Valeria. No podía dormir. Me movía en la cama como pez fuera del agua, mientras Lucía roncaba a mi lado como si no hubiera mañana. La habitación de huéspedes estaba oscura, pero mis ideas brillaban más que las estrellas que veía por la ventana. —Tengo que hacer que papá y Renata se enamoren. Que pasen tiempo juntos. Que se den cuenta de que son perfectos el uno para el otro. Susurré en la oscuridad. —No quiero que papá se quede solo... y quiero a Renata como madre. Es muy buena con nosotras. Lucía se giró con un gruñido. —Valeria, ¿qué tanto hablas? Déjame dormir. Di un suspiro de impaciencia. —No es tiempo de dormir, Lucía. ¡Tenemos que unir a papá y a Renata sí o sí! Ahora que él salió del hospital, en cualquier momento puede recordar todo... y entonces se dará cuent

