Sebastián. No sé quién dijo que el embarazo solo lo vive la mujer. Porque, sinceramente… yo también lo he sufrido. Sí, lo dije, sufrido. Las primeras semanas fueron como una montaña rusa de emociones y vómitos… míos. No sé si fue sugestión, conexión espiritual con Renata o puro castigo divino, pero cada vez que ella tenía náuseas, yo terminaba en el baño también. Y no crean que era algo bonito de “ay, qué tierno, están sincronizados”. No. Era más tipo “sálvese quien pueda” a las seis de la mañana, con Lucía golpeando la puerta de la habitación porque quería saludar a su hermanito, Emilia llorando porque soñó que el bebé era un dinosaurio, y Valeria anotando todo en su libreta como si fuera parte de un experimento científico. Bajé cinco kilos en tres semanas. Renata, por su parte, bri

