EXTRAÑAS SENSACIONES

1604 Words
El año casi terminaba, eran los últimos días de diciembre, el mes favorito de Jesse. Ella estaba muy emocionada; esperaba ansiosamente —como lo hacía cada año— los regalos que recibiría de sus padres. — Nena, ven aquí. — ¿Me compraste un regalo? —preguntó con una mezcla de emoción y curiosidad cuando vio la caja que William le extendía— ¿Qué es? — Debes averiguarlo tú misma —sugirió Jennifer. — Bien. Jesse recibió el regalo de su padre y tiró del papel que cubría la caja. Entonces un grito se escapó de su boca. — ¿Te gusta? —preguntó su padre. — Sí, gracias papá ¡Me encantan estos zapatos! — Ahora abre el mío —le instó Jennifer al ver su entusiasmo. — Mamá, ¿es lo que estoy pensando? —Jesse abrió completamente la bolsa que contenía el regalo de parte de su madre y otro grito se escapó de sus labios— ¡Me fascina! La niña empezó a saltar de alegría y posteriormente abrazó a sus padres. — Los quiero mucho a los dos —expresó mientras que sus padres la llenaban de beso— ¡Oh, qué apenada me siento! No tengo regalos para ustedes. — Pero estamos celebrando tu cumpleaños no el de nosotros —dijo Jennifer. — Aun así, yo quisiera poder darles algún regalo a ustedes. — Pequeña, tú eres nuestro regalo —afirmó Jennifer. — ¿Qué tal si ahora comemos aquél delicioso pavo relleno que Jennifer preparó? —habló William. — Mamá, papá tiene hambre. — Ya lo veo hija, vayamos a comer. Los tres se sentaron alrededor de una mesa que previamente Jennifer había puesto en el patio de la casa, entonces ésta empezó a servir el pavo relleno que había preparado horas antes. — Me gustaría que Izhar estuviera aquí —habló Jesse después de haber probado el pavo. Después de casi un año de convivencia con el joven, Jesse se había acostumbrado a su presencia. Al parecer el acuerdo que hicieron aquella vez que pasearon juntos por primera vez, ambos lo estaban cumpliendo. Aunque, en ocasiones y para no perder la costumbre, la niña Jesse le hacía pequeñas bromas a Izhar. — Él está con su familia, nena —comentó William. — Ya han pasado once meses desde que él llegó. Veo que te agrada mucho —habló Jennifer. — Sí, me agrada y a ustedes también. — Es un buen muchacho —afirmó Willy. — Pensé que solo yo los extrañaba —escucharon las tres personas que estaban sentadas alrededor de la mesa—, pero ya veo que ustedes también me extrañan. — ¡Izhar, estás aquí! —exclamó Jesse quien rápidamente se levantó y lo abrazó. — Hija, deja a Izhar —regañó Jennifer—. Él debe estar cansado. — Siéntate hijo —intervino Willy. — ¿Te apetece un poco de pavo? —preguntó Jennifer. — Confieso que comí mucho, pero, aun así no me importaría probar un poco de ese pavo que se ve muy delicioso. — Sí, es cierto, está muy delicioso —afirmó Jesse mientras volvía a sentarse. Tras haber comido y luego de un tiempo de conversación, todos se retiraron de la mesa y fueron a sus respectivas habitaciones. Y en su habitación Jesse seguía entusiasmada; ella no dejaba de mirar los regalos que sus padres le dieron. — ¿Aún despierta? Al escuchar esa voz, Jesse giró su cabeza y sonrió al ver a Izhar. Y cuando Izhar vio su sonrisa, terminó de entrar y después de cerrar la puerta se acercó. — ¿Regalos de tus padres? — Sí, siéntate Izhar. — Lindos zapatos. — Lo sé, me gustan, tal como me gusta la muñeca. Ambos regalos se los pedí a mis padres cuando me llevaron al centro. — ¿Te gustan mucho las muñecas? — Claro, soy una niña y las niñas juegan con muñecas ¿Te parece bien? — Sí, tú eres una niña que merece divertirse. — El próximo año será mi último año antes de crecer, debo aprovechar y jugar con muñecas, antes de dejarlas. — ¿Quieres crecer? — Quiero tener tu edad. — ¿Por qué? — Mañana —comentó Jesse, desviando así el tema de conversación— me pondré estos zapatos para nuestro paseo y luego seguiremos con mis prácticas de natación. — ¿Paseo? ¿Prácticas? —preguntó Izhar fingiendo que lo había olvidado. — Lo prometiste —dijo Jesse y pronto sus ojos empezaron a cristalizarse. — Bien, bien, pero de ninguna manera permitiré que dañes esos zapatos; debes utilizar otros —dijo el joven y la niña sonrió. — Gracias, sabía que no me defraudarías. — Definitivamente posees un poder de persuasión que es igual al de una mujer mayor —dijo Izhar y Jesse lo golpeó en la cabeza. — ¡Ay! —se quejó Izhar— Jesse, incluso golpeas más fuerte que mi abuelita. — ¿Me estás llamando abuelita? —gritó la niña y seguidamente intentó abalanzarse sobre Izhar, pero el joven la contuvo justo a tiempo. — Calma Jesse —dijo Izhar y debido a la cercanía pudo sentir lo acelerado que estaba el corazón de la niña—. Pequeña fierecilla, ¿acaso tendré que domarte? —preguntó él y ella empezó a reírse. — Eres muy gracioso; me hiciste recordar un cuento. — ¿Sobre la fierecilla domada? — Sí, es muy bueno —dijo Jesse y posteriormente señaló sus nuevos zapatos —. Mañana los estrenaré, pero me los quitaré cuando me toque nadar ¿Te parece? — Estoy de acuerdo —Izhar soltó a la niña—. Estoy sorprendido con tus avances en natación. Cuando ya sepas nadar perfectamente, entonces te enseñaré defensa personal. — ¿De verdad? — No, solo bromeaba. — Por favor —dijo Jesse quien no tardó en unir sus manos en señal de súplica. — No, es mi última palabra. — Está bien, Izhar —expresó la niña. — ¿Te rindes tan fácil? —cuestionó el joven y cuando menos lo esperó Jesse estaba sobre él, ella intentó hacerle cosquillas, pero su intento fue inútil, ya que, el joven Izhar sujetó sus manos. — Por favor, por favor —inició Jesse un nuevo ruego. Jesse lo miró dedicándole una tierna sonrisa y empezó a pestañear de forma coqueta. — Está bien, tú ganas, pero ya deja de sonreír y de mover tus pestañas. — ¿No te gusta mi sonrisa? — Tu sonrisa y tus ojos me encantan —dijo el joven sin apartar la mirada de la niña. — ¿De verdad? Entonces dime, ¿de qué color son mis ojos? — ¿Por qué preguntas? ¿Aún no sabes de qué color son tus ojos? — Cada vez que estoy frente al espejo veo el color, pero no sé exactamente qué color tienen. Por favor dime. — Déjame ver. Jesse se sentó y el joven se ubicó frente a ella. — No hagas eso —dijo Izhar al ver que ella blanqueaba sus ojos. — ¿Qué cosa no debo hacer? — Poner los ojos en blanco. — ¿Te asustaste? —Jesse sonrió— ¿Crees que mis ojos son muy grandes? — Sí, es una linda sonrisa —Izhar pasó su mano suavemente sobre el hoyuelo que se formaba en la mejilla de la niña—… y un lindo hoyuelo. — Es la segunda vez que alguien que no sean mis padres me dice que hay algo lindo en mi rostro. — ¿Quién más te dijo que es lindo? —preguntó Izhar al mismo tiempo que fruncía el ceño. — Tengo sueño ¿Por qué no dejamos esta conversación para mañana? Jesse fingió bostezar, pero después de todos esos meses de convivencia, Izhar pudo conocer a Jesse, él la conocía más de lo que ella imaginaba. — Ahora lo entiendo. — ¿Qué entiendes? — Alguien te dijo que tus ojos son lindos, seguramente ese es el motivo por el que me has estado preguntando al respecto ¿Quién te lo dijo? — Sacas conclusiones precipitadamente. — ¿Eso crees? Jesse —Izhar se sentó junto a ella—, no me iré de aquí si no hablas. — Fue el novio de una de mis compañeras de clases. — ¿Tu compañera de clases tiene novio? — En realidad estoy hablando de mi amiga Ana, ella tiene dos años más que yo y de igual forma su novio es mayor que ella dos años. — Jesse, debes alejarte de ellos. — Están en mi clase, es imposible alejarme. — Bien, entonces cuando tus clases terminen, te alejaras de ellos. — ¡Qué autoritario! ¿Por qué estás hablando como mi padre? — ¿Qué estás tratando de decir? Yo solo estoy preocupado por ti. — Pues no te preocupes. Ahora cambiemos el tema, hay algo que quiero preguntarte. — ¿Qué cosa? — ¿Tú tienes novia? — ¿Por qué lo preguntas? — Escuché que alguien decía que una novia era una distracción. — Niña curiosa, yo no tengo novia aún. — ¡Qué bien! — ¿Te parece bien? Jesse empezó a sentirse nerviosa, su corazón también empezó a latir aceleradamente y por eso ella apartó su mirada. Ella no quería que Izhar notara lo que por su causa estaba experimentando. — Creo que ya es hora de dormir ¿No tienes sueño? Deberías volver a tu habitación. — Sí, tienes razón —Izhar caminó hacia la puerta y la abrió—. Hasta mañana, Jesse. — Hasta mañana, Izhar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD