Lucía. Valeria y yo, nos levantámos antes de que papá viniera a despertarnos. Estábamos listas, con nuestros uniformes puestos y las mochilas preparadas. Estaba tan emocionada que no podía quedarme quieta. Hoy era un día especial para mi, un día mágico. Hoy íbamos a empezar nuestro plan para que la maestra Renata se convirtiera en nuestra nueva mamá. Mi corazón me decía que ella era la adecuada, y yo le creía. Porque hasta ahora, era la única a la que había visto con una mirada limpia y cálida. Estar con ella me producía una tranquilidad y una felicidad que no recordaba haber sentido nunca. Cuando papá entró en nuestra habitación, se sorprendió al vernos listas. —Vaya, ¿dónde están mis hijas? ¿Por qué me las robaron? ¿Qué hicieron con ellas? —preguntó fingiendo estar nervioso. Yo

