CAPÍTULO XII Pasó una semana antes que volviera a ver a sir Philip Chadleigh. Una semana durante la cual tuve que reconocer que me sentía desesperadamente infeliz y que lo que más deseaba en el mundo era verlo. «¿Qué había ocurrido?» me pregunté una y otra vez. ¿Por qué aquellos versos habían modificado tanto una relación que había sido amistosa y feliz toda la tarde? Hubiera dado cualquier cosa por no haberlo dicho, pero ya no podía volverme atrás. Y ahora se alzaban entre nosotros como una barrera inexpugnable. Lo único que podía suponer era que se trataba de Nadia y sentí que odiaba aquel fantasma tanto como Elizabeth. A ella la vi una o dos veces, pero descubrí que ya no me podía contar mucho más de lo que ya sabía acerca de sir Philip. Los bailes y fiestas a los que asistí, y que

