como una, pero antes debo darte algo que mi hermano me dio para ti- Rosi le enseñó a Denisse y su madre una caja grande de joyería.
-Pero ya me dio el juego de diamantes que combinan con el anillo, si me pongo una sola joya más creo que caeré por su peso.
-Pero te falta la parte más importante de tu nueva apariencia, tú como princesa heredera debes llevar una corona el día de tu boda, según la tradición se te cambiará esta pequeña tiara por la corona de princesa al final de la ceremonia de bodas. Mi hermano también llevara su corona, creo que es la primera vez que la va a usar.
-Es hermosa.
-Lo sé, es la que llevo mi madre, mi abuela y bueno, está es la primera corona de la princesa, para que te vayas acostumbrando.
-Será un honor para mí llevarla.- La pequeña tiara de diseño sencillo estaba hecha de una serie de pequeños diamantes que formaban el clásico pico que culminaba con un gran zafiro al centro.
-Esta es la pequeña, cuando padre te ponga la corona de princesa regente te la cambiaran y si esta te gusta esa te va a encantar.
-Tienen una tradición complicada, me siento extraña con todo esto, casi como si no fuera yo.
-Eres tu hija, solo que mejorada.- Entre las dos colocaron la corona en su lugar y fijaron el velo para cubrir su cara, le pusieron la capa ceremonial que alcanzaba los casi tres metros de largo y se atoraba por grandes botones plateados al vestido.
-Podrás quitarte la capa y el velo para la cena de bodas pero deberás llevarlas durante la ceremonia.
-¿Otra tradición?
-Así es, como vez al final de la cola puedes ver las iniciales de ustedes dos bordadas, es un símbolo de la protección que su nombre te otorga. Las joyas representan que él es quién cuidará de ti y te proveerá, la corona te marca como la elegida para ser la futura reina y el anillo de bodas y el de compromiso representa el amor eterno que se juran. Lo demás es lo tradicional en deferencia a ti, algo viejo, algo nuevo y algo prestado, el velo, el juego de collar, aretes y pulseras son nuevos y tú tiara es prestada por la corona hasta que te otorguen la oficial. Y bueno tienes azul por todas partes.
-Esto de las bodas es complicado- las tres mujeres rieron un poco. Pero pronto los ojos de madre e hija se llenaron de lágrimas.
-Este es tu día, anda no llores o arruinarás el maquillaje. Eres la princesa perfecta y sé qué harás un gran trabajo. Estaré afuera con la demás familia.
-Mama espera, yo te quiero pedir que seas tú la que me acompañe hasta el altar, invite a mi padre por cortesía pero nadie más que tú tiene el derecho a llevarme hasta el hombre que amo.
-Claro que si cariño será un honor para mí.
Se dieron un fuerte abrazo, no estarían separadas por mucho tiempo pero su madre había preferido vivir en México con el resto de su familia y viajar muy seguido para visitarla, aún no decidían que hacer con sus gatas pero permanecerían en México durante unos meses más para que pudieran disfrutar de una luna de miel.
-Estoy nerviosa.
-Todo saldrá bien, ese apuesto chico que te conseguiste está esperándote ahí junto a su hermano y otros cuantos guapos, igual y tus amigas consiguen novio.
-Hay ma, siempre sabes cómo hacerme reír.
-La corte nupcial ha terminado, recuerda cariño un pie delante del otro y respira con calma.
-Bien hagamos esto.
Escucho como la música comenzó a sonar y empezó a caminar por el pasillo de la iglesia, se sentía temblorosa y un poco asustada al principio pero en cuanto lo vio directamente a los ojos sintió como el piso se estabilizaba bajo sus pies, y el tiempo corría con más prisa, camino directo hasta su mirada llena de amor y promesas sintiéndose feliz y completa, era la mujer más afortunada del mundo al tener a un hombre tan maravilloso para sí y ella lo sabía.
El lucia muy guapo con su traje hecho a medida de color n***o y con la banda real cruzando su pecho. Sus ojos azules brillaban de emoción haciendo que lucieran más claros y profundos. Mientras la veía acercarse daba gracias a todos los dioses el que le dieran una nueva oportunidad de estar con esa mujer tan maravillosa.
Juntaron sus manos y escucho como su madre se despedía de ellos dejándolos solos frente al juez, fue una boda tierna y sencilla, dijeron los votos tradicionales de Monterino dándose un poco de vino el uno al otro, un poco aguado en deferencia al embarazo y uniendo sus manos con un cordón dorado que los uniría para siempre. Al final de la ceremonia subió el Rey luciendo su traje de gala y la corona real, hasta la tarima y los nombro los príncipes de Monterino y les cambió las coronas pequeñas por unas más grandes e intrincadas, sellando de esa manera en matrimonio.
-Les presento a los príncipes de Monterino Leonardo Coristos y Denisse de Coristos herederos de la casa real.
La audiencia al completo rompió en aplausos por la feliz pareja. Al salir de la iglesia un grupo muy grande de los pobladores estaban esperándolos para recibirlos con vítores y gritos de emoción, las señoras arrojaban al piso arena en muestra de su pertenencia a la tierra y deseándoles la fertilidad y prosperidad que solo está proveía.
-Fue una ceremonia hermosa.
-¿Lo fue? Yo sólo tenía ojos para ti y la verdad no me fijé.
-Eres un gigolo.
-Soy tu gigolo. Y espero que lo sigas disfrutando porque la tradición apenas comienza, ahora pasaremos varias horas sentados entre mi padre y tu madre siendo observados por todo el mundo. Te sentaras en un trono real por primera vez.
-Es emocionante cariño sé que será fantástico siempre y cuando tú estés a mi lado.
-Nos hemos vuelto unos cursis ¿lo sabías?
-Creo que sí.
-Bien, ven debo quitarte la capa y el velo, es parte de la tradición que el novio los quite.
-Antes de que salgamos de aquí, yo te tengo un obsequio, sé que no es ni remotamente comparable a lo que tú me has dado pero le tengo un gran afecto y en aras de la tradición quiero que tú lo tengas. Esta es la única herencia que tiene mi familia es el reloj de mi bisabuelo, lo mande arreglar para ti cariño.
-Es perfecto mi principessa, te lo agradezco mucho tiene un gran valor para mí y algún día para nuestro hijo.
El resto de la ceremonia se celebró de manera pacífica y feliz, partieron un delicioso pastel al estilo mexicano, relleno de frutas frescas y envinado pero con una elegancia moderna de una ligera capa de betún blanco y con tres grandes diamantes comestibles decorando cada piso.
El baile lo abrieron con un suave vals para continuar cuando ella bailo con el rey y su madre con Leo, toda la música se caracterizó por los bailes tradicionales griegos y algunas canciones más modernas.
Cuando finalmente la ceremonia tocaba su fin los nuevos príncipes se retiraron del salón de baile del palacio entre los gritos emocionados de todos los asistentes.
-Por fin, un poco de paz y quietud. Ha sido un día extenuante.
-No te pongas tan cómoda amore mío, nos falta la tradición más importante, la noche de bodas y he estado soñando con quitarte ese hermoso vestido durante todo el día. Y sobre todo ahora que por fin eres mi esposa.
-Quedó bastante claro cariño cuando casi me restregaste en la cara del Jeque.
-Pero creo que sus cinco esposas sabrán consolarlo. Tú eres mía y ya estaba harto de cómo te veía.
Ella soltó una Rivera risilla que pronto se convirtió en suaves jadeos mientras él la desnudaba. Se quitaron la ropa entre sí, con pasión y suavidad disfrutando de cada segundo y recorriendo sus cuerpos con las manos y las lenguas. Pasaron toda la noche demostrándose lo profundamente enamorados que estaban repitiéndose palabras dulces y románticas una y otra vez.
-¡Larga vida al rey, larga vida a la reina!- Gritó el público desde todas partes de la pequeña isla mientras veían surgir un nuevo y prometedor futuro.